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Inseguridad y narcotráfico acumulan el 61% en el plano local. Inflación, desempleo y tarifas el 57% para el plano nacional. Poco o nulo reconocimiento a inconvenientes de índole domésticos- cotidianos. Ese es el enjambre de problemáticas de denso espesor que habitan en la opinión pública rosarina. Como consecuencia lógica, los sentimientos que esas nubes negras despiertan no pueden ser optimistas.
Esto que ya viene siendo una constante en las mediciones de la ciudad de Rosario nos despertó la curiosidad de indagar por los sentimientos de sus habitantes. Para eso salimos a campo el 9 y 10 de marzo y a través de una investigación cuantitativa -encuesta-, donde se completaron 401 casos domiciliarios distribuidos proporcionalmente en los seis distritos de la ciudad según su conformación demográfica, con un margen de error estadístico de +- 4,8%, se les preguntó ¿cómo se siente frente a la actualidad de la ciudad de Rosario? y ¿cómo se sienten frente a la actualidad del país? siendo las opciones preocupada/o, tranquila/o, enojada/o, feliz, confiada/o, decepcionada/o, esperanzada/o e indiferente.
Sobre la actualidad de Rosario, la suma de las emociones negativas se lleva el 72% de las respuestas mientras que la suma de las emociones positivas alcanza el 24%. En la escala nacional, la suma de las negativas asciende hasta el 84% de las menciones y las positivas suman el 13%. De todas las emociones que se presentan como opción, la que más adhesiones tiene es la de “preocupada/o”, alcanzando el 43% a nivel país, y el 47% a nivel local.
Por otra parte, la idea de la pregunta era reflejar otro dato para que la política, tan inmiscuida en la campaña y en los automatismos que esta desarrolla, reconozca alguna de las emociones que laten en los electores de la ciudad. Siempre pero más aún en períodos electorales, las encuestas están centradas con exclusividad en la política: imágenes e intenciones de voto se llevan todos los flashes. No está mal que así sea siempre y cuando se combine con otras variables que permitan alcanzar el objetivo real para el cual se emplea el método: conocer a las sociedades.
En este contexto, los candidatos deberán dialogar con los rosarinos intentando conectar con el electorado para lograr el único objetivo que hoy apremia, el voto. La comunicación electoral apuntará a proporcionar argumentos conmovedores que despierten el deseo de la participación activa del ciudadano. Para ese fin, la política se muestra sonriente. Es decir, se ve en la obligación de generar entusiasmo y apelar a la esperanza. En parte es lógico y tiene su cuota de inevitabilidad, ¿cómo movilizar el voto sin entusiasmar? Por otra parte, esa táctica tiene una contraindicación imperceptible en el corto plazo. Pasadas la competencia, el ganador y la política en general, ¿pueden realmente administrar esas expectativas generadas?, ¿no es un boomerang para el sistema político esperanzar a la sociedad una y otra vez con soluciones efectistas de dudoso o imposible proceder?
Mientras los candidatos se preparan en la línea de largada del período legal de campaña electoral, los rosarinos esperan con un voltaje de alta emoción negativa. El desafío está dado en cómo moverse frente a una sociedad que se siente, mayoritariamente, preocupada, enojada, decepcionada e indiferente.
En las estrategias quedará la decisión de apelar a las emociones positivas o negativas del electorado. Mientras algunos intentarán despertar sueños, otros dirigirán sus esfuerzos a estimular miedos y temores. Quien encarne y sintonice mejor con el sentimiento de “preocupación” se alzará con el premio mayor.