“No es que vaya a haber un liderazgo, van a haber tres espacios: uno, el foro de intendentes; otro, los bloques legislativos. Y va a haber una mesa política”. El anticipo a Letra P del intendente radical de Adolfo Alsina y electo senador bonaerense, David Hirtz, acaso sea el resumen perfecto sobre los liderazgos que, de ahora en más, deberán convivir en Juntos por el Cambio, poniendo a la gobernadora María Eugenia Vidal en un pie de igualdad con otros actores fuertes de la alianza gobernante que en diciembre se transformará en oposición en Buenos Aires. Un nuevo orden de cosas, tiempos de pirámide invertida, con horizontalidad en la cúspide.
La frase del jefe comunal, pronunciada durante una entrevista con este medio en el prólogo del foro de dirigentes celebrado en La Plata tras la derrota electoral, fue la evidencia de un escenario que habían anticipado, con cierta reserva, diversas líneas internas de la UCR e intendentes del PRO con sabidas ambiciones.
A partir del próximo 10 de diciembre, Vidal no tendrá el cargo de gobernadora y deberá bajar al llano. A la misma altura que el resto de los integrantes de Cambiemos.
Según las cuentas que hacen correligionarios y macristas, la mandataria tendrá a su favor una elección perdida pero con una cosecha considerable del 38% de los votos bonaerenses. La experiencia adquirida en los cuatro años de gestión y sub bloques de purísimos en ambas cámaras legislativas, además de algunos jefes comunales muy cercanos, como el caso de Julio Garro de La Plata, quien, tras ser reelecto, reinvindicó la figura de la mandataria.
Pero esta dote no será superior a la jefatura territorial que lograron conservar los jefes comunales reelectos ni los espacios legislativos conquistados por cada una de las líneas internas que conforman Cambiemos.
“Ya no hay una gobernadora que nos represente a todos, así que va a haber una mesa amplia. Nadie puede representar todo lo que somos”, afirmó, tras la misma cumbre, el intendente de Vicente López, Jorge Macri, quien nunca escondió sus intenciones de pelear la gobernación bonaerense en 2023. Macri excede el universo vidalista. Batalla con el sello PRO en la provincia desde los tiempos en que ese apellido buscaba pelear la jefatura porteña.
En esa carrera están también los que se suman al intendente de San Isidro, Gustavo Posse, quien muchas veces evalúo la idea de comandar la provincia.
“Este es un espacio plural, abierto, con un nuevo escenario, con nuevos desafíos para los que somos intendentes: cómo nos relacionamos con el gobernador (Axel) Kicillof y con el nuevo presidente, Alberto Fernández”, afirmó el reelecto intendente radical de Trenque Lauquen, Miguel Fernández, en diálogo con este portal.
El jefe comunal participó el pasado martes del foro de correligionarios que se reunieron en la Legislatura bonaerense, donde la UCR conservará ocho senadores y diez diputados.
Vidal repitió durante toda la campaña para las PASO y las elecciones generales que continuará haciendo política en la provincia y, según refuerzan en su entorno, buscará seguir siendo la líder del espacio opositor.
La empresa no es sencilla. Aún antes de culminar su mandato, tiene abiertos varios frentes internos que se anticipan tan civilizados como ansiosos de poder.
Vidal no es una figura resistida. Por el contrario, es admirada y reconocida por sus socios de la coalición de gobierno, pero esta mirada no inhabilita el plan gestado, que invierte la pirámide que existió hasta antes de las PASO, donde Vidal se paraba por encima del resto de la alianza.
Esta vez, el escenario anticipa un reparto horizontal del poder.