ELECCIONES EN BOLIVIA

Una primaria famélica recrea las dudas sobre las chances de Evo

El 37% que obtuvo el oficialismo el domingo quedó por debajo de las expectativas y complica al presidente. Se vota en octubre.

La postulación de Evo Morales al que sería su cuarto mandato volvió recibir señales de alerta el domingo ante la baja participación que se registró en la elección primaria -no obligatoria- realizada por primera vez en ese país.

 

Algo menos de un 37% de los bolivianos habilitados para votar participaron de la compulsa oficialista que respaldó al binomio Evo Morales-Álvaro García Linera, incluyendo el voto en blanco o nulo. La oposición había convocado mayoritariamente a desconocer la primaria y festejó esa participación mínima, imprescindible en lo legal para la habilitación de las fórmulas.

 

Como destacó Letra P, dentro del amplio abanico opositor, la candidatura del ex presidente Carlos Mesa tiene la oportunidad, inédita en la era Morales, de derrotar al oficialismo en las elecciones previstas para octubre próximo. A los factores ya mencionados (el desgaste de la figura de Evo tras 13 años de gestión, la derrota en la Corte de la Haya del reclamo por la salida al mar, números económicos que perdieron la solidez de otrora y, por supuesto, el contexto regional adverso) se suma ahora el resultado de esta primaria que funciona como una especie de “encuesta” sobre todo para el oficialismo.

 

 

La oposición, que denunció como ilegal la decisión de la Justicia de habilitar a Evo para un nuevo mandato pese a que en 2016 había perdido el referendo realizado ad hoc, también se opuso al flamante sistema de primarias, al que señalan como una maniobra del gobierno destinada a entorpecer la posibilidad de que se realicen alianzas opositoras, dada la premura con la que deben resolver sus candidaturas los distintos espacios políticos.

 

Por decisiones propias y ajenas, la al menos desprolija decisión de la Justicia de habilitar una nueva candidatura de Evo terminó de instalar en Bolivia un clima de tensión y polarización extrema, en el que ambas partes -oficialismo y oposición- están al borde de desconocer no solo la legalidad sino la legitimidad de su contrincante, escenario que se acerca peligrosamente al vigente en Venezuela y Nicaragua, no casualmente aliados regionales de Evo.

 

 

 

Claro que esa situación no es novedosa en la Bolivia de Evo, que en 2009 tuvo que afrontar una revuelta con ambiciones separatistas en la rica y opositora zona oriental del país. Sofocado ese intento, con una intervención clave de la hoy inoperante UNASUR, Evo consolidó su poder político al punto de que en la última elección presidencial de 2014 llegó al “peronístico” porcentaje del 62% de los votos para el que es su tercer mandato.

 

Pero no casualmente ese año fue precisamente el último en el cual los números de la economía boliviana mostraron solidez. En 2017, el déficit fiscal fue del 7,8% de su PBI y el déficit de cuenta corriente (saldo de divisas) llegó al 6,5%. Esto tuvo su reflejo en el plano político: en las elecciones regionales de 2015, el oficialista MAS, aunque siguió reteniendo la mayor cantidad de votos, perdió gobernaciones y municipios importantes y al año siguiente sobrevino la derrota en el referendo de 2016, algo que Evo adjudicó a las fake news sobre un supuesto hijo no reconocido.

 

Claro que vista en perspectiva histórica, la administración de Morales ha logrado una estabilidad política y un crecimiento económico sostenido e inédito en la historia boliviana. Logró aumentar el Producto Bruto Interno (PBI) de 9.500 millones de dólares en 2005 a 40.500 millones en 2018, con un crecimiento promedio anual del 5%, lo que incluso le valió la felicitación de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Logró reducir la pobreza y la indigencia drásticamente, aumentaron los niveles de consumo y de producción y en 2009, por primera vez en la historia, Bolivia tuvo el mayor crecimiento económico de toda América Latina, con 3,4%, un punto más que Uruguay, que fue segundo con un 2,4%.

 

Consciente de las dificultades que se avecinan, Evo reordenó recientemente su gabinete de ministros (siete cambios y 13 ratificaciones), destacándose el retorno de Juan Ramón Quintana (Presidencia) y Luis Arce (Economía). En la misma línea pueden leerse sus gestos de realpolitik, como su concurrencia a la asunción de Jair Bolsonaro en Brasil y, sobre todo, la pronta entrega a la Justicia brasileña del ex terrorista italiano de izquierda Cesare Battisti, hecho que Raúl García Linera, hermano del vice, calificó como la primera decisión contrarrevolucionaria del gobierno.

 

¿Le alcanzarán a Evo estas decisiones para contrarrestar el viento de frente? En los procesos electorales, los pueblos suelen tener memoria corta y la baja participación en la primaria es una señal en ese sentido. Previo a la misma, el vicepresidente Linera había dicho en rueda de prensa: "Con que votaran entre un 50 y un 70% (en la primaria del MAS) yo estaría feliz; si vota el 100% (estaré) ultra feliz; si vota menos del 50% me voy a preocupar porque es un llamado de atención de que la estructura orgánica requiere un conjunto de ajustes".

 

 

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