TURBULENCIA PERMANENTE

Todo hace subir el dólar en la Argentina: antes Turquía, ahora Brasil

Impactos externos y debilidades propias, un combo negativo. El mercado de San Pablo se revuelve ante la posibilidad de una segunda vuelta entre un heredero de Lula y un ultraderechista.

La economía nacional, fragilizada por la recesión y el ajuste, con las puertas cerradas del crédito externo y dependiente del respirador del Fondo Monetario, es tierra fértil para que cualquier evento internacional reavive las tensiones cambiarias. Si en el terremoto de abril-junio la explicación de la megadevaluación del peso había sido la suba (modesta en realidad) de la tasa de Interés en Estados Unidos, las recientes réplicas se atribuyeron a la debilidad de la lira turca y, ahora mismo, a la severa incertidumbre preelectoral en Brasil.

 

El problema es la propia Argentina, seguramente, pero no puede ignorarse el peso de los eventos en el principal socio comercial del país, de cuya estabilización política depende su verdadera reactivación económica. Este dato es fundamental para pensar en nuestro 2019 electoral: se estima que cada punto de crecimiento del PBI en Brasil arrastra un cuarto de punto aquí.

 

Entre el lunes y este miércoles se publicaron tres de las encuestas más seguidas en aquel país, que tendrá comicios presidenciales dos vueltas, a celebrarse el 7 y el 28 de octubre. Las mismas ratificaron que, aun desde la cárcel y con riesgo cierto de ser inhabilitado, Luiz Inácio Lula da Silva sigue al frente de la intención de voto, seguido del ultraderechista Jair Bolsonaro. Adicionalmente, que los candidatos preferidos por el mercado financiero, el ex gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin y el ex banquero central y reciente ministro de Hacienda Henrique Meirelles, siguen excesivamente rezagados y con limitadas posibilidades de crecimiento. Y, por último, constataron la existencia de una miríada de candidatos electoralmente enanos.

 

El impacto de esas novedades, sumado a la eventualidad de un escenario de balotaje entre el diputado y ex militar Bolsonaro (un defensor de la tortura y la dictadura, quien suele escandalizar con definiciones racistas, misóginas y homofóbicas) y un delfín de Lula da Silva, algo que revuelve las tripas de los operadores de la Bolsa de San Pablo, se tradujo en las últimas ruedas en expresivas subas del dólar, que ya cotiza claramente por encima de los 4 reales.

 

Esto, como se dijo, contagió al inmunodeprimido peso argentino. Que en lo que va de la semana el dólar se haya mantenido estable en el mundo señala claramente la propia vulnerabilidad.

 

En concreto, los sondeos de MDA, Ibope y Datafolha ubican a Lula con una intención de voto de 37,3; 37,1 y 39%, respectivamente.

 

Jair Messias Bolsonaro, en tanto, registra 18,8; 18 y 19%. Además, salta al 22% si Lula queda fuera de la contienda.

 

 

Jair Bolsonaro. (FOTO: EBC).

 

 

La ecologista Marina Silva, por su parte, queda tercera, en un lugar ya marginal, con 5,6; 6 y 8%.

 

Alckmin tiene 4,9; 5 y 6% y el socialista Ciro Gomes, 4,1; 5 y 5%. De Meirelles, mejor no hablar.

 

En realidad, las encuestas no traen grandes sorpresas. Lula crece a pesar de su condena a 12 años y un mes de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero. Bolsonaro se sostiene. Y el mercado no logra imponer a nadie de su gusto. El inicio de la difusión de los espacios cedidos en televisión, en los que el partido del conservador Alckmin, el de la Social Democracia Brasileña (PSDB) cuenta con muchos minutos, es el último hilo de aliento de su postulación.

 

Si Bolsonaro, con su modesta intención de voto, parece asegurarse un lugar en el segundo turno debido al enanismo de sus rivales, ¿quién será su rival?

 

Lula es favorito excluyente en todos los escenarios de primera y segunda vuelta, pero es altamente probable que la justicia electoral lo inhabilite por estar condenado en segunda instancia, tal como surge de la llamada ley de “ficha limpia” que él mismo promulgó en 2010, poco antes de dejar el poder. La atención, entonces, se posa en su compañero de fórmula: Fernando Haddad.

 

 

 

Las encuestas dicen poco sobre él. En las tres mencionadas, su nombre genera adhesiones espontáneas del orden del 4%. Sin embargo, un detalle del estudio de MDA que pasó desapercibido el lunes, comenzó al día siguiente a generar desasosiego en el mercado: de los 37 puntos porcentuales de Lula, 17 migrarían automáticamente a él, como piso, en caso de que el expresidente sea eliminado de la grilla de candidatos y este lo señale como su heredero.

 

Datafolha confirma la idea: el 31% respondió que votaría al candidato que Lula indique y otro 18% que podría hacerlo. Además, que el 27% de los votantes no sepa quién es, le da a Haddad potencial de crecimiento en las próximas semanas.

 

El tiempo apremia y el Partido de los Trabajadores lo sabe. También que Lula muy probablemente no será su candidato. La duda pasa por cuál es el momento adecuado para el cambio de piloto: ¿ahora, de modo de aumentar la exposición de Haddad en la cobertura mediática de la campaña, o a último momento, dejando que Lula haga la acumulación de capital electoral y después se lo transfiera?

 

Como sea, el desvelo del mercado financiero es que, si la campaña no da un vuelvo impresionante en favor de Alckmin, el 7 de octubre no tendrá un candidato propio en las urnas. Y del análisis de los números surge como probable un escenario de balotaje Bolsonaro-Haddad. Por eso sube el dólar.

 

Bolsonaro, un Donald Trump recargado, ha hecho todo lo posible por seducir al mercado. Abandonó sus viejas ideas nacionalistas y se declaró ignorante en economía, atajo para entronizar como su vocero en la materia al banquero Paulo Guedes, cuya idea del futuro de Brasil puede resumirse en la consigna de “privatizar todo”. ¿Incluso Petrobras, emblema del nacionalismo brasileño? ¿Llegará a tanto la reconversión de Bolsonaro? Esa es la duda que carcome a muchos inversores. Ojalá que también la motive el bochorno de sus declaraciones públicas.

 

Ex alcalde de San Pablo, Haddad es considerado dentro de su partido un moderado, algo inevitable dado que ha hecho su carrera política ante un electorado que, en promedio, va mayormente del centro a la derecha. Habla con empresarios, dice, rescata al “sector moderno” de la comunidad de negocios y no van lejos como el propio Lula cuando le preguntan por las impopulares reformas impuestas por Michel Temer: la del techo al gasto público por diez años y la de flexibilidad laboral. Para él, no hay que barrer con ellas sino atenuarlas. La jubilatoria, en tanto, la madre de todas las reformas, aún pendiente, no es un tabú, explica.

 

 

 

Sin embargo, Haddad no gusta porque, en definitiva, es hombre de Lula y del PT.

 

Conforme la campaña transite hasta octubre con esos dos nombres en el podio y con Alckmin lejos de él, el real seguirá con catarro y el peso, inevitablemente, estornudará. Pero en el fondo se juega algo todavía más profundo: ¿cuánto traccionará Brasil a la economía argentina en el 2019 electoral? Las previsiones de los economistas consultados por el Banco Central del vecino prevén una recuperación modesta del orden del 1,5% este año y de un 2,5% en 2019. ¿En qué medida afectará esas expectativas, hacia arriba o hacia abajo, el desenlace electoral?

 

Mientras, la Argentina sufre por las incertidumbres ajenas. El año que viene, su propia campaña electoral sumará las propias. De las chances que se le vayan adjudicando a Cambiemos dependerá que el peso quede o no prisionero del tobogán.

 

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