El presidente del Banco Central, Luis Caputo, hizo lo que se espera del trader que es: una combinación de políticas financieras que le permitieron secar la plaza de pesos y, con ello, quitarle oxígeno al fuego del dólar. El precio, se sabe, es elevado, tanto en términos de endeudamiento de corto plazo -colocado de manera casi cotidiana en el mercado - como de tasas de interés, cuyo nivel alto y sostenido amenaza con convertir la recesión en ciernes en una profunda y prolongada.
Como ese escenario sería una hipoteca pesada para el proyecto político de Cambiemos, le urge consolidar cuanto antes la precaria paz cambiaria actual y avanzar en la reducción del precio del dinero. Sin embargo, algo detiene al titular del Central: la estabilidad del dólar no está garantizada y cualquier apresuramiento en reducir las tasas podría desatar una nueva corrida contra el peso, con consecuencias peores que las ya conocidas. Es el fantasma del día después del desmonte del actual “torniquete monetario”.
Este martes, con la nueva mega licitación de Letras del Banco Central (Lebac) por unos $525.000 millones, deja expuesto ese dilema. La expectativa del mercado es que el promocionado “súper martes” –mote justificado por el volumen de dinero que está en juego-, pase en los hechos sin pena ni gloria y que las renovaciones superen el 80% debido al sex appeal irresistible de las estratosféricas tasas de interés vigentes. En tanto, se aguarda que el remanente sea absorbido por los Bonos del Tesoro (BOTE) a 2020 ofrecidos el lunes, que alcanzaron una aceptación de $45.000 millones gracias al calculado calce de plazos de acreditación y suscripción. Éste es, de modo excluyente, dinero de los bancos que fueron obligados por Caputo a incrementar sus encajes en otros dos puntos porcentuales que se permite integrar con esos instrumentos. Lo mismo que ocurrió el mes pasado, cuando ese dinero inmovilizado –que típicamente queda a interés cero- subió del 20 al 23%, también se volcó a BOTE con un premio del 26%.
Ese escenario favorable para este nuevo “súper martes” implicaría, de acuerdo con el consenso de los analistas, que el BCRA convalidara, como hace un mes, tasas no menores al 47% anual, una tasa real positiva en al menos 16 puntos en relación con la inflación esperada para el año. Una enormidad que amenaza de manera cada día más concreta la cadena de pagos y las posibilidades de las empresas de financiar su capital de trabajo.
Si las tasas de Lebac en el mercado secundario se convirtieron en muy altas hace dos meses, en las últimas tres semanas, oscilando entre el 50 y el 60%, directamente se hicieron galácticas. Es el precio que paga el país para que los inversores no sigan corriendo en estampida hacia el dólar. La pregunta cae entonces por su propio peso: ¿cuánto tiempo más resiste la economía?
Amílcar Collante, economista del Centro de Estudios Económicos del Sur (CeSur), le dijo a Letra P que, “por el momento", no habrá "un salto del dólar". "El aumento de los encajes dispuesto por el Banco Central limita la cantidad de pesos que quedan en circulante incluso en el caso de que la suscripción de Lebacs no se renueve un porcentaje elevado”, explicó.
En diálogo con este medio, Martín Alfie, economista jefe de Radar Consultora, estimó que “el riesgo (cambiario) sigue presente, más que nada porque el equilibrio todavía depende de tasas altas, que son insostenibles por mucho tiempo más. Hay muchas dudas, no solo económicas sino también políticas, como, por ejemplo, cuál va a ser el rol de la oposición, sobre todo de los gobernadores, en la discusión sobre el Presupuesto”.
“Creo que una baja de tasas podría darle un nuevo impulso al dólar, aunque no necesariamente con la virulencia de la corrida”, ponderó.
El analista financiero Christian Buteler le dijo a Letra P que, “mientras haya tasas del 50%, Lebac que vencen todos los meses por más de $500.000 millones y ventas de bonos constantes, es muy apresurado y muy riesgoso dar por terminada la crisis cambiaria. Realmente sería un error enorme, que ya se cometió más de una vez”.
De acuerdo con el especialista, el tipo de cambio está contenido "por un montón de políticas que fueron establecidas para ese fin, pero, para realmente dar por superada la situación hay que ir removiéndolas y ver si el dólar se mantiene en un relativo equilibrio. Igual, hay que tener en claro que ‘equilibrio’ no significa que se mantenga fijo, obviamente, porque puede tener oscilaciones, aunque no del 5 o el 6% en un día o de un 10% en un mes, como venía pasando”.
Según Leandro Ziccarelli, coordinador del Observatorio Monetario-financiero del CEPA, la situación cambiaria aún es precaria. “Por el momento, el dólar parece controlado, pero el tema es que, cuando el mayorista baja un peso, se lo percibe como barato y la demanda no alfoja. Si se mira el volumen, resulta claro que a este precio la demanda sigue tirando”.
“Cuando se pase el ‘efecto FMI’ vamos a estar en una situación complicada”, auguró.
¿Cuál es, entonces, la hoja de ruta del Gobierno, el mejor camino posible?
Para Federico Furiase, director de Eco Go, “es clave que alcance primero una expectativa de estabilidad cambiaria y, después, convertirla en una expectativa de inflación a la baja. Ése es el escenario que le permitiría reducir las tasas de interés sin que eso generase problemas en el movimiento de capitales”.
Pero hay más. “También necesita generar una sensación de certidumbre acerca de las condiciones políticas para aplicar el ajuste, porque eso es lo que podría provocar un ingreso de capitales que ayudaría también al objetivo de bajar las tasas”.
Los supuestos, como se ve, son fuertes y se vinculan con una restauración de la confianza en los activos argentinos que sigue sin percibirse tanto en acciones como en títulos públicos.
Además, ya empieza a jugar cierta incertidumbre preelectoral: todo lo funcional que le puede resultar a Mauricio Macri jugar con la posibilidad de un regreso de Cristina Kirchner para polarizar y apostar al voto del miedo, en lo económico-financiero puede resultarle, en los meses venideros, un balazo en el pie.
“Si todo eso no se da, se corre el riesgo de que seguir tirando de la cuerda del endeudamiento de corto plazo vuelva a instalar las presiones sobre el dólar”, resume Furiase.
El día después del apretón monetario no será fácil. Es más: todavía ni siquiera se lo puede marcar en el calendario.