Como en casi todo período previo a una campaña política, los oficialismos con mayor o menor nivel de desgaste se inclinan por un proceso silencioso de purificación. Un exorcismo político de malos espíritus. El macrismo no le escapa a esa lógica y el tan mentado cambio de figuras del gabinete empieza a ser moneda corriente puertas adentro de la Rosada y, por carácter transitivo, en los núcleos de poder. Los funcionarios que tienen diálogo con el Círculo Rojo, en sendas charlas, empezaron a colar corrimientos de cargos sobre personalidades de peso en el equipo nacional. La fecha de inicio, negada por Mauricio Macri en su última aparición televisiva, sigue siendo la primavera. “En septiembre va a haber cambios, tenemos que llegar bien a 2019”, contó a Letra P una alta fuente de un ministerio vinculado al área económica. La idea inicial de Cambiemos es no darle a la oposición un flanco débil de ataque contra funcionarios que están vinculados a hechos dudosos. En este punto habrá, naturalmente, una sola excepción: el ministro de Finanzas, Luis Caputo, afecto a los mensajes epistolares cortos y efectivos, seguirá firme en su cargo a pesar de estar de lleno en el ojo de la tormenta.
Naturalmente, las versiones han pasado de una oleada leve a una marea espesa que se agita en varios sentidos. Hay funcionarios con información real de lo que piensa el Presidente, otros que opinan de oído y un grueso de cuadros que defenestran a sus colegas para posicionar a otros cuadros. Para separar la paja del trigo se necesita un trabajo casi de artesano, pero hay dos casos que son particularmente fuertes y sustentados. Que además aparecen plasmados en encuestas que miden consideración pública de funcionarios nacionales. Uno de ellos, el del ministro de Trabajo, Jorge Triaca; el otro, el de su par de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere. Ambos coinciden en dos encuestas como los ministros con peor imagen pública. Tanto en un trabajo de Ágora Consultores, como en un relevamiento de la Universidad de San Andrés, los funcionarios muestran más de 20% de reprobación sobre el 100% total del gabinete. El otro que pica en punta es el Messi del Gobierno, el ministro intocable, Caputo.
Triaca, el segundo más observado después de Etchevehere.
A Triaca no le encuentran reemplazo, pero lo corrieron del escarnio público. Pesan sobre él fuertes cuestionamientos que datan del momento más álgido del conflicto con su empleada doméstica y los nombramientos de familiares en sindicatos. Y en el Gobierno lo sostienen al menos hasta que termine el Mundial. Después, dicen, se verá. Esta situación es la que varios sindicalistas escucharon en las últimas de boca de funcionarios de alto rango de la Rosada. A favor de Triaca jugó el rol positivo que tuvo el ministro en el marco de las discusiones paritarias en las que logró la foto del 15% tope de aumento con casi todos los gremios de peso.
A pesar del Papelito Gate, Caputo sigue siendo bancado por Macri. Las encuestas también lo miden mal.
El caso de Etchevehere es aún más complejo de entender. Fue incorporado muy recientemente, pero aún no le perdonan el “bono affaire”, el plus en dinero que arregló con la Sociedad Rural para compensar el gap salarial que perdía yéndose a la actividad pública. Fue el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el primero que puso el grito en el cielo. Luego lo siguieron otros. En paralelo, la situación detonó incluso puertas adentro de la agrupación rural que supo cobijarlo hasta el año pasado. A Daniel Pelegrina, el nuevo titular de Sociedad Rural, le creció un problema derivado de la salida conflictiva de Etchevehere, del Bono gate y de la mala relación con otros pares: es la primera vez en 20 años que el oficialismo en la entidad rural tendrá una lista opositora. El empresario Alberto Ruete Guemes, padre del ex director de la Anses de Diego Bossio, Rodrigo Ruete, está en carrera. Don Alberto es un histórico de la SRA, y se lo recuerda como un profundo militante agropecuario en tiempos de la 125. Hijo de comunistas, llegó a pedir un escrache al ministro de Agro del ex gobernador, Daniel Scioli. Ruete Guemes representa parte del malestar de la SRA con la conducción y con los manejos de Etchevehere.
Ruete Guemes, padre de un ex funcionario de Bossio en Anses, será candidato a presidir SRA. Otro de los descontentos con Etchevehere
Otro frente de tormenta que tiene el ministro es la oposición que tiene en sus ex pares de la Mesa de Enlace: en Coninagro no lo acompañan, en Confederación Rurales nunca lo quisieron y el enfrentamiento con Federación Agraria es casi tan grande como el que mantiene la entidad con el Gobierno Nacional. En el agro son pocos los que se imaginan un cambio a esta altura. Le garantizan un futuro simplemente porque entienden que detrás está la espalda de Macri sosteniéndolo. Fue el mandatario el que tomó la decisión de correr a Ricardo Buryaile para darle el cargo. Incluso el presidente pidió que lo mandaran a Etchevehere a recorrer su provincia, Entre Ríos, como una previa de campaña.
La consideración pública de los ministros, complica siempre a los mismos.
En la otra esquina, algunos cuadros de gabinete siguen insistiéndole al Presidente que el Ministerio de Agricultura debería ser una secretaría, y que este esquema es innecesario. Los que abonan la teoría creen fervientemente en el achicamiento de los ministerios y de la conversión de Hacienda en una super cartera que las contenga a todas. En este orden de cosas, entre el empresariado los presuntos cambios no se observan con malos ojos, más bien todo lo contrario. El Círculo Rojo es hoy el primero y más interesado en que Macri y Cambiemos reelijan en 2019, y consideran que los errores de la política y la conducta de algunos funcionarios son riesgos innecesarios en una carrera que parece ganada pero que aún no entró en zona de definición.
