BIO. Hugo Antonio Moyano tiene 34 años. Cuenta que, además de libros vinculados a su actividad y la preparación de una nueva cátedra, "leo mucho los diarios". Es abogado y desde los 24 ejerce la profesión, con estudio propio y trabajando para la CGT, Camioneros y otros gremios. En algún momento de la primera parte del gobierno de Mauricio Macri, los medios hicieron trascender una supuesta candidatura para un puesto en el Ministerio de Trabajo. No le escapa a una carrera política en el futuro, pero no se lo pone como un objetivo.
-A su padre lo eligieron delegado en 1962, a los 18 años. ¿Usted a qué edad arrancó?
-Creo que lo eligieron a los 17 y no podía asumir, por lo que hubo un acuerdo para que lo hiciera al cumplir los 18. Yo soy abogado, por parte de padre estamos incluidos en la cuestión política y sindical, pero también por parte de madre. Mi vieja es militante, peronista de toda la vida. Mis abuelos, por parte de padre y madre, también. Nos criamos en ese ambiente. Mi vieja era más militante de barrio, mi abuelo -que era chileno- cuando llegó a la Argentina se hizo peronista a ultranza y fundó una Unidad Básica, la Juan José Valle. Mi vieja militó con gente de Guardia de Hierro. Siempre tuvimos influencia, mamamos peronismo. Recuerdo haber ido a marchas contra las privatizaciones de Menem en Mar del Plata. Me acuerdo de haber pintado “Chau Menem” en las paredes, era chiquito. Y con 24 años ya arranqué con la profesión.
-¿Cómo llevó el apellido? ¿Le fue sencillo? Sobre todo llamándose igual que su padre.
-Sinceramente, más allá de la demonización que hacen en los medios, encima yo me llamo Hugo Antonio, lo llevo con total naturalidad. Nunca tuve inconvenientes, al contrario, por ahí pago en una estación de servicio con tarjeta y me dicen: “Nos tendría que representar tu viejo”. Capaz que el que piensa mal no me lo dice, pero el contacto que tengo en lo cotidiano es bueno.
-En 2016, en una entrevista con La Nación, admitió que la política le interesa, y hasta por entonces sonó para un cargo. ¿Seguiría los pasos de su hermano Facundo?
-No me lo planteo como una ambición personal ni tengo proyectado el tema, pero sí participaría en cualquier espacio o lugar que pudiera ser útil. En ese momento se hablaba de la secretaria de Trabajo, pero en ningún momento lo tenía evaluado, y menos en un gobierno así. La realidad se modifica desde el poder. Es legítimo participar, pienso que Facundo tiene un buen futuro.
“Las de Carrió son declaraciones que hay que analizar psiquiátricamente más que políticamente, y le hacen daño a la política. Se le fue la mano hasta para aquellos que se alimentan de esa política de odio. Decir algo tan extremo la deslegitima a ella como la denunciante que quiere ser.”
-Volviendo a su profesión actual, ¿es sencillo ejercer el rol de abogado dentro del sindicalismo, justo cuando el ánimo político con los gremios está caldeado?
-Cuando asesorás organizaciones sindicales, la vinculación con el Ministerio de Trabajo y otros organismos del Estado es fundamental para el día a día. Igual, hay formas para continuar peleando, pero varía porque te condiciona desde muchos lugares el poder político.
-¿Cómo es esa relación hoy? Y cómo era antes.
-En el segundo gobierno de Cristina (Fernández) el Ministerio (de Trabajo) tuvo un rol de ruptura. La relación no fue buena. Con este Gobierno, al principio hubo como un impasse, no había persecución, pero el Ministerio de Trabajo ya por naturaleza era un desastre. No depende solo de la relación puntual con los sindicatos, porque la línea ideológica es tener una postura con todos, de tramitaciones trabadas, respecto a la libertad sindical, etcétera. Mi última actuación fue casi toda de no tener una buena relación. Igual, no estoy pidiendo nada que no corresponda, sino hacer los trámites como corresponde. Y cuando la relación cambia te obstruye absolutamente todo.
Hoy en día, el Ministerio de Trabajo, en todas sus direcciones, sus áreas, tiene una actuación que deja bastante que desear. Hasta han aumentado las intervenciones a sindicatos. Hay intervención en los procesos electorales, que antes ocurría, pero ahora pasa con mucha más violencia, sin respetar nada. Y en los conflictos colectivos la balanza está siempre inclinada para el lado del empleador. Por eso me río cuando Pablo (Moyano, su hermano) dice que es una oficina de la UIA.
La clase trabajadora para este Gobierno es una clase que tendría que estar sometida.
-Menciona dos gobiernos diferentes que, de una u otra manera, rompieron con los sindicatos y la CGT. ¿Podría explicar cuáles cree que fueron las razones de la pelea con el último kirchnerismo y con el primer macrismo? ¿Son las mismas?
-No. Yo pienso que, quizás, sobre todo en el segundo gobierno de Cristina, cambiaron el lugar que tenía que ocupar el sindicalismo. Un lugar de acompañamiento total, sin cumplir su verdadero rol. Eso es un poco lo que llevó a la ruptura. En cambio, con este Gobierno la diferencia ya es ideológica, algo absolutamente profundo. No solo no quieren al sindicalismo, sino que no respetan al trabajador en lo más mínimo. En la última reforma laboral eso se ve claramente. Si conceden algo al sector, es porque quieren evitar que haya otra cuestión. Pero no porque en su ideología esté la construcción con el sindicalismo. La clase trabajadora para este Gobierno es una clase que tendría que estar sometida.
-El triunfo de Macri en 2015 tuvo acompañamiento de sectores sindicales, una base que históricamente había votado al peronismo. ¿Cómo vivió ese momento? ¿Cómo jugó el sindicalismo en esa elección?
-No creo que haya existido un acompañamiento importante del movimiento obrero a Macri, sí sé que los medios reproducen constantemente dos hechos. Uno, la inauguración del monumento a Perón; el otro, cuando el Gobierno de la Ciudad le hizo un reconocimiento a los trabajadores de la recolección de residuos. Y me parece que eso es darle entidad superlativa a la política de las fotos. Yo recuerdo que con lo del busto de Perón estuvo (Eduardo) Duhalde, y había dicho que iba a votar a (Daniel) Scioli y que le daba vergüenza que Macri inaugure un busto a Perón. Y cuando le preguntaron a Hugo (Moyano), él dijo que Perón está más allá de todo. Y cuando le preguntaron a quién iba a votar dijo que el voto era secreto. En el ballotage no votó. No fue a Mar del Plata, y él vota ahí. Y lo de los trabajadores de la Ciudad, si lo utilizaron o no de modo político no lo sé. Pero era un hecho que se estaba conversando desde hacía tiempo. Pero recalco que Hugo nunca dijo a quién iba a votar, supongo que habrá votado a Facundo. Hacer campaña es hacer campaña, en el busto de Perón estuvo el “Momo” Venegas, y él sí hizo campaña por Macri.
Yo nunca lo vi a Hugo bajar línea en una asamblea de a quién había que votar. Es más, los vinculados al gremio que jugaron en política fueron al Frente Renovador sin que Hugo les diga nada.
“Hay posibilidades para el peronismo en 2019 y es por eso que no lo quiere el gobierno por ninguna razón. Tratan de acentuar las diferencias en el peronismo para que no haya unidad. Si se lograra una síntesis de conducción, no hay ninguna duda que hay chances.”
-Habrá estado en los actos de River y Huracán, donde los discursos de Cristina empezaron a separar al sindicalismo y a Moyano del kirchnerismo. ¿Fueron esos los momentos de quiebre?
-Hugo no se auto-postulaba como un posible Lula. Sólo decía “ojalá mi generación lo vea” -a un obrero en la Presidencia-. Y no lo manifestó en contra de Cristina, sino como una idea del movimiento obrero. Nadie niega que Cristina pudo haber sido trabajadora o que otros presidentes fueran trabajadores. Él se refería a alguien surgido de las filas del movimiento obrero. Pero las causas de la división fueron más profundas, no creo que eso haya sido un hito clave en la relación.
-El quiebre con los gremios le generó una pérdida de apoyo relevante al kirchnerismo.
-Eso fue antes de las elecciones y Cristina después sacó el 54%. Fue un desgaste más bien, creo que una parte importante fue esta ruptura con el sector más representativo del movimiento obrero. Y hubo una equivocación, es una postura que el kirchnerismo también adoptó con otros sectores. De saltearse la relación, de no respetar ninguna entidad intermedia.
-Muchos en Cambiemos creen que el sindicalismo tiene mala imagen y que la confrontación con ese sector da rédito político. Lo han medido.
-Puede ser que una parte se agarre de eso, de la denuncia. Pero cuando avanzan contra los sindicatos hay algo más profundo. Preparan el terreno para lo que ocurrió en Brasil. Avanzan contra los dirigentes buscando los lugares más fáciles, que podemos cuestionar todos, como (el dirigente del SOEME preso por corrupción, Marcelo) Balcedo, que ni siquiera es del todo sindicalista, es más empresario de medios. Ellos hacen ese camino, en forma muy premeditada. Y si analizas el corto plazo, aún no pudieron avanzar en profundidad sobre las reformas laborales, que fueron más fuertes de lo que ellos mismos anunciaron después de ganar la elección de medio término.
-¿Por qué pone el ejemplo de Brasil? ¿Ve conexiones?
-Un poco es todo parte de lo mismo, de cómo se maneja la derecha. Me refiero a una guerra judicial, con utilización mediática. En Brasil todo fue más grosero, más burdo. Acá hubo estructuras históricas que no lo permiten.
-Mencionaba anteriormente a la Unión Industrial Argentina. Siempre se han enfrentado con ellos desde CGT. Hoy casi que comparten quejas contra el Gobierno, sobre todos los del sector pyme.
-Es lógico, porque son industriales. Nosotros tampoco planteamos una guerra de clases, sino una comunidad organizada con diferentes sectores. Pero hay diferencias: está el sector financiero, que me parece que a este Gobierno le gusta, y el del campo. Y después los industriales, los más chicos más que nada, por eso se coincide en las críticas. No hay dudas de que este Gobierno le da más respuesta al empresario que al trabajador. Apenas asumieron tomaron decisiones en ese sentido: baja de retenciones al campo, la minería, no dieron respuesta al sector trabajador incluso ante promesas electorales.
-Hablaba de los denunciadores del Gobierno y cuesta no asociarlo con Elisa Carrió, que ha salido a pegarle fuerte a los Moyano. ¿Cómo tomaron la comparación con Hoffa (Jimmy, dirigente camionero estadounidense, vinculado a la mafia)?
-Fue más que eso. Ella se refirió a cómo terminó Hoffa, una persona que aún está desaparecida. Y se sospecha que murió a manos de la mafia, quiso darle a todo el tema un entorno. Y decía que Hugo y Pablo eran criminales que tenían muertos encima. Son declaraciones que hay que analizar psiquiátricamente más que políticamente y que le hacen daño a la política. Se le fue la mano hasta para aquellos que se alimentan de esa política de odio. Decir algo tan extremo la deslegitima a ella como la denunciante que quiere ser. Además, es contradictoria: circula un video del año 2000 donde decía que Moyano era un ejemplo, decía que estaba estereotipado por la apariencia y las formas, pero que era un ejemplo en un momento en el que todos mentían. No soy médico para decirlo, pero tiene un problema mental. Hizo lo mismo en varias situaciones, como cuando dijo lo de (Santiago) Maldonado y Walt Disney.
-¿Y no cree que esa posición se comparta en el Gobierno?
-Y…ella integra Cambiemos. Fue la candidata en la Ciudad. Si son inteligentes políticamente, ese extremo no lo van a tocar. No creo que sean tan alevosos como esta mujer. Y no solo es contra Moyano, también es contra el Papa Francisco, contra (el presidente de la Corte Suprema, Ricardo) Lorenzetti...tira para todos lados.
“No es fácil anticiparse. Por ahí el triunvirato de CGT tiene el tiempo cumplido, pero todos dicen lo mismo. Y el triunvirato nació un poco de esa forma, como una transición”
-Usted es joven, y uno de los temas que siempre surge en torno al sindicalismo es la renovación generacional. De hecho, su hermano Facundo presentó un proyecto sobre el tema. ¿Cómo lo ve?
-Eso se está discutiendo constantemente. Pero no contiene limitación de mandato. La discusión primero se tiene que dar adentro, si viene de los medios o desde el ámbito académico o empresario, no me parece saludable. Pero pienso que la primera premisa debe ser cuál es la democracia. Y la democracia es la que expresa la voluntad real de los trabajadores. La limitación de mandato se puede discutir, si se quiere, dentro de una organización, en Camioneros yo les preguntaría a los camioneros. El 21F había 100 mil camioneros, se podría haber hecho, y la respuesta te la imaginarás. En muchos casos hay dirigentes que están en sus organizaciones desde hace mucho tiempo y con la limitación de mandato eso no se solucionaría. Tiene que haber una democracia real para que se elija otra alternativa o se siga eligiendo la que existe y que sea representativa de lo que quieren los trabajadores. En muchos sindicatos hay democracia, hay mucha más democracia que en otros sectores de la sociedad en los que se erigen como paladines de la transparencia. Hay participación, hay asambleas. Hay un contacto diario con el reclamo. Y en otras organizaciones, no.
-El tema renovación lo ha planteado también el Gobierno, en el marco de su idea de combatir focos de corrupción sindical.
-Ellos quieren bajar los costos y avanzar con las modificaciones laborales, por eso lo plantean.
-Pero reconoce que hay problemas de corrupción en gremios.
-Sí, por supuesto. En toda la sociedad existen lugares donde hay corrupción: en la política, el empresariado, hasta en la Iglesia y las organizaciones sociales, y allí tiene que actuar la Justicia. Se repudia como en todos los ámbitos.
-En los noventa, su padre armó un polo sindical con movimientos sociales y gremios, el MTA, para reclamarle al menemismo por el modelo económico y social. La CGT en aquel entonces jugó al oficialismo. Hoy hay un intento de algunos sectores, incluido Moyano, de armar nuevamente un esquema de ese estilo. ¿Observa coincidencias políticas entre estos dos momentos?
-Pienso que sí, es similar. No lo digo solo por la situación económica, sino por cómo se funda el poder de este gobierno. Es puro puro, está apoyado por todos los sectores que son el poder real. No estamos tan lejos de las elecciones y por eso creo que hay un poco de los dos trabajos para hacer, militancia y política. Lograr la unidad del peronismo es importante en ese sentido. No es una tarea sencilla, pero se está transitando. La resistencia social ya se venía gestando. Le recuerdo que hablaron (Hugo) Yasky y (Pablo) Micheli, en el último acto de CGT.
-Es cierto. De todos modos, aquel MTA tenía integración social, pero después de eso la CGT pasó al menos dos décadas sin sumar al sector social y a otras organizaciones.
-Hay unidad de acción ahora y lo otro está en proceso. Hay un denominador común: el avance de la derecha contra los trabajadores, contra el pueblo en su conjunto.
“En muchos sindicatos hay democracia, hay mucha más democracia que en otros sectores de la sociedad en los que se erigen como paladines de la transparencia. Hay participación, hay asambleas. Hay un contacto diario con el reclamo. Y en otras organizaciones no.”
-El peronismo ha sido una fuerza política con capacidad de mutar para adaptarse. El gobierno de Menem se alió con sectores de derecha. ¿Qué pasó con el resto?
-El peronismo no es mutante, es un movimiento que se integra desde un espectro bastante amplio, porque lo que busca es el equilibrio en la sociedad para darle respuesta a los sectores más débiles. El de Menem se plegó a la derecha, después hubo una crisis, y Kirchner tuvo apoyo sindical. Se puede compartir o no la visión, pero hubo avances. Se derogaron leyes laborales de la década anterior, volvieron las paritarias. Y lo que hizo Cristina no creo que haya sido de derecha. Quizás no sea hoy el peronismo el único sector que pueda conformar una oposición integrada, como para hacerle fuerza al oficialismo. Como aprenden los sectores populares, también aprende la derecha.
En la última elección creyeron que le habían dado el tiro de gracia al peronismo, o quisieron preanunciarlo, y plantean nuevas formas de la política. Las formas pueden variar, pero los objetivos siguen siendo los mismos.
-Estuvo en reuniones con el presidente. ¿Cuándo fue la última vez que lo vio a Macri?
-Hace unos años, en 2015, creo. Lo veía bastante parecido a lo que es ahora. Por ahí, ahora cuando lo ves en acción te impacta más. Porque una cosa era lo que podía hacer desde el Gobierno de la Ciudad y otra es cuando, a nivel nacional, le ves tomar decisiones claramente a favor de ciertos sectores.
-En un inicio, no parecía que Cambiemos fuese a tener una relación compleja con ustedes.
-Quizás quiso guardar un equilibrio, pero lo rompió cuando intentó avanzar para cumplir sus verdaderos objetivos. Y esto lo viví personalmente, no lo leí en el diario. Se vio cuando quisieron avanzar con la reforma laboral. Para Macri, el sindicalismo que cumple su función es un obstáculo. El que reclama es un obstáculo.
-¿OCA es o no es de Moyano?
-Esa es una barbaridad que dicen los medios.
-¿Puede explicarlo?
-Es muy sencillo: la idea del gremio es preservar 7 mil fuentes de trabajo directas y 11 mil indirectas. Es un conflicto social, directamente. El interés es muy grande. ¿Si Moyano es el dueño de OCA? Es una barbaridad de las tantas que se han dicho. Hoy la empresa está mal administrada, está concursada. El interés del gremio es muy concreto, incluso se le dio un préstamo para que pudiera pagar parte de los salarios.
-En la última reunión de CGT se lo vio participando. ¿Cuál es el modelo que supone sería el conveniente para el rearmado de la central?
-No me corresponde expresarme en ese sentido, pero tiene que ser lo que se defina en este proceso. No es fácil anticiparse, por ahí el triunvirato tiene el tiempo cumplido, pero todos dicen lo mismo. Y el triunvirato nació un poco de esa forma, como una transición.
-El reagrupamiento del peronismo que mencionaba antes, ¿puede hacerse con una CGT partida?
-Yo pienso que el rol que juega el movimiento obrero es importante, pero no siempre la representación formal coincide con la real, y con la unidad real. El rol del movimiento obrero es fundamental para el peronismo, pero no necesariamente lo que surja de una posible nueva CGT va a ser imprescindible.
-¿El peronismo llega con chances al 2019? En el oficialismo hay confianza ciega en la renovación de los mandatos.
-El peronismo solo no. La escuchaba a la intendenta de La Matanza (Verónica Magario) en el encuentro en Hurlingham, ella decía que la unidad del peronismo es la base para liderar la oposición. Por ahí el peronismo solo no termina abarcando todos los sectores, pero sí es muy importante como el movimiento político más trascendente de la historia argentina. Cada vez es más claro que hay posibilidades para el peronismo en 2019 y es por eso que no lo quiere el Gobierno por ninguna razón. Tratan de acentuar las diferencias en el peronismo para que no haya unidad. Si se lograra una síntesis de conducción, no hay ninguna duda que hay chances.
-¿Más allá de que no haya candidatos?
-La dificultad viene por ese lado, pero pienso que hay muchos dirigentes importantes que están a la altura de las circunstancias e interpretan este momento especial. Hay que tener actos de grandeza y saber que hay un objetivo superior, que es que se vaya un gobierno que avanza todos los días y perjudica al pueblo argentino.