AFTER OFFICE. G20 EN BUENOS AIRES

Toda la trastienda de la cumbre que hizo llorar al Presidente

EL SEGUNDO PLANO DEL PJ. La dirigencia opositora tuvo un desempeño discreto en las múltiples reuniones que los funcionarios nacionales mantuvieron con las delegaciones de los países que forman parte del G20. Aunque en la Secretaría General de la Presidencia, que conduce Fernando de Andreis, aseguran que todos los gobernadores peronistas fueron invitados a participar de distintas actividades, apenas un puñado puso la cara junto al Presidente. Los mandatarios que decidieron asistir aprovecharon la ocasión para tentar a los líderes mundiales con productos de sus provincias o para pedir financiamiento. Los ausentes se escudaron en temas de logística y actividades impostergables en sus territorios.

 

El viernes 30, la recepción que Macri le brindó al presidente de Consejo de Ministros de Italia, Giuseppe Conte, llevó a la Casa Rosada al ex candidato presidencial del Frente para la Victoria y diputado Daniel Scioli; el presidente del interbloque Argentina Federal en el Senado, Miguel Ángel Pichetto; los gobernadores peronistas Juan Manzur (Tucumán) y Domingo Peppo (Chaco); el santiagueño Gerardo Zamora (Frente Cívico por Santiago) y el neuquino Omar Gutiérrez (Movimiento Popular Neuquino).

 

Un día después, Zamora y Manzur estuvieron también en la gala que el Gobierno organizó en el teatro Colón para agasajar a los mandatarios del G20. El santiagueño aprovechó la ocasión para hablar con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe. En el Colón también estuvo el sanjuanino Sergio Uñac, quien antes de la gala acordó las condiciones finales del pliego licitatorio del túnel de Agua Negra junto al presidente chileno, Sebastián Piñera, y titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno.

 

 

 

El japonés Shinzo Abe también escuchó a Manzur, que aprovechó para pedirle inversiones en Tucumán. Algo similar hicieron el domingo el propio Manzur, el entrerriano Gustavo Bordet y el chaqueño Peppo, que fueron invitados al almuerzo que ofreció Macri al líder de China, Xi Jinping, en la residencia de Olivos. Los gobernadores abordaron a Jinping para hablar sobre las potencialidades de sus provincias.

 

El resto de los opositores brilló por su ausencia. En general, los gobernadores apelaron a la excusa de lo complejo que resultaba llegar y salir de Buenos Aires con el operativo de seguridad montado para el G20 para declinar invitaciones. El salteño Juan Manuel Urtubey no se quiso perder un plenario del PJ provincial y los demás mandatarios mantuvieron su agenda habitual de actividades en sus distritos.

 

 

 

 

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ÁGAPE ESCASO DE REFRIGERIO. Las invitaciones a la gala del Teatro Colón se cursaron por múltiples vías: Presidencia, Jefatura de Gabinete y muchas las repartió el propio secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, de vínculo fluido con empresarios. La gente se convocó a las 17.30 a un supuesto ágape en la Plaza Vaticano. En una carpa instalada sobre la vereda lateral de Viamonte, debieron esperar hasta las 19 con algo de bebida y poco bocado sólido. “Valió el esfuerzo por lo que vimos”, contó a Letra P un invitado que padeció la ausencia de canapés. A la hora señalada sacaron a empresarios, ex funcionarios y otros de la carpa y los condujeron a una pequeña puerta que los ingresó al evento, mientras que los líderes y funcionarios entraban por Libertad.

 

 

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BULLRICH MIRANDO “NARCOS”. El filósofo y pensador de la Casa Rosada, Alejandro Rozitchner, bromeó antes de ingresar con Guillermo Yanco, el esposo de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “¿Qué está haciendo Patricia? Seguro que nada”, le comentó entre risas a la pareja de la funcionaria, ocupada al máximo de la seguridad del G20. “Está en casa mirando una serie, creo que Narcos”, contestó Yanco con el humor propio de una situación distendida.

 

 

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MENEM SUPERSTAR, DE LA RÚA PINCHADO Y EL SALUDO DE UNA AWADA. En el primer palco de la derecha en el Colón se sentaron el ex presidente Carlos Saúl Menem y su hija, Zulemita. En el primero, pero de la izquierda, Fernando De la Rúa, su mujer, Inés Pertiné, y el ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini.

 

Lo del riojano fue uno de los hitos de la tarde. Primero, recibió en su palco a “Pomi” Awada, la madre de la primera dama. Zulemita y Juliana son amigas desde la adolescencia y hay una relación entre las familias. Luego, culminada la velada, "El Turco” bajó por el ascensor y tardó al menos 20 minutos en salir. Abajo lo esperaba De La Rúa para un abrazo que demoró hasta que los fans de Menem dejaron de pedirle fotos: empleados del Colón, ex funcionarios y empresarios le reclamaron postales.

 

 

 

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LUGARES VACÍOS: El operativo de seguridad y las complicaciones para entrar dejaron a las plateas y palcos raleados. Los palcos de Menem y De la Rúa, para seis lugares, sólo tenían ocupados dos y tres, respectivamente. Bullrich pidió tanta restricción de seguridad que hubo una selección algo caprichosa de los invitados que podían ir con pareja. Así, las áreas del salón del Colón mostraron blancos inéditos para un evento de semejante magnitud.

 

 

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LA BOMBONERA, SOLA, UN VICIO DE MACRI. Nadie se explicó muy bien por qué en el video para promocionar Argentina y Buenos Aires sólo se vio a la cancha de Boca. Fue el comentario más crítico que se le hizo al Gobierno desde los invitados. Más aún cuando está encendida una disputa entre ambos clubes tras el bochorno en la Copa Libertadores frustrada. Los funcionarios del gabinete lo explicaron así a los presentes que manifestaron descontento: “A Mauricio le costó mucho llegar a la presidencia, hizo un gran esfuerzo, viene del fútbol y, cuando le preguntaron por un símbolo del fútbol, él pensó en La Bombonera”.

 

 

 

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INFANTINO Y DOMÍNGUEZ, ENTRE EL MIEDO Y LA POLÉMICA. María Eugenia Vidal, la gobernadora bonaerense, se sentó en primera fila. Justo atrás de ella, dos lugares de preferencia inéditos, el jefe de la FIFA, el ítalo-suizo Gianni Infantino, y el paraguayo Alejandro Domínguez, titular de la Conmebol. Cuentan que Macri intentó evitar a Infantino luego del cruce en el agasajo al primer ministro italiano. Domínguez, el hombre más polémico del fútbol tras el Boca-River exportado a España, pasó casi desapercibido y nadie comprendió qué hacía ahí. Infantino charló con los presentes. “Le impactó el nivel de violencia que vive Argentina”, contó a Letra P un empresario que charló unos minutos. Ya el FIFA boy había sido agredido en el Monumental, pero en este caso hablaba de algo que va más allá del fútbol y que percibió “viendo los noticieros”

 

 

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TRUMP SEPARATISTA. El palco presidencial del Colón tiene lugar para 30 invitados. Entre otros, lo ocuparon el ruso Vladimir Putin, el chino Xi Jinping y el presidente de Chile, Sebastián Piñera. Trump se consiguió un palco especial que compartió con su mujer, Melania, y su hija.

 

 

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PULSERAS DE COLORES. Los invitados se identificaron con pulseras de tres colores. Las grises, para funcionarios y líderes. Naranjas para ministros y violetas para ex funcionarios y otros curiosos. De los pocos hombres de negocios de peso que llegaron al evento, el titular de la Copal y vice de la Unión Industrial (UIA), Daniel Funes de Rioja, fue el único distinguido con pulsera gris para acceso. Vale recordar que fue el elegido por Macri para comandar el Business 20, la rama privada del G20.

 

 

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POCOS SE ACERCARON A LOS LÍDERES. “Esperábamos poder haber charlado más, pero no tuvimos contacto”, contaron invitados especiales a Letra P. Los palcos superiores estaban vedados al acceso de los convidados. Y hasta para ministros en actividad. Sólo Marcos Peña y algunos otros afortunados pudieron saludar a los presidentes. Fue el caso de Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gobierno porteño; su esposa, Bárbara DiezVictoria Alcaraz, directora general del Colón, y el jefe de Gabinete de Larreta, Felipe Miguel.

 

 

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UN CUENTO CHINO. Después de la intervención de Sarah Sanders,  la vocera de Donald Trump, al término de la reunión bilateral que este acababa de mantener el viernes a la mañana con Mauricio Macri, el desasosiego se apoderó de la delegación china. No importaba, por supuesto, el error risible de protocolo que le regaló la recepción pomposa de la banda militar presente a un simple empleado que había bajado del avión antes que Xi Jinping. “Ambos líderes reiteraron su compromiso compartido de enfrentar los desafíos regionales como Venezuela y la actividad económica depredadora china”, fue la frase que disparó la inquietud.

 

En la delegación que acompañó a Xi se empezó a hablar de “engaño” y el enojo crecía a medida que pasaban las horas y el Gobierno argentino no atinaba a distanciarse con la suficiente contundencia de lo que Trump había mandado a decir. De hecho, la reacción oficial fue lenta. Requirió aclaraciones sucesivas del canciller Jorge Faurie, del embajador en Estados Unidos, Fernando Oris de Roa; de su par en Pekín, Diego Guelar, y, finalmente, del propio Macri. Todos fueron de lo ambiguo a lo más claro, que era lo que Xi aguardaba.

 

De hecho, el presidente de China fue el único de los invitados a la cumbre del G20 que había llegado para realizar una visita de Estado. Tras casi tres años de indiferencia macrista hacia ese país, la intención de aquel era relanzar el vínculo con una serie de acuerdos e, incluso, con una intensa campaña de relaciones públicas, que incluyó la emisión, el viernes a la noche, de un programa en canales de cable sobre las bondades del camino chino al socialismo, que contó con la participación del propio Xi como narrador de pasajes del pensamiento político clásico de su país.

 

 

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LAS MANZANAS DE MARCOS. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, fue de los primeros funcionarios en recorrer el predio de Costa Salguero y su anexo de Parque Norte, reservados para los cerca de 2.500 periodistas acreditados. En su visita al salón de Parque Norte, el funcionario nacional recorrió todo los sectores del predio escoltado por el titular del Sistema Federal de Medios Públicos y uno de los organizadores del evento, Hernán Lombardi; el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis, y el secretario de Comunicación Pública, Jorge Grecco. Cuando el ministro coordinador tomó el corredor que conectaba la sala de prensa con el comedor se entretuvo con el “pasillo gastronómico” del predio. Miel libre de gluten, aceites, pastelitos y otros productos vinculados a los alimentos. A pesar de la extensa oferta, Marcos se entretuvo con una manzanas “deliciosas”. 

 

 

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LOS AVIONES DE LOMBARDI. Tras la recorrida de Peña por el predio y la conferencia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, el ambiente en el Centro de Medios de Parque Norte se tranquilizó. Pero la paz se interrumpió unos segundos cuando empezaron a sobrevolar unos aviones por la zona del Río de La Plata. “Tranquilos, son los Pampa”, lanzó Lombardi ante las consultas de los periodistas. El Gobierno había acordado con las delegaciones extranjeras que los únicos aviones militares que podían estar por esa latitud eran los locales. “Son los nuestros”, soltó el funcionario entre risas.

 

 

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ADN Y MOTOR DE AUTO. El operativo de seguridad trazado para la Cumbre afectó a los porteños que viven, circulan y trabajan por la Ciudad de Buenos Aires. Alteró jornadas laborales y rutinas y trastocó servicios de transporte, entre otros aspectos. A su vez, cambió el paisaje de la Ciudad: amaneció vallada desde el jueves y militarizada en extremo desde el viernes, para custodiar los movimientos y traslados de los líderes que se congregaron en Costa Salguero y se movieron, casi en su totalidad, por la zona norte. También, el operativo de seguridad afectó al propio oficialismo. “Me pidieron análisis de sangre y hasta el motor del auto oficial”, se quejó uno de los ministros que pudo llegar hasta Costa Salguero. Algunos funcionarios del Gobierno no obtuvieron la credencial y se quedaron afuera de la Cumbre y de la sede Parque Norte.

 

 

 

EXPLICAR Y AGRADECER. Con la Ciudad vallada y toda la atención puesta en el G20, el preside te Macri bajó un mensaje a su gabinete: pidió “explicar y agradecer”, según pudo reconstruir Letra P. En rigor, les pidió a sus ministros que explicaran los “beneficios” de la Cumbre para los “ciudadanos de a pie” y que, además, pidieran disculpas, siempre que hablaran ante medios de comunicación, por el operativo de seguridad y las complicaciones de tránsito. “Mauricio nos pidió dos cosas: explicar en qué nos sirve a los argentinos toda esta Cumbre del G20 y agradecer a los porteños que se bancaron este lío que se armó en la Ciudad por el operativo de seguridad”, apuntó un funcionario nacional mientras recorría el predio de Parque Norte.

 

 

Maximiliano Pullaro recibió patrulleros de la provincia de Buenos Aires
Martín Menem y Karina Milei.

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