En la cumbre del G20, las diferencias entre el mundo online y el offline fueron más que significativas. Lo realmente importante, las firmas de acuerdos –los que sabemos y los que no–, las comunicaciones entre las delegaciones, las conversaciones puerta adentro, etcétera, todo eso tuvo lugar en el mundo offline. Ahora bien, ¿qué podemos rescatar del papel de las redes? Si saltamos por un instante las desopilantes placas de Crónica TV, los berrinches de los mandatarios, los forzados llantos presidenciales y las anécdotas amarillas –¿cuántos años es que le lleva Brigitte a Macron?-, es factible encontrar algunos rasgos interesantes en las cuentas oficiales de los principales mandatarios que participaron de esta cumbre.
Una primera pregunta guió el relevamiento de las cuentas de Instagram, Facebook y Twitter: ¿A quiénes les hablaron los presidentes?
En el discurso político, el destinatario por excelencia es el ciudadano nacional –digamos, aquel que participa de la contienda electoral–: el argentino, el norteamericano, el japonés, el francés. No fue esta la excepción, porque los presidentes, cuya mayoría estuvo a miles de kilómetros de los países que gobiernan, usaron las distintas redes para comunicarse con sus representados. El IG de Sebastián Piñera mostró un claro ejemplo de esto cuando, durante el día sábado, publicó un video explicando “cuáles son los principales temas que abordaremos y que son importantes para Chile y para el mundo”:
Los casos de Donald Trump y de Emmanuel Macron fueron aún más particulares porque, durante su visita a Argentina, se conocieron tres hechos de significativa importancia tanto para sus países como para la figura de ambos. Del lado norteamericano, por un lado, la muerte del ex presidente de George Bush (padre) y, por el otro, el conflicto con las Trump Towers en Moscú, cosa que hizo despotricar a Trump vía Twitter, después de haber cancelado, a último momento, la reunión con su par ruso, Vladimir Putin.
Del lado francés, Facebook y Twitter (con el mismo contenido, pero recortado para el caso de Twitter), fueron usado por el mandatario para expresar su disconformidad y repudio respecto de los hechos sucedidos en París.
Las barreras idiomáticas fueron un gran primer problema y fue solo Macron quien, en su cuenta de Twitter, tuvo algún guiño con los lectores hispanos y decidió twittear simultáneamente en francés, inglés y español:
Y no fue solo este el gesto distintivo del francés: aprovechó su pronta llegada para salir de las actividades del G20 y dar una vuelta por Buenos Aires. De ahí las pocas fotos que subió a su cuenta de Instagram: un pequeño homenaje a Jorge Luis Borges y su visita al Parque de la Memoria. Su Facebook y su Twitter, sin embargo, tuvieron un comportamiento más activo, fundamentalmente mientras se producía la primera reunión de los mandatarios. Allí, con alto contenido político, Macron expuso los principales ejes de lo que suponemos se estaría hablando puertas adentro.
Pero si hubo alguien a quien observar, ese fue el anfitrión del evento, Mauricio Macri, quien tuvo a disposición un gran equipo comunicacional capaz de generar una cobertura tanto de índole protocolar como más “cercana”. Un primer video del presidente, grabado por él mismo en un primer plano, lo mostró anunciando la apertura de la cumbre y fue esa la última imagen grabada por él mismo. Luego de eso, cientos de stories hicieron sentir al ciudadano argentino un partícipe más de la cumbre (la pregunta queda abierta: ¿por qué esa necesidad de hacer sentir al ciudadano argentino adentro de la cumbre mientras se había vallado gran parte de la Ciudad de Buenos Aires?).
La cobertura fue completa, salvo por las reuniones donde no se permitió prensa. Esto es, una cámara celular siguió durante estos días a Macri mezclando fotos institucionales, videos de recibimiento de los presidentes invitados, sintéticas declaraciones del Presidente mirando a cámara, resúmenes de los días y las noches pasadas.
En un momento en el que el liderazgo de Macri aparece entre signos de interrogación y frente a un cierre de año nada promisorio, pareciera que el foco estuvo puesto en realzar esa imagen con un mensaje tantas veces repetido por el macrismo: antes estábamos afuera de todo, ahora hemos ingresado al mundo. Con este fin, las tres redes sociales oficiales publicaron videos subtitulados en los que primeros ministros y mandatarios del mundo felicitaban al presidente y daban cuenta de los maravillosos días que pasaron en el país.
Por más obsoleta que pueda parecer este tipo de información, y ante la abrumadora cantidad de datos, acuerdos, nombres, hechos de los que la Argentina fue el centro durante el fin de semana, no hay que olvidar que las redes sociales son, hoy, uno de los lugares en los que “la cosa pública” se dirime. Esto es, por un lado, que gran parte de la materia prima que se consumió en los medios masivos de comunicación provino de redes sociales. Por el otro, porque, siguiendo al sociólogo norteamericano John Thompson, los regímenes de visibilidad que otrora aparecían circunscriptos a los medios masivos de comunicación o al espacio público tradicional –la calle–, hoy comparten terreno con estas nuevas formas de comunicación.
(*) La autora es becaria posdoctoral del CONICET-Centro de Investigaciones en Mediatizaciones (CIM) / Universidad Nacional de Rosario (UNR)