-Mucho se habla de la obra pública como un lugar oscuro, de negociados, de acuerdos entre privados y el Estado. ¿Con qué situación se encontraron?
-Recibimos una obra pública prácticamente paralizada, con contratos y convenios con provincias y municipios en muy malas condiciones. Lo que implicó la virtual paralización de la posibilidad de pagar, nos llevó un semestre ordenarlo. Hoy estamos ejecutando muy por encima de la mitad del presupuesto, estamos en torno al 55% del año, con lo cual creemos que vamos a cumplir con creces la pauta presupuestaria.
-O sea que antes de octubre casi que se va a gastar todo lo que había para obra…
-Sí, exactamente.
-¿Qué cosas llamativas o irregulares había en el papeleo?
-Por ejemplo, curvas de inversión física que estaban muy por debajo de los pagos, de la curva financiera. Se pagaba muy por encima de lo que se ejecutaba, esa era una práctica, una constante. Se le daba más plata a las empresas y a las provincias y municipios que la obra física que se hacía. De eso ya hay varios casos en la Justicia y otros en proceso de ir. El otro tema es que nos encontramos con contratos que tenían precios muy desactualizados que no estaban redeterminados. Y eso hizo que las obras se pararan, teníamos obras de los años 2009 y 2010 en esas condiciones. Ordenar eso dificultó la puesta en marcha rápida de las obras.
“Hoy estamos ejecutando muy por encima de la mitad del presupuesto, estamos en torno al 55% del año, con lo cual creemos que vamos a cumplir con creces la pauta presupuestaria”.
-Todo esto que relata tuvo una importante responsabilidad del Estado anterior, pero también de los privados. Roberto Lavagna dejó su cargo en el gobierno de Kirchner tras denunciar cartelización en pleno congreso de la Cámara de la Construcción. ¿Cómo procedieron con el sector empresario, que es el mismo que estaba antes?
-Desde el primer día hicimos cosas bien concretas y, a diferencia de lo que se hacía antes, hoy todos los pliegos de licitación se pueden bajar gratis por Internet. Si querés participar de una licitación en AYSA entras en la página de AYSA y tenés un PDF donde podés descargar gratis el pliego. Antes tenías que ir a buscarlos, pagarlos. Además estamos avanzando en un decreto de transparencia y buenas prácticas de la obra pública, estamos terminando de pulirlo con Transporte y Energía. Establecemos allí que se ponga la información de las obras online, para que se sepa quién ganó, a qué precio, cuáles son las modificaciones de la obra, por qué se modificó el contrato o la obra, todo para que haya un escrutinio público de esas cosas.
Solo con el cambio de actitud, de reglas en el sentido de decir somos algo diferente, se generó una caída muy violenta de los precios. Ya el año pasado los precios eran sensiblemente inferiores, en términos nominales, a los de 2014 y 2015. Llegando al 20 o 25% por debajo.
-¿Esa diferencia de precios iba a retornos a la política?
-Era la cartelización o podía ser retornos a la política, en algunos casos. Además de una ganancia extraordinaria para la empresa. Entonces dijimos que había que competir. Hoy en todas las licitaciones de todas las áreas hay no menos de cinco oferentes y eso aumenta la posibilidad de que los precios sean más competitivos.
“Si no hay inversión privada la construcción difícilmente logre niveles de crecimiento muy elevados. Esa es la gran apuesta que hacemos, que haya incentivos para que el privado ponga el ladrillo”.
-Hoy está en la palestra el caso Odebrecht, un emblema de esa relación espuria de Estados y licenciatarios de obra. ¿Cómo observa este caso?
-Nosotros le suspendimos la posibilidad de que la empresa licite nuevas obras en el lapso de un año, prorrogable hasta tanto no resuelva la situación judicial. Estamos dispuestos a dar toda la información que nos pida la Justicia de esa empresa.
-Se especuló con que dejara de operar en Argentina.
-Nosotros la suspendimos.
-¿Hubo de parte de esos sectores empresarios algún tipo de autocrítica por su conducta pasada?
-Las charlas son siempre informales, ellos saben bien lo que nosotros buscamos y creemos. Tenemos un buen vínculo con los empresarios porque fijamos reglas distintas a las que venían hasta 2015.
-¿Y ese "cambio de reglas" les quitó márgenes de rentabilidad?
-No. Hoy ganan bien por dos cosas: ahora hay más volumen de obra y, por otro lado, en un entorno más competitivo tenés que ser más eficiente para tener precios más competitivos y costos más bajos. Eso también te exige para tener una rentabilidad razonable.
“Suspendimos la posibilidad de Odebrecht licite nuevas obras en el lapso de un año, prorrogable hasta tanto no resuelva la situación judicial. Estamos dispuestos a dar toda la información que nos pida la Justicia de esa empresa”.
-¿Cuánto cree que va a terminar creciendo la construcción este año?
-El primer semestre fue 10%. Es interesante además marcar el dato del salto del empleo. La UOCRA está en nuestras mesas de diálogo y volvió a tocar los 400.000 empleos. Pero todavía hay que recuperar 100.000 puestos que se perdieron entre junio de 2015 y junio de 2016. Esperamos que a partir de las últimas medidas de crédito hipotecario en UVA la construcción privada logre finalmente arrancar a la velocidad que queremos.
-Hoy está muy parada.
-Se está moviendo tenuemente, pero hoy claramente los que estamos traccionando la construcción somos nosotros. Pero nosotros somos un 25%, un cuarto de la historia. El 75% es privado. Y si no hay inversión privada la construcción difícilmente logre niveles de crecimiento muy elevados. Esa es la gran apuesta que hacemos, que haya incentivos para que el privado ponga el ladrillo.
-¿Les van a exigir a los bancos privados más compromiso en este sentido?
-Hoy el Nación y el resto de la banca pública está tomando la punta en los créditos hipotecarios. En particular en los créditos intermedios para poder hacer un emprendimiento. De a poco la banca privada se empieza a sumar, ya hay varios bancos nacionales y algunos extranjeros que tienen crecientes líneas de crédito. No sólo para la vivienda final sino para el desarrollo.
LADRILLOS, CAMPAÑA Y BROTES VERDES
-¿Hay una idea de que la obra pública, el rubro más dinámico de la economía, sea una bandera de campaña?
-No es una bandera de campaña, es un objetivo de política que fijó el presidente. Argentina no puede consolidar el crecimiento sin infraestructura. Y tenemos que dar el soporte físico y social para poder crecer. Esto no es política en términos electorales o partidarios. Sí queremos lograr la inversión en infraestructura más grande en Argentina.
-Pero ciertamente es un brote verde, de los que no hay muchos.
-Sí, claro, pero ya empiezan a aparecer en otros sectores esos brotes verdes. Y lo interesante es que estos brotes verdes en nuestras áreas se dan en lugares que son de largo plazo. El que invierte en estas áreas está pensando en el futuro, es de largo plazo, no es inversión financiera que te permite ganar la rentabilidad y después te vas.
“La tasa del BCRA es un instrumento monetario de control de la inflación pero no es, a mi juicio, un obstáculo estructural para que no se pueda invertir en el sector productivo”.
-Antes de preguntarle sobre economía global, mucho se ha dicho del Plan Belgrano, pero los avances son escasos.
-El Plan Belgrano forma parte de una necesidad postergada de las provincias del norte. Nosotros no podemos permitir que haya argentinos que vivan en el siglo XIX cuando estamos en el XXI. En condiciones de acceso al agua potable, a la vivienda, a la conectividad, el norte está en condiciones muy deterioradas. Y, la verdad, en nuestro Ministerio casi la mitad de las obras están en esas provincias. No es cierto que no le dimos prioridad, es al revés.
-En el Banco Central, uno de los sitios en los que más confía Macri en materia económica, se dice que el país puede crecer sin industria ni consumo. ¿Puede?
-Aspiramos a que haya un crecimiento armónico de todos los componentes de la demanda y lo estamos viendo. Por supuesto, tiene que haber un crecimiento de la inversión, porque basar el esquema de crecimiento sólo en el consumo genera los problemas que ya conocimos. Presión inflacionaria que no se puede sostener, pérdida de dólares, déficit fiscal. Por ese camino no vamos, eso no es consumo, es consumismo, y así nos fue. Hoy nosotros pensamos a largo plazo. En algún momento el consumismo se iba a terminar y nos íbamos a quedar con una cantidad de problemas estructurales en la macro que se empezaron a resolver cuando se asumió el Gobierno.
-Menciona antes la relevancia de la inversión. ¿Está el terreno hoy como para destinar dólares a inversiones productivas, cuando las tasas son aún tentadoras?
-Sí. Lógicamente hay una gran heterogeneidad, hay sectores industriales vinculados a la economía brasileña que están sufriendo, somos conscientes de eso y la verdad es que se están tomando medidas de contención para que la crisis de Brasil no siga impactando allí. Pero hay otros donde la rentabilidad es importante. Y si pensás en una Argentina con inflación más baja que la de ahora, con un esquema de incentivos que te permitan prever el largo plazo, el escenario está.
La tasa del BCRA es un instrumento monetario de control de la inflación pero no es, a mi juicio, un obstáculo estructural para que no se pueda invertir en el sector productivo.
“Hoy la inflación es la mitad de la del año pasado, y el año próximo vamos a tener una más cerca del 10% que del 20%”
-¿La inflación está domada?
-La inflación sigue siendo alta, pero claramente muestra una tendencia declinante. Y el año que viene estoy convencido que vamos a tener una inflación sensiblemente por debajo de la actual. Hoy es la mitad de la del año pasado. Y el año próximo vamos a tener una más cerca del 10% que del 20%.
GASTO PÚBLICO Y EL CLUB DE LOS “ULTRAS”
-Uno de los temas más discutidos en el último tiempo es el nivel de gasto del Estado. Ya opera una contracción en el esquema de ministerios, ¿le parece que tienen que ser menos carteras?
-Lo que tiene que haber es un concepto de equilibrio fiscal, los instrumentos son varios. El objetivo es que tengas cuentas equilibradas y en este camino estamos. Este año se va a cumplir la meta fiscal y así vamos a ir reduciendo la necesidad de que el sector privado financie un exceso de gasto por encima de la recaudación del Estado.
-Con el gasto público los corren por derecha algunos economistas y por izquierda también los corren otros economistas y buena parte de la oposición...
-Siempre están los que piden ajustes draconianos y echar un millón de personas del Estado. Hubo uno, estos días, que dijo en Twitter que ojalá vuelva el 2001, así la miseria y el hambre hace que los políticos hagan el ajuste violento que se tiene que hacer (N.de R: se refiere Miguel Boggiano, de Carta Financiera). A esos ya no los escucho, me parecen poco serios. Es fácil escribir y decir cosas que después en la práctica no pueden verificarse ni acá ni en ningún lugar en el mundo. La salida gradual es la que te permite evitar la profundización en materia social. Por otro lado, los que piden más consumo sería interesante que nos digan cómo. El problema del consumo es que la inflación se comió al salario. Lo más interesante de todo este proceso es que se pudieron hacer cambios interesantes, salimos del cepo sin crisis cambiaria. Yo creía que era imposible salir en una semana y se salió.
“Somos muy conscientes que en política nada es gratis. Sabiendo eso hay una enorme mayoría de argentinos que lo que quieren es no retroceder”.
-Se salió sin escándalo social pero con alza del dólar y la inflación.
-No hubo gente corriendo a los bancos, miremos la historia argentina.
-Esta semana Sergio Massa dijo en su presentación en el Cicyp que desde que se salió del cepo hasta ahora hubo inflación acumulada del 50%.
-No es así. Pero más allá de eso tenemos que mirar la historia, las soluciones dogmáticas y los atajos: siempre terminan mal. Tanto el atajo de que se puede ajustar de la noche a la mañana como el de creer que se puede incentivar el consumo con aumentos salariales que no se pueden pagar. Volver al realismo económico en la política es clave, hay que caminar de una vez por todas por el camino de la normalidad.
-¿Cómo se reflejará esta situación actual en las urnas?
-Nosotros somos muy conscientes que en política nada es gratis. Sabiendo eso hay una enorme mayoría de argentinos que lo que quieren es no retroceder. Hay tiempos históricos que se han cumplido, claro que hay gente que va a seguir aferrada a ese pasado supuestamente mejor que terminó como terminó. Pero la gran mayoría quiere cambiar, quiere un cambio de rumbo. Y ese cambio tiene idas vueltas, errores y aciertos, pero siempre se va de frente y con la verdad.
“Siempre están los que piden ajustes draconianos y echar un millón de personas del Estado. A esos no los escucho”.
-Antes de entrar a la función pública estuvo del lado de los consultores. Viéndolo de este lado del mostrador, ¿no cree que a los economistas y especialistas les falta comprender un poco más la política, más allá de los números?
-Creo que hacer política económica en el Gobierno te impone, claramente, una cantidad de visiones que uno no termina de apreciar. Y si las ve no termina de entender cuáles son los condicionamientos que te generan. Yo siempre valoro a (Roberto, ex ministro de Economía) Lavagna, que es un economista profesional serio y una persona que tiene una visión política muy interesante. Uno tendría que agregar más desde la política, porque es la que finalmente termina resolviendo las cosas.