Tiempo después de abandonar el poder, y en una suerte de reaparición en la escena política, Cristina Fernández de Kirchner utilizó como plataforma de comunicación sus cuentas personales en las redes más populares.
Con un promedio de 300 mensajes por día, CFK anticipó durante varios meses lo que sería su plataforma de campaña.
Ahora, ya anotada como candidata al Senado nacional por la provincia de Buenos Aires, reproduce esa estrategia, pero casi como formato exclusivo de auto difusión.
Cristina no habla, no hace declaraciones a la prensa. Su escenario son las redes, con fotos, videos y GIF. Basta con acceder a su cuenta para saber qué dice o hace. Incluso, interactúa con sus seguidores, como fue el caso de la visita que realizó al panadero santiagueño, que había hecho una versión de la canción "No hay nada más difícil" para ella.
Esta modalidad es la misma que reproduce la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, aunque claro, salvando los protocolos obligados por su función.
Vidal tampoco habla fuera del libreto trazado por la lógica de Cambiemos. La mandataria maneja de forma exquisita los tiempos, los gestos, la fuerza y la ternura. Y explota esa línea, donde no se permite la espontaneidad de una respuesta. Las conferencias de prensa de Vidal son acotadas y su contacto con la prensa acreditada, inexistente.
Sus visitas suceden siempre sin previo aviso y las actividades de gestión que se desarrollan fuera del ámbito de gobierno son resguardadas con vallas.
“Hagamos un trato: te podés quedar siempre y cuando no le hables” fue el particular acuerdo que hizo esta cronista con uno de los funcionarios de comunicación de la mandataria.
Sucedió durante una de las tantas actividades proselististas que desarrolló la gobernadora, acompañada por varios de sus candidatos nacionales.
Como figura estelar y cara visible de la campaña 2017, a Vidal se la preserva de cualquier imprevisto.
El próximo viernes, fecha oficial para el arranque de la campaña electoral, Cristina Fernández planea su segundo acto “ciudadano”.
Sin conferencia de prensa, declaraciones apuradas a los movileros o algún encuentro telefónico por radio, la ex mandataria planea repetir la modalidad inaugurada el 20 de junio en el club Arsenal.
Acompañada por varios de sus candidatos, Cristina volverá a confrontar con el presidente Mauricio Macri y aludirá a la gobernadora.
Pero siempre desde su puesto clave de oradora líder, sin interrupciones que demoren su jugada electoral.
Vidal, en tanto, sin una candidatura real, no tiene en agenda ningún acto multitudinario y su formato electoral continuará siendo el timbreo, las visitas inesperadas, las recorridas cercadas y las entrevistas amables en los programas de TV de la tarde, o muy convenientes en los programas políticos de la noche.
Ambas mujeres, figuras centrales de la elección 2017, coinciden igual en un punto: el blindaje de la palabra.
Ninguna de ellas imagina moverse del libreto planeado. Como una táctica calcada, dos figuras en apariencia tan diferentes, siguen una línea común, que las potencia.
Dirán lo que quieran decir, solo eso. Y no dejarán lugar para la intromisión de temas que no estén en su agenda electoral.