Desde el vamos, los nombres de los principales candidatos de Unidad Porteña no presentan grandes novedades respecto de la oferta electoral presentada por el kirchnerismo en la última década, sin embargo las negociaciones esbozan nuevos protagonismos hacia dentro del peronismo metropolitano.
Una primera mirada sobre quienes ganaron y quienes perdieron en el cierre de la principal lista de UP, arrimaría al podio en primer lugar al kirchnerismo que se alzó con el segundo y el tercer puesto de la nómina de diputados colocando a Gabriela Cerruti (Nuevo Encuentro) y a Juan Cabandié (La Cámpora), en lugares con chances para llegar al Congreso. Además, en la pelea legislativa, el cristinismo anotó cuatro de los primeros seis postulantes, aunque si la cuenta se extiende hasta el octavo -un número difícil de alcanzar en unas elecciones de medio término- se llega al ansiado fifty-fifty que reclamaban desde el peronismo díscolo.
Lo cierto es que más allá de lo cuantitativo, el dirigente que mejor salió posicionado de estas negociaciones fue sin dudas Víctor Santa María, que desde el año pasado se lanzó con una apuesta riesgosa: reconciliar a los diferentes sectores del peronismo y al mismo tiempo ampliar la base de representación de un frente opositor, incorporando sectores que no habían participado en el Frente para la Victoria.
La ingeniería para conciliar las aspiraciones electorales y políticas de los sectores que supieron compartir un proyecto en el FpV y que rompieron lanzas después de la derrota electoral de 2015, no fue sencilla pero contó con un aventón de una coyuntura que polarizó las opciones entre el macrismo y la figura de Cristina Fernández de Kirchner.
La ex mandataria aportó lo suyo; los lineamientos planteados en la plataforma de Unidad Ciudadana estaban en plena consonancia con la propuesta que impulsó Santa María, lo que facilitó de alguna manera llevar adelante un proyecto frentista amplio. Santa María, además, se sumó un poroto disputándole la interlocucióna La Cámpora, que hasta ahora hegemonizaba la relación, con Cristina.
Ahora, los nombres de los candidatos propuestos por el líder del Suterh -Gisela Marziotta en diputados y Santiago Roberto para legislador- también hablan de la carencia de figuras políticas en su espacio, lo que lo obligó a encontrar personas de confianza en la cantera de su propio holding empresario.
La reincoporación de Juan Manuel Olmos a la convivencia con el peronismo porteño también es un dato relevante. Distanciado del kirchnerismo, ensayó una fallida alianza con el Frente Renovador, lo que no le impidió sumarse tardíamente al grupo Umet -tal como se designó al espacio que conduce Santa María y que antagonizó con el cristinista Grupo Patria- y conseguir su lugar en la lista.
La defensa por parte de los Umet del nombre de María Rosa Muiños para el segundo lugar en la lista de legisladores, muestra a las claras el peso político de Olmos en el distrito, pero también reavivó la sospecha, un tanto complotista, de que su alejamiento fue más bien una estrategia dual desplegada en tándem con Santa María para poner una pata en diferentes armados, antes que una ruptura real.
Lo cierto es que lo que grafica bien la complejidad del armado frentista es que la discusión sobre los nombres de los candidatos a legisladores se convirtió en una virtual guerra de trincheras en la que nadie quería ceder. Las posiciones casi innegociables echaron por la borda la idea inicial de que las listas del peronismo fueran presentadas un día antes de la fecha límite, replicando lo que sucedió cuando se inscribió la alianza Unidad Porteña casi 36 horas antes del cierre.
No pudo ser, finalmente sin el acto previsto, postergado en reiteradas oportunidades, los protagonistas se conformaron con una foto en la sede del peronismo porteño. Se verá hacia adelante si este espacio, en el que además de Olmos y el presidente del PJ porteño participan Daniel Filmus, UPCN, el Movimiento Evita, entre otros, puede consolidarse como un bloque en sí mismo más allá de la diversidad de espacio de representan.
De lo que no hay duda ese universo diverso consiguieron disputar con el cristinismo la famosa lapicera y la referencia peronista -en menor medida también la kirchnerista- en la ciudad.
En esa puja, La Cámpora resistió con bastante éxito la embestida para desplazarlos de un lugar protagónico en la definición de listas en el peronismo porteño. Así lo demuestra su participación en la primera línea del poroteo que se desarrolló en la sede de San José y que selló la lista de unidad en la que consiguieron mayoría pese a la oposición de sectores de peso.
Más allá de eso, esa ofensiva tuvo también sus costos para la agrupación de Máximo Kirchner. Uno de sus principales referentes porteños, Juan Cabandié, quedó en el tercer puesto de los candidatos a diputados nacionales, expuesto a la posibilidad de no renovar su banca si alguna de las listas de centro izquierda -la de Gustavo Vera o Itaí Hagman- consigue buenos resultados en agosto. Este escenario levanta también a Mariano Recalde que más allá de los relativos retrocesos del Grupo Patria en su conjunto, se logró mantener como primer candidato a legislador desde una posición de articulador con el resto de los sectores que se sumaron a Unidad Popular.