"Hay un menosprecio por lo reivindicativo, concebido como un tema táctico, frente a lo estratégico de la lucha del campo popular", sostiene Grabois, que enmarca la discusión con el kirchnerismo en la supuesta incapacidad de los gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de empoderar a los dirigentes sectoriales incorporándolos a la representación política.
En tiempos en los que la agenda de las fuerzas políticas, algunas de ellas, integrantes de la CTEP, está abocada a resolver la trama electoral del peronismo, este abogado asegura que estos movimientos deben mantenerse prescindentes del debate de las urnas e impulsar un programa fundado en las máximas definidas por el papa Francisco, las tres T: la reforma agraria, la reforma urbana y la dignificación e institucionalización de la Economía Popular.
Un avance muy importante de ese programa, sostiene, se consiguió con la implementación del salario social complementario que ya comenzaron a cobrar unos cien mil trabajadores.
Al mismo tiempo, este dirigente que, reclamado por sus compañeros, dejó San Martín de los Andes, donde dirigía una escuela de formación política para dirigentes de base, y se instaló en Villa Celina, alerta sobre "la creciente violencia institucional en los territorios", un tema en el que resalta el contraste con el gobierno anterior. “Volvió la mirada del choripanero, del negro de mierda”, lamenta.
Grabois reivindica aspectos del kirchnerismo, pero lo cuestiona por insuficiente. “No les dio protagonismo político a las organizaciones de los trabajadores”, dice. Hace autocrítica respecto de la posición de esos sectores con las administraciones K: “Debimos ser más firmes”, señala. Y explica por qué el movimiento popular “no tiene traducción en la política partidaria”.
-A seis meses de aprobada la Emergencia Social, ¿cuál es el estado de aplicación?
-Hoy está erogado el 30% del presupuesto anual, que es de 10 mil millones de pesos. Nosotros tenemos una postura frente al Gobierno que es que se tiene que ejecutar por lo menos los 250 mil salarios complementarios acordados, cuyo sentido es complementar los ingresos de manera directa. Hoy los están cobrando cien mil compañeros.
-Por los tiempos de la aplicación, una parte del presupuesto se va a aplicar durante la campaña. ¿Cree que hay riesgos de que se utilice electoralmente?
-Lo que tenemos que lograr es que la aplicación de la ley se despegue de la coyuntura de los procesos político partidarios porque es un derecho laboral. Es una discusión en cursos.
-Con el riesgo de que ese "despegue" implique que no se ejecute la totalidad de lo acordado...
-Corremos ese riego dispuestos a consolidar lo que ya está y en octubre hay que replantear el tema, pero con el piso de que ya logramos inscribir cien mil trabajadores desde que conseguimos, con una gran jornada de cortes, que se implementara la ley.
-¿Cómo se trabaja políticamente hacia adentro que un movimiento popular crece más durante un gobierno de derecha?
-Algunos días después de las elecciones, se hizo una asamblea donde algunos compañeros anticipamos que íbamos a tener un crecimiento fuerte, primero por una cuestión económica: las políticas de ajuste hacen que el tipo que pierde el laburo venga a la economía popular. Preveíamos y se cumplió un crecimiento cuantitativo por exclusión. Por otro lado, dijimos que íbamos a tener un protagonismo fuerte por distintos factores. Uno, que es más político y es que te le animás más a un gobierno de derecha que a uno que, aún quienes no éramos kirchneristas, no queríamos desestabilizar. Cosa que fue un error: debimos ser más firmes con el gobierno anterior, incluso para profundizar las cosas buenas que se hicieron. Pero bueno, una de las organizaciones que más afiliados aporta a la CTEP es el Movimiento Evita y era parte del gobierno anterior. Puede parecer contradictorio, pero Brasil pasó lo mismo con el Movimiento Sin Tierra. Tuvo conquistas y retrocesos.
-Sí, pero el MST siempre apoyó electoralmente a los candidatos del PT.
-La diferencia es que el MST es una organización política reivindicativa. En cambio, la nuestra es una organización independiente, no es el frente de masas de una organización. En la CTEP confluyen organizaciones de distinto signo político.
“Con este gobierno volvió la mirada del choriplanero, del negro de mierda. Es un retroceso tremendo.”
-Ahora, tras un año y medio de gobierno de Cambiemo, con las consecuencias sociales de su modelo económico, ¿no cree que la CTEP debería haber apoyado a Scioli en la segunda vuelta de 2015?
-Yo creo que no, porque somos una organización gremial reivindicativa y su unidad se basa en ese factor. Al no existir un consenso mayoritario sobre cuestiones políticas partidarias, que la conducción impusiera una opción, hubiera fragmentado. Y no le íbamos a sumar ningún voto a nadie porque la organización que promueve la CTEP tiene autonomía y la gran mayoría apoyó a Scioli en la segunda vuelta. Estoy convencido de que la CTEP, al menos por un buen tiempo, se tiene que mantener prescindente del proceso electoral.
-¿También prescindente de la política?
-No, nosotros tenemos un planteo político. Asumimos orgánicamente el programa de las tres T: Tierra, Techo y Trabajo. Es un programa que plantea la reforma agraria, la reforma urbana y la dignificación es institucionalización de la Economía Popular.
-Más allá de lo gremial, ¿los movimientos populares no tienen la responsabilidad de construir o aportar a una expresión política, a la construcción de un bloque popular?
-Son parte, pero tienen un rol distinto. La idea de un movimiento popular asociado directamente a opciones electorales es una reducción que hace daño. La columna vertebral del movimiento popular en Argentina siempre fue el movimiento obrero, con su expresión orgánica en la CGT. Ahora, con la reconfiguración de la clase trabajadora, la columna vertebral es un movimiento obrero ampliado.
“Te le animás más a un gobierno de derecha que a uno que, aún quienes no éramos kirchneristas, no queríamos desestabilizar. Cosa que fue un error: debimos ser más firmes con el gobierno anterior.”
-Pero la CGT tiene una identidad político partidaria definida, que es el peronismo.
-Culturalmente lo tiene, pero hay dirigentes que están en el Frente Renovador, que para mí no es el peronismo; dirigentes radicales, incluso algunos que son comunistas. Hasta seccionales que conduce el FIT. Pero hay una diferencia muy importante: el peronismo y el movimiento obrero tienen una relación directa. Pero entre el kirchnerismo y los trabajadores de la economía popular eso no existe.
-¿Por qué?
-Porque ni el programa político de Cristina ni de Randazzo tienen como eje vertebrador al movimiento obrero ampliado, algo que sí planteaba el peronismo histórico. Si mañana apareciera un candidato que expresara el programa de las tres T y fija esa centralidad, seguramente sería otra la historia.
-Uno de los primeros afiches que se conoció de Randazzo tenía la consigna de las tres T. ¿Cómo cayó en la CTEP?
Los de las tres T es una consigna internacional. Mientras más gente la asuma, mejor. Incluso, si fuera de manera oportunista, está bien porque estaría demostrando públicamente que lo que hay que discutir en Argentina es Tierra, Techo y Trabajo. No hay que discutir el dólar ni el consumo como tema aislado de las tres T. Que la población tenga mayor acceso al consumo, disociado de esos tres ejes, es una propuesta que a mí no me interpela.
-Pero el modelo anterior, basado en el consumo interno, ¿no mejoró las condiciones de vida de los sectores populares?
No tengo dudas, ni tampoco que podría haber sido infinitamente superior si programáticamente esas condiciones económicas se hubieran puesto en función de las tres T. ¿Cuál fue la política de trabajo del gobierno anterior? La creación de empleo. Para nosotros es una política absolutamente insuficiente porque no hubo política para la Economía Popular. ¿Cuál fue la política de tierra? Una política ambigua. Por un lado, se subieron las retenciones por la necesidad de captar la renta extraordinaria y se confrontó con las patronales agrarias, pero, en cuanto a la protección de la agricultura familiar campesino indígena, hubo cosas muy buenas que no fueron prioritarias y no se implementaron. La ley de agricultura familiar que se aprobó con el gobierno anterior no se reglamentó. No se priorizó ese tema.
“La idea de un movimiento popular asociado directamente a opciones electorales es una reducción que hace daño.”
-¿Respecto a la política de Techo?
-Fue una política muy insuficiente. Hay cantidades infinitas de obras que no se terminaron, a lo que se le suma el Procrear, un buen programa pero que estaba enfocado a los sectores medios. Para nuestros compañeros hubo muy poca política de vivienda o techo. Tiene que ver cuáles son tus prioridades. Yo personalmente no militaría por un proyecto que no tenga estas prioridades.
-Durante el gobierno de Margaret Tatcher, conocido por su desarticulación de los sindicatos ingleses, los conservadores le cuestionaban el volumen de recursos que destinaba a políticas sociales y ella respondió que era más discutir fácil discutir con asistidos que con trabajadores. ¿Cree que es así?
-Es cierto, pero creo que no estamos en una situación comparable. Uno trabaja con la realidad y si la opción es poner un montón de plata en políticas sociales o no ponerla, yo voy a pelear para que la pongan. No está dentro del poder de la CTEP pelear para que la orientación de la política económica no sea neoliberal y ganar. Nosotros podemos resistir, así lo hacemos, de la misma manera que lo hace el resto de los sectores a través de nuestras movilizaciones. Eso no quita que tengamos un rol de negociación dentro del marco de realidad que nos pone la coyuntura política.
“Ni el programa político de Cristina ni de Randazzo tienen como eje vertebrador al movimiento obrero ampliado, algo que sí planteaba el peronismo histórico.”
-Cuando se hizo el acto en la 9 de julio por la ley de Emergencia Social, La Cámpora sacó un comunicado en el que alertaba sobre la falta de señalamiento de los responsables del modelo económico. ¿Cómo ve es planteo?
-Es un planteo falso porque señalamos que hay un modelo económico neoliberal que intenta instalarse en Argentina y que ésa es una de las causas del incremento de la exclusión. Y respecto del tema de la emergencia, Cristina en la entrevista que dio hace unos días dijo que hay que declarar la emergencia alimentaria. Es obvio que hay una situación de emergencia y es obvio que la tarea inmediata era que se declarase esa emergencia, al punto que después todos los diputados de La Cámpora votaron a favor.
-El comunicado anticipaba el acompañamiento pero planteaba un debate sobre las causas de la exclusión.
-Yo estoy de acuerdo con ese debate, pero hay que debatir todas las causas, las coyunturales y las estructurales. Porque una de las causas del aumento de villas y asentamientos fue la expansión extraordinaria de la frontera agrícola de la mano de los agronegocios y el monocultivo en los últimos 10 años. Ahora se está profundizando, entonces, discutamos las causas coyunturales y nos vamos poner de acuerdo seguro. Más difícil es ponerse de acuerdo sobre las causas estructurales y cuáles son las alternativas posibles que implican niveles de confrontación con grupos económicos concentrados, con algunos de cuales se chocó, pero también implica un debate sobre la forma del poder política en nuestro país.
“Estoy convencido de que la CTEP, al menos por un buen tiempo, se tiene que mantener prescindente del proceso electoral.”
-Sin embargo, a su manera el kirchnerismo no desplegó estrategias clásicas de representación política. Su armado político se nutrió de sectores no peronistas y de dirigentes sociales.
-Es cierto, pero también es cierto que no le dio protagonismo político a las organizaciones de los trabajadores. Si vas a Bolivia, por ejemplo, y ves el Congreso, encontrás una revolución en la representación política directa. En Argentina, ¿cuántos diputados villeros hay? Ninguno. ¿Cuántos diputados representativos de los pueblos originarios, que son el 8% de la población? Ninguno. Del movimiento obrero son muy pocos, de la Economía Popular, ninguno. No se empoderó políticamente a esos sectores de la sociedad. Ése es un déficit serio. Y eso es parte de la concepción de la política de arriba para abajo. Esto no quita reconocer que nuestros compañeros estaban mejor antes.
-Una de las críticas que se escuchó fue que los dirigentes que cuestionaban la demanda de la ley de emergencia lo hacían desde la comodidad, con la heladera llena.
-Lo de la heladera llena tiene algo de cierto. Hay una cosa de menosprecio a lo reivindicativo, concebido como un tema táctico, frente a lo estratégico de la lucha del campo popular, algo que está sobredimensionado desde la militancia política partidaria. Y al revés, se subestima lo que nosotros estamos planteando.
-¿Estos dos planos no deberían ser engranajes, tareas de un mismo movimiento?
-Lo ideal sería que hubiera un bloque donde existiera una representación política partidaria de estos intereses, pero eso no existe hoy.
-¿Cómo se construye ese bloque?
-Si supiera lo estaría haciendo, pero sé cómo no se construye. No se construye cuando no hay, parafraseando a Gramsci, políticos o intelectuales orgánicos. Dirigentes provenientes y comprometidos con las luchas sectoriales. No puede haber una autonomía de la política respecto de los sectores sociales. No debería haber una representación tan indirecta que alguien de manera abstracta defienda a los trabajadores pero sin tener inserción en el mundo de los trabajadores.
-Pero la discusión también es si las demandas sectoriales se tornan corporativas o si abonan a un proyecto colectivo de transformación.
-Por eso hablamos de una lucha política con P mayúscula que, por cuestiones de inmadurez del movimiento popular, no tiene una traducción en el mundo de la política partidaria. Esto sucede porque el campo popular está dividido. Lo estuvo durante el kirchnerimo también y con un gran nivel de fragmentación. Este escenario en gran medida lo logramos superar en la CTEP, donde convive un abanico amplio de organizaciones. Ahora, nosotros no tenemos reclamos asistenciales: peleamos por derechos de un sector de trabajadores sin patrón, de los excluidos estructurales que produce el sistema capitalista. Los que tienen la heladera llena nos tienen que ayudar un poquito más, ser compresivos con otras realidades y boicotearnos menos si están enojados con un grupo particular.
“No está dentro del poder de la CTEP pelear para que la orientación de la política económica no sea neoliberal y ganar.”
-Una de los métodos de presión que tiene la CTEP es la movilización. ¿Cómo se negocia con un gobierno que se precia de ser antipiquetes?
-Una de las cosas más importantes que sucedieron durante el gobierno anterior fue el discurso oficial de respeto a los pobres, a los cartoneros, a los excluidos. Eso fue muy importante culturalmente. Con este gobierno, ese discurso de respeto desapareció porque directa e indirectamente volvió la mirada del choriplanero, del negro de mierda. Ése es un retroceso tremendo. De la mano de eso, volvió un planteo más represivo a la protesta social. No es que en gobierno anterior no haya pegado palos: en Desarrollo Social tenías a alguien que te atendía pero en la calle, si te pasabas de la raya, Berni te mandaba a cagar a palos. Pero arriba de tipos como Berni había una presidenta que decía que estaba mal reprimir. Ahora es al revés: hay un juego de una política de sí represión pero que no es necesariamente automática. Eso lleva a que las organizaciones tengan que recalcular su táctica.
-¿Cómo se afina esa táctica en la calle?
-Hoy no podés hacer una medida de lucha que implique una interrupción del tránsito con 500 personas. Tienen que ser masivas. Hay que minimizar la utilización de métodos que puedan desembocar en represión. No obstante, el problema más grande no es la represión a las manifestaciones, sino cómo el discurso represivo fue permenando capilarmente a sectores secundarios… comisarios, intendentes… cómo bajó al territorio.
Durante el primer año y medio de gobierno tuvimos más de 120 militantes y trabajadores de la CTEP detenidos en nueve provincias, en el marco de conflictos locales, ninguno en conflictos nacionales.
-¿Esta situación se pone sobre la mesa en las negociaciones con el Gobierno?
-Es muy difícil. Nosotros negociamos con el ala blanda dialoguista. No viene Patricia Bullrich. Entonces te dicen que sí, que tenés razón y algunos de ellos realmente lo piensan. Si hubiera una estrategia monolítica por parte del Gobierno de cagarnos a palos no hubiéramos conseguido nada. Y a ellos les hubiera ido muy mal.