La iglesia de bergoglio, por la reconciliación

Madres y Abuelas repudian reuniones del Episcopado con familiares de genocidas

Los obispos escucharán testimonios de familiares de militares procesados por crímenes de lesa humanidad. Cortiñas, de Madres, los acusó de hipócritas y Carlotto, de Abuelas, dijo que es "un disparate"

A pocas horas del inicio de la 113° asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), la titular de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas, y la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, repudiaron las reuniones que mantendrán los obispos con familiares de detenidos desaparecidos y de militares acusados y procesados por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar.  Los encuentros se realizarán esta semana dentro de una estrategia de "reconciliación" promovida desde el Vaticano, conducido desde 2013 por el argentino Jorge Mario Bergoglio, que cuenta con el activo apoyo del Gobierno para morigerar las penas de prisión efectiva que cumplen distintos condenados, que podrían ser beneficiados con el arresto domiciliario, tal como casi ocurrió la semana pasada con el genocida Miguel Etchecolatz

 

"Estamos cansadas de tanto caminar, 40 años cumplimos, ¿y este es el regalo que nos da el Papa, en vez de abrir de una vez por todas esos archivos?, se preguntó Cortiñas en un reportaje radial. "Es una hipocresía más - agregó-; es querer tener figuración en el mundo, pero con mentiras. Es hora de que se dejen de patrañas, de hipocresías. Basta de hipocresías de esta Iglesia Católica Argentina. Hace muy pocos meses anunciaron que iban a abrir los archivos, los archivos que ellos mostraron, los pocos, no sé cuántos, eran las mismas cartas que nosotros llevamos al Episcopado y al Vaticano pidiendo que se ocuparan de averiguar qué había pasado con nuestros hijos y nuestras hijas", repudió la mujer. 

 

Para Carlotto, en tanto, la iniciativa "es un disparate". "Esto es herir susceptibilidades, es abrir una brecha más que cerrarla. Acá no hay odio, no hay rencor, no le deseo el mal a nadie. Nosotros queremos justicia porque acá hubo un genocidio. Lo deben fomentar algunas familias afectadas por la dictadura que están en un espacio equivocado", opinó la titular de Abuelas. "¿Para hablar con los familiares de quién? ¿De los que tenían uniforme y un arma y salían a matar porque les pagaban para eso? Cómo vamos a ir a dialogar, hay que cumplir con la democracia, con lo que pedimos: memoria y justicia", dijo la mujer.

 

Las quejas de Cortiñas y Calotto no son menores, porque el Episcopado realiza estas consultas por "la reconciliación de los argentinos" cuando todavía no entregó las actas de las asambleas plenarias realizadas por los prelados antes, durante y después de la última dictadura cívico militar. Para los especialistas e investigadores, la documentación secreta que todavía no entregó el Vaticano también tiene un capítulo determinante en los archivos del Episcopado. 

 

"La Iglesia se ocupó de hacer un puente, con una congregación de monjas, para la entrega de los bebés de las mamás cautivas, embarazadas, que daban a luz; ellos se ocupaban de hacer puente para entregar esos bebés a familias de militares, de policías, de empresarios y ellos tienen esos archivos; es hora de que los abran en serio, que no sean más hipócritas. Ellos entraban en los campos de concentración y palmeaban a la gente sangrante, torturada, diciéndole que hablara, si no, seguía la tortura. Ellos acompañaron a los militares y a los civiles que participaron del terrorismo de Estado en los vuelos de la muerte, donde tiraban a nuestros hijos, a nuestras hijas adormecidas, torturadas, al mar o al río. Ellos participaron del horror y ellos saben la verdad. Qué digan la verdad. Que colaboren en la verdad que estamos pidiendo. Y que ayuden para que se apuren los juicios y que no quede ningún genocida impune", reclamó Cortiñas poco antes de reprocharle a la conducción eclesiástica que "nunca pidió perdón, ni dijo 'nosotros fuimos partícipes de ese terrorismo de Estado".

 

QUÉ PASARÁ EN LA CEA. Desde este martes, más de 110 prelados participarán hasta el sábado en la localidad bonaerense de Pilar de la 118° asamblea plenaria de la CEA: se trata del mando de tropa del clero argentino en todo el país, actualmente está presidido por el arzobispo de Santa Fe José María Arancedo, muy cercano al papa Bergoglio. El mandato del prelado, al igual que toda la comisión ejecutiva que conduce, concluye este año y su renovación será definida en las elecciones internas de noviembre próximo.

 

En un comunicado difundido la semana pasada, la CEA informó que “se comenzará con un itinerario de trabajo sobre el tema de la reconciliación en el marco de la cultura del encuentro”. En ese contexto los prelados “continuarán abordando esta cuestión durante varias asambleas como una oportunidad para reflexionar acerca del modo de comunión dentro de la Iglesia y como un servicio al encuentro fraterno de los argentinos”, según se informó en un comunicado. La elíptica explicación se refiere a la ronda de invitados que escucharán los obispos para conocer "testimonios de parte de un reducido grupo de personas vinculadas a los trágicos hechos ocurridos durante el terrorismo de Estado, entre ellos familiares de desaparecidos y de militares, y un periodista", informó el organismo. 

 

“Hay miradas diferentes entre los obispos, que tienen diferentes edades, y se busca tener una mirada más unificada, no uniforme, de ese período histórico. Nos debemos conversar sobre ese momento histórico con una mirada que apunte a la reconciliación”, explicaron los voceros episcopales ante las consultas de la prensa. 

 

Cada año se realizan dos asambleas plenarias. La que comienza este martes es la primera de 2017 y concluirá con un comunicado oficial, donde posiblemente se anuncie "la aprobación de un protocolo para que víctimas y familiares directos de detenidos-desaparecidos puedan consultar los archivos que posee sobre esa etapa, tal como ya había sido anunciado en octubre". Esa documentación está compuesta por unas tres mil cartas y documentos que se conservan en el Episcopado, en la Nunciatura Apostólica y en la Santa Sede, sobre pedidos que llegaron a la Iglesia para conocer el paradero de víctimas y reclamar gestiones ante la dictadura. En ese listado no figura mención alguna a las actas de las asambleas plenarias realizadas durante aquellos años. 
 

 

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