Reforma previsional

Decenas de heridos y detenidos en otra maratónica jornada de furia y represión

Al mediodía, un grupo lanzó piedras y botellas sobre la Policía. Los uniformados reprimieron con gases, agua y balas de goma. Seis horas batalla campal, de Plaza Congreso a la 9 de Julio.

(INFORME: CLAUDIO MARDONES) A las 13.28 de este lunes se quebró la paz que -a su manera, es decir, militarizando las inmediaciones del Congreso- intentó mantener el Gobierno cambiando Gendarmería por Policía de la Ciudad y ordenando a esa fuerza de seguridad mantener una actitud más pasiva que la de la semana pasada. A esa hora, un grupo reducido de manifestantes inició un ataque con piedras y botellas sobre las vallas que cierran el paso hacia el Congreso de la Nación, donde el oficialismo se preparaba para insistir con la reforma previsional, y hacia la formación de efectivos de Infantería.

 

Dos horas después, los incidentes progresaron y se convirtieron en un infierno de piedras, gases, balas de goma, corridas y enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre manifestantes y la Policía, que se vio desbordada y perdió el control de la plaza, aunque lo recuperaría una hora después, pasadas las 16.15, y avanzaría por avenida de Mayo hasta la 9 de Julio con más represión y una cacería con más de 45 detenciones y 151 heridos -58, policías.

 

 

La Policía, pese al avance de los manifestantes, se mantuvo en su posición en los primeros minutos de los incidentes. Claramente, con órdenes de no reprimir. Pero diez minutos después avanzaron hasta la valla y comenzaron a responder con gas pimienta y balas de goma y ganando posiciones con las motos.

 

 

 

Los hechos se registraban en paralelo sobre las calles Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, a donde llegaron veteranos de Malvinas a ponerse en medio del cruce de piedras y disparos para tratar de frenar al grupo que, de la nada, inició los incidentes que quebraron un mediodía en el que el grueso de las organizaciones políticas, sindicales y.sociales marchaban al Congreso con total normalidad frente a fuerzas de seguridad en actitud notoriamente más pasiva que en la feroz represión del jueves pasado, que tuvo como víctimas no solo a manifestantes sino, incluso, a diputados de la oposición.

 

 

 

También militantes de la CTA y del Movimiento Evita intentaban convencer a los agresores, que no están identificados, de que cesaran en su accionar.
Con el correr de los minutos los incidentes progresaron hasta que, pasadas las 15, se convirtieron en una impresionante batalla campal en la que los manifestantes, que ya sumaban cientos, llegaron a cercar a la Policía, que repelía con balas de goma, gases lacrimógenos y agua lanzada por carros hifdrantes.

 

 

 

A las 15.12, en el recinto los diputados abrieron un cuarto intermedio que se prolongó casi por una hora. La sesión fue reiniciada luego de una reunión de todos los jefes de bloque, pero el presidente de la bancada del FpV. Agustín Rossi, pedia que fuera levantada definitivamente.

 

Afuera, en la Plaza, la situación era de absoluto descontrol porque los manifestantes habían ganado la Plaza.

 

 

 

Hacia el centro, la avenida de Mayo estaba cubierta por manifestantes hasta pasando la avenida 9 de Julio. Se concentraban columnas de organizaciones políticas, sociales y sindiicales que no participaban de los enfrentamientos con la Policía, aunque algunos manifestantes se mezclaban por momentos con el grupo que inició los disturbios. 

 

 

 

Cronistas de Letra P en el lugar calculaban que la marcha reunía a más de 10 mil personas.

 

A las 16.15 se produjo un repliegue sobre avenida de Mayo porque la Policía, en un intento por retomar el control de la plaza del Congreso, lanzó granadas de gases lacrimógenos desde el edificio del anexo del Senado, que se encuentra sobre la calle Hipólito Yrigoyen.

 

En simultáneo, los uniformados avanzaban con balas de goma, lograban hacer retroceder a los manifestantes y recuperaban el control de la plaza.

 

 

HERIDOS
El siguiente el detalle informado por el SAME:
-9 traslados al Hospital Ramos Mejía por traumatismos e hipotensión.
-23 traslados al Hospital Penna por traumatismos y convulsiones.
-26 traslados al Hospital Santa Lucía por traumatismos de ojo.
-20 traslados al Hospital Argerich por traumatismos leves y dificultad respiratoria.
-8 traslados al Hospital Durand por traumatismos.
-42 traslados al Hospital Churruca por traumatismos.
-9 traslados al Hospital Rivadavia por lipotimia.
-1 traslado a la Clínica Trinidad.
-5 atendidos en el lugar por traumatismos leves y herida en dorso.

 

Letra P presenció en ese momento una suerte de estampida colectiva. Miles de manifestantes huían de los gases porque la atmósfera en la avenida de Mayo se había tornado irrespirable. La dispersión se dio hacia las calles que perpendiculares, como Lima, Montevideo, Paraná y Rodriguez Peña.

 

A la Policía de la Ciudad, que había sido desbordada, se habían sumado dotaciones de Gendarmería y la Federal. Al repliegue de los manifestantes le siguió el avance de la Policía, que concretaba decenas de detenciones y, como viene sucediendo en las últimos episodios de violencia, avanzaba indiscriminadamente sin distinguir personas mayores y manifestantes que no participaban de los enfrentamientos.

 

 

 

Las fuerzas de seguridad avanzaron por avenida de Mayo lanzando gases en medio de manifestantes de numerosas organizaciones sindicales y personas sueltas, entre ellas muchas mujeres, todas afectadas por la atmósfera contaminada y en medio de una gran confusión y dispersión hacia las calles laterales. A las 17, la Policía ya llegaba a la calle Lima, la colectora de 9 de Julio, en un intento por evitar que los grupos más radicales se reagruparan. En ese momento, por ejemplo, un grupo intentó volver hacia la zona del Congreso por Hipólito Yrigoyen, a la altura de Lima, pero chocó con un escuadrón de la Policía motorizada que lo frenó. 

 

Minutos después, la Policía liberaba la 9 de Julio lanzando más gases y balas de goma y con un carro hidrante sobre grupos dispersos que respondían a piedrazos, mientras empezaba a arder un obrador.

 

 

 

Ya sobre las 18, habiendo controlado la avenida 9 de Julio pero con un foco de resistencia de un centenar de manifestantes -las columnas de las organizaciones sociales, políticas y sindicales hacía rato se habían retirado-, las tropas de Infantería y el camión hidrante se replegaban y se apostaban sobre la esquina de avenida de Mayo y Salta. Y a las 19 se produjeron los últimos enfrentamientos.

 

El centro porteño había sido el campo de una batalla que dejó la huella -las calles sembradas de piedras, cartuchos de postas antimotines, mobiliario urbano destrozado- de otra jornada de furia y represión que se suma a la del jueves pasado, a la de la primera marcha masiva por Santiago Maldonado y a la del después de la última movilización de Ni Una Menos. Una secuencia que está marcando a sangre y fuego la era de Mauricio Macri en la Casa Rosada.

 

 

 

Ignacio García Aresca, Daniel Scioli, Darío Capitani y Miguel Siciliano, en la Feria Internacional de Turismo.
Máximo Kirchner, presidente del PJ bonaerense.

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