Con la designación de Luis Miguel Etchevehere como titular del Ministerio de Agroindustria, el presidente Mauricio Macri se animó a lo que sólo se había animado un puñado de jefes de Estado: formalizar la tradicional alianza de los gobiernos de derecha con la entidad que representa a los sectores más concentrados del campo a partir de la integración de un alto directivo de la Sociedad Rural Argentina (SRA) en el gabinete nacional. El último que lo había hecho había sido el dictador Jorge Rafael Videla:
El antecedente más cercano de una medida como la que anunció este martes el jefe de Gabinete, Marcos Peña, es el del nombramiento de Jorge Zorreguieta al frente de la Subsecretaría de Agricultura de la Nación, en 1976, y su ascenso a secretario del área, en 1979.
El padre de la reina Máxima de Holanda, fallecido el pasado mes de agosto, quebró una lógica histórica: desde su fundación en 1866, la SRA había dictado políticas económicas a todos los gobiernos conservadores, pero en escasísimas oportunidades había participado formalmente de ellos -lo había hecho en las administraciones de los presidentes José Figueroa Alcorta (1906/10) y Agustín P. Justo (1932-38).
Zorreguieta saltó a la función pública en el régimen genocida de las juntas militares –había participado activamente del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976- desde su puesto de secretario-director de la Rural. Antes, había sido tesorero de la ultraconservadora Acción Coordinadora de las Instituciones Empresarias Libres (ACIEL) y presidente de la Comisión Coordinadora de Entidades Agropecuarias.
El ruralista, que no pudo asistir al casamiento real de su hija porque el Parlamento holandés lo declaró persona no grata para los Países Bajos -justamente por su condición de miembro civil de la dictadura-, fue secretario de Agricultura hasta 1981. En sus cinco años en el gabinete de Videla, fue, además, presidente de la Junta Nacional de Granos y trabajó en tándem con el ministro de Economía del régimen, José Alfredo Martínez de Hoz. Juntos, pusieron la piedra fundacional de las políticas neoliberales que llevaron al país al estallido de 2001.
El corazón en el campo. Macri es local en la exposición de la Sociedad Rural.
Otro Martínez de Hoz, Federico Lorenzo, había protagonizado otro caso de un miembro de la Sociedad Rural en funciones de gobierno, aunque no se trató de un cargo en el gabinete nacional. Su relación con otro dictador, José Félix Uriburu; el fraude electoral de la Década Infame y la proscripción de la UCR lo llevaron a gobernar la provincia de Buenos Aires entre 1932 y 1935. Antes, desde la presidencia de la Sociedad Rural, había puesto a la entidad agraria al servicio del derrocamiento del caudillo radical Hipólito Yrigoyen. El golpe de Estado de 1930 inauguraba un ciclo de interrupciones del Estado de Derecho que alcanzaría su hito más sangriento en la dictadura que tendría a Zorreguieta como representante formal de la Rural en la cartera de Agricultura nacional.
El interrogante que abre la designación presidencial conocida este martes es si existe conflicto de intereres –o, al menos, ético- en el hecho de que un representante de las patronales del campo sea quien dicte las políticas que regulen el mercado agrícola ganadero. Aunque, en virtud del antecedente Aranguren –el accionista de Shell que asumió al frente de la cartera de Energía en diciembre de 2015-, acaso estas prevenciones no sean más que simples anacronías.