Por algo el presidente Mauricio Macri bajó a Rosario el martes y no para un acto de gestión, sino para uno partidario, proselitista, en un estadio cubierto y junto a todos los candidatos de Cambiemos. El oficialismo nacional no se olvida que Santa Fe fue una de las dos provincias, junto con Buenos Aires, en la que no esperaba perder la PASO, pero perdió.
Por ese motivo, Cambiemos desplegó una furiosa campaña de apoyo basada principalmente en el aterrizaje de las referencias nacionales de la coalición. Como en la previa a las primarias, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, la diputada y candidata oficialista en la Ciudad, Elisa Carrió, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, visitaron diversos puntos de Santa Fe para fidelizar el voto y sumar más adeptos para vencer al Frente Justicialista.
Con el triunfo en las PASO, el peronismo consiguió algo quizás mucho más valioso a futuro. El ganador de la interna, Agustín Rossi, y la perdedora, Alejandra Rodenas, rápidamente dejaron de lado sus diferencias y alcanzaron una unidad que hace tiempo no se veía en el PJ santafecino. Se encolumnó casi todo el arco justicialista detrás del ex ministro de Defensa.
El Frente Progresista corre desde muy atrás. Salió tercero, cómodo, a más de quince puntos de los dos primeros. Pese a ponerle más énfasis a la campaña, no saldrá de ese lugar. Entabló una contienda más feroz, apeló al provincialismo, defendió la gestión que bien lidera el gobernador Miguel Lifschitz y cruzó por igual a macristas y kirchneristas. Pero se le aproxima un frente de tormenta muy duro en la provincia.
Cambiemos confía con quedarse cuatro de las nueve bancas a diputados nacionales en juego. Ingresarían al Congreso, en ese caso, el radical corralista Albor Cantard, el macrista Luciano Laspina, la lilita Lucila Lehmann y la también dirigente de PRO Gisela Scaglia. Sueñan con hacerle un lugar al quinto, el radical Gonzalo Del Cerro.
El peronismo tiene prácticamente garantizado la llegada a la Cámara Baja de Rossi, Rodenas y la camporista Josefina González. Hay mucha confianza en sumar una cuarta banca, que se quedaría en manos de la sindicalista del gremio docente Sadop, Patricia Mounier.
Los progresistas confían en que el ministro de la Producción, Luis Contigiani, mejore su performance, por un lado, y se quede con una banca, por el otro. La apuesta de máxima es que se cuele por la ventana el radical Fabián Bastía. Es muy probable que no renueve su silla la socialista Alicia Ciciliani. La otra banca del socialismo la ostenta hasta el 10 de diciembre el ex gobernador Hermes Binner, ya retirado de las candidaturas.