El Instituto de Previsión Social de la provincia de Buenos Aires le confirmó a Letra P que la procuradora general de la Suprema Corte, María del Carmen Falbo, le pidió al organismo que determine los haberes que le corresponderían en su condición de jubilada. Técnicamete, no significa que vaya a retirarse en forma inmediata, pero prepara el terreno para entregar el cargo que le viene reclamando la gobernadora María Eugenia Vidal. De hecho, en el entorno de la mandataria provincial confían en que lo hará antes de fin de año.
El trámite que impulsa la titular del Ministerio Público sufrió contratiempos, pero ahora parece encaminado a resolverse en un plazo aproximado de tres meses.
A principios de agosto, Falbo pidió un “cierre de cómputos” ante el IPS, pero ese trámite fue anulado por incorrecto, en virtud de que la funcionaria ya se había jubilado.
Según precisó el organismo a este medio, la procuradora “inició su trámite jubilatorio el 30 de octubre de 1991 bajo el expediente número 2803-093540-91” y “se dio el alta al pago el 1 de diciembre de 1994”.
“Se le acordó un reajuste bajo la resolución 444264 con los servicios desempeñados en el Ministerio de Gobierno desde el 21 de marzo de 1995 al 9 de diciembre de 1999 según cómputo foja 85 en base al 75% desempeñado en el Ministerio de Gobierno a liquidarse a partir del 10 de diciembre de 1999”, agregó el IPS.
La información oficial indica que “al regresar (Falbo) a la actividad, se dio de baja (se suspendió) el beneficio el 18 de julio de 2002”, y, tras el primer trámite fallido del “cierre de cómputos”, el 23 de agosto de este año “solicitó reajuste de jubilación con el cargo de procurador general de la Suprema Corte de Justicia, bajo el expediente número 21557-37359-16”.
Fuentes del Instituto explicaron que este proceso administrativo demorará unos tres meses, con lo que antes de fin de año la procuradora tendrá la información necesaria para, si así lo decidiese, abrir la vacante que Vidal pretende cubrir con su secretario de Legal y Técnica, Julio Conte Grand.
PRESIÓN. Como ha informado Letra P, el gobierno de Vidal presiona a Falbo para que desocupe el despacho que habita en el palacio de tribunales ubicado en la avenida 13 de La Plata. Lo mismo que viene haciendo la Casa Rosada, desde antes incluso del 10 diciembre, con la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó.
Por caso, el 2 de julio, el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo –el más peronista del gabinete de la gobernadora- le avisó a la jefa del Ministerio Público que “tiene un tiempo agotado” y que “ya cumplió un ciclo en la provincia de Buenos Aires”. El funcionario le imputó “un compromiso político con los sectores del peronismo” y, acaso temeroso de que hasta allí no hubiese sido claro, recordó: “Ella ha trabajado y militado con (su coterráneo) Aníbal Fernández".
Pero la operación para sacar a Falbo de su oficina había empezado –subterránea- en el corazón del verano. En enero, otro quilmeño peronista, pero ahora filo PRO, el ex intendente y senador Federico Scarabino, visitó a la procuradora en su despacho. Y la sondeó. El enemigo íntimo de Aníbal en el pago chico erró el tiro. Dicen que no se animó a decirle con toda la boca lo que tenía que decirle: que Vidal la quiere jubilada. Pero, por si le faltaba alguna certeza, Falbo ya la tenía: su permanencia en el cargo se le iba a hacer cuesta arriba. Y pronto lo comprobó: el diario Clarín comenzaría a hostigarla con notas en las que se la revolcaba en el escándalo de la efedrina. Carpetazo mediático.
En abril, Falbo elegiría al mismísimo gran diario argentino para avisar que, como decía el adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras en una de las obras más celebres del compositor Johann Sebastian Mastropiero, su honra estaba en juego y de su despacho no se movería. “No renuncié, no me jubilo ni presentaré la renuncia. No me hago cargo de las cosas que dicen por ahí sobre mi situación. Estoy trabajando como todos los días, atiendo agenda, recibo fiscales, y la Procuración está con actividad en pleno”, advirtió.
REEMPLAZO A LA ORDEN. Vidal tiene a su candidato en las gateras. El secretario Conte Grand tiene todo embalado para no demorar un minuto en nimiedades cuando le muestren la bandera verde y pueda mudar su base de operaciones apenas siete cuadras al oeste de la capital provincial.
Al hombre que le cuida la firma a la gobernadora se lo puede encontrar entre las ramas de un frondoso árbol genealógico-político que lo conecta con nombres célebres de menemismo, como Carlos Grosso, Caros Corach y el propio ex presidente Carlos Menem, y del macrismo, como José Torello, Pablo Clusellas y Nicolas Caputo.
Fue durante el último tramo de la gestión de Mauricio Macri en la jefatura del Gobierno porteño cuando Conte Grand ocupó el cargo de procurador de la Ciudad de Buenos Aires, aunque no tiene la misma función que en la Provincia. Católico ultra conservador –numerario del Opus Dei-, en el ejercicio de esa función tuvo problemas por sus posiciones controversiales sobre el matrimonio igualitario, el aborto no punible y la identidad de género. Ahora, con el trámite jubilatorio de Falbo reencauzado, se acortarían los tiempos para que Vidal cumpla con la promesa que le hizo en el amanecer de su gestión como jefa del Estado bonaerense: un cargo vitalicio que es considerado, en el universo de la política, un premio mayor.
Para Falbo, en tanto, podría haber premio consuelo: un cargo académico en el Ministerio de Justicia como reconocimiento a su gesto de buena voluntad.