Como resumen del valor político de la provincia de Buenos Aires se puede decir que ha pasado a ser el escenario bélico en donde se disputan las batallas trascendentes del país. Como una pitonisa, ¨la provincia¨, anticipa lo que luego le sucederá a la Argentina. Los primeros saqueos del 2001, los casos de inseguridad más trascendentes, las paritarias docentes, el triunfo de María Eugenia Vidal. Si pasa en Buenos Aires va a pasar en el resto del país, al revés quizá, pero de ésta manera, seguro.
Con más de 16 millones de la población del país, representa un 40 por ciento de los problemas y responsabilidades. Si Mar del Plata tiene un buen nivel de ocupación o no, es la vara que mide el éxito de la temporada veraniega de la argentina. Buenos Aires está llena de íconos mediáticos.
Será, entonces, Buenos Aires la que marque en las elecciones legislativas del año que viene si el proyecto del presidente Mauricio Macri durará 4 u 8 años.
El escenario seguramente se leerá como fórmulas por quienes encabecen los tramos de diputados y senadores nacionales y para eso tiene en la gatera jugadores de primera línea. Un seleccionado de ¨ex¨ animarán la contienda: Sergio Massa (ex candidato a presidente), Margarita Stolbizer (ex candidata a presidente), Elisa Carrió (ex pre candidata a presidente), Julián Dominguez (ex presidente de la Cámara de diputados), Fernando Espinoza (ex intendente de La Matanza), Martín Sabatella (ex titular del afsca), Florencio Randazzo (ex ministro de Interior) y dos jugadores de alta gama, Cristina Fernández de Kirchner (ex presidenta de la nación) y Daniel Scioli (ex gobernador de la provincia de Buenos Aires). Suele decirse en la cafetería política que si Florencio hubiera sido el candidato a gobernador en la provincia, hoy Scioli sería presidente y él gobernador. Ciencia ficción electoral que es utilizada según quien pronuncie la frase para hablar bien o mal de alguno de los protagonistas. Hoy son los dos de los que mejor imagen positiva ostentan.
En bambalinas, el peronismo se debate en dos grandes grupos, los que tienen responsabilidad de gobierno y los que no. No hay más. Quienes tienen que pagar sueldos y hacer obras y los que pueden dar debates sin tener esa responsabilidad. Dos grupos, no más.
En el debate legislativo por el acuerdo con los houldouts se notó claramente la división entre los que votaban representando a una provincia gobernada por el Justicialismo y quienes tienen la libertad de hacerlo sin los condicionamientos que el gobierno nacional le pone a los gobernadores para recibir fondos. Esta diferencia de acción, por ahora no produjo una nueva ruptura en los bloques como desea el macrismo.
Por su parte, los intendentes peronistas necesitan gobernabilidad en sus distritos y la expectativa de poder del espacio que habitan, que les permita transitar sus gestiones sin reclamar expedientes en el mostrador de Federico Salvai, ministro de gobierno y mano derecha de María Eugenia Vidal.
La liga de intendentes tendrá su rol. Martín Insaurralde, Gabriel Katopodis, Mariano Cascallares, Juanchi Zabaleta, pondrán en valor sus gestiones municipales, terciarán en el armado de las listas y tendrá peso su palabra en la líneas discursivas de la campaña. El que sí quiere ser, es el primo Macri (Jorge), quizá el que más intención tiene de estar en la boleta Pro, pero la desconfianza con la gobernadora, por ahora, lo deja afuera del cuarto oscuro.
María Eugenia Vidal, la Ministra de la provincia de Buenos Aires (como la llaman malamente sus rivales internos) se encuentra ante el desafío de gobernar, junto a los 135 municipios, una agenda que hasta el presente solamente conoce de quejas a la gestión anterior y que no ha mostrado la mínima mueca de querer escribir un destino propio en la historia que le confiaran los bonaerenses. Solidaridad con los que la pasan mal y críticas a tal o cual. La campaña terminó hace 5 meses y los problemas en el escenario bélico son todos de ella. Su gestión también será evaluada, los vecinos ya están reclamando salir del diagnóstico, el famoso ¨me duele¨
