Atestado de militantes, dirigentes, y curiosos, el Teatro de Gualeguaychú, quedó colmado de radicales, que definen por estas horas, el futuro electoral del Partido.
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Atestado de militantes, dirigentes, y curiosos, el Teatro de Gualeguaychú, quedó colmado de radicales, que definen por estas horas, el futuro electoral del Partido.
La Convención nacional, comenzó pasadas las 15 horas, y hasta ese momento no estaba definido quien tenía la mayoría para imponer su posición. La pelea, que está centrada en la postura del senador nacional, Ernesto Sanz, que pide un acuerdo con el PRO, y otro sector, con Gerardo Morales y Julio Cobos a la cabeza, que pretende una alianza amplia.
Las operaciones explícitas entre figuras del macrismo, del massismo, y hasta del oficialismo, son parte del escenario que se montó en la ciudad Entrerriana.
Iniciado el proceso, las primeras votaciones arrojaron un primer triunfo para el sector de Sanz. Este sector ganó la votación por la comisión de poderes, para validar los mandatos de los convencionales que estaban impugnados. Es decir, saber específicamente, que votos se van a contar y cuales desautorizar. En esta primera pulseada, Sanz obtuvo 188 votos, contra los 114 del otro sector.
Desde ambos bandos, indican que el senador de Mendoza, va aumentando su todavía débil mayoría. Por eso las operaciones van en ascenso. Todos saben que ganar por pocos votos, puede motivar la ruptura del Partido.
Desde el PRO, aseguran que Sanz ya tiene asegurado un porcentaje mayor de ganancia, y confían en que la balanza se inclinará de manera irreversible. Que la alianza con el macrismo saca un margen de 200 a 137 votos, es decir, una paliza.
Pero por el momento, solo se escuchan insultos. Son los jóvenes que están en la puerta del Teatro, y que al escuchar la palabra de Sanz (primer expositor en esta jornada), comenzaron a exaltarse.
El debate recién empieza, y se espera que no culmine antes de la madrugada. Esto es parte de la estrategia radical. Sin la mirada de la TV, y con los diarios limitados por la hora de cierre, el escándalo (ya evidente) no será la tapa de los matutinos del domingo. Claro que no prevén la potencia de comunicación que hoy tienen las redes sociales.