Lejos de las épocas anteriores de homogeneidad ideológica, la división política con la que deberá convivir el Mercosur, a partir de la elección de Mauricio Macri como Presidente argentino, quedó expuesta en Asunción del Paraguay.
Lejos de las épocas anteriores de homogeneidad ideológica, la división política con la que deberá convivir el Mercosur, a partir de la elección de Mauricio Macri como Presidente argentino, quedó expuesta en Asunción del Paraguay.
Allí se desarrolla la reunión de Presidentes en el marco de la 49º Cumbre del Mercosur.
Fue justamente Macri quien dio el puntapié inicial a la discordia cuando, tal como había hecho en Buenos Aires, pidió por la libertad de lo que Argentina considera “presos políticos” en Venezuela.
Y que para el gobierno caribeño son dirigentes opositores enjuiciados por ser partícipes en delitos de violencia política.
"Quiero pedir expresamente por la pronta liberación de los presos políticos en Venezuela. No puede haber persecución por razones ideológicas ni privación de la libertad por pensar distinto", afirmó Macri dejando de lado cualquier tipo de eufemismo diplomático habitual en este tipo de encuentros.
No tardó en responderle la Canciller venezolana Delcy Rodríguez (el Presidente Nicolás Maduro no vino aduciendo cuestiones de agenda).
"Usted está haciendo injertencismo en asuntos internos venezolanos señor Presidente Macri", le disparó la venezolana. Y de inmediato redobló la apuesta, pidiendo poner en la mesa de discusión de los derechos humanos, el derecho a la educación gratuita, a la salud gratuita, a la vivienda, a la alimentación y a la libre expresión.
Envalentonada acusó a Macri de "liberar a los torturadores de la dictadura" y de perseguir a Hebe de Bonafini.
En el medio quedaron el resto de los Presidentes de la región que prefirieron eludir el conflicto y solo hacer menciones sutiles.
La brasileña Dilma Rousefff por caso buscó equiparar las elecciones realizadas en Venezuela y Argentina saludando a Maduro y a Macri por las mismas y aludiendo a lo positivo de que "las diferencias se resuelvan pacíficamente".
Su discurso siguió al de Macri y el no mencionar el tema de los opositores detenidos y felicitar a Maduro fue leído como un tibio apoyo al gobierno chavista.
En la misma línea puede ubicarse Evo Morales - Bolivia está en proceso de integración como socio pleno del Mercosur - que no mencionó tampoco el punto pero se mostró en sintonía con Venezuela en alejarse de lo que consideró "discursos puramente economicistas" y en otorgarle intencionalidad política a la baja del precio de las materias primas en el mercado mundial.
Por otra parte el anfitrión, Horacio Cartes, fue el más cercano a Macri aunque se cuidó de hacer una mención directa como hizo el argentino.
Prefirió la fórmula retórica de la necesidad de que todos los países miembros firmen el protocolo de DDHH establecido en el Tratado de Asunción que establece puntualmente la prohibición de penalizar la oposición política y que Venezuela aún no suscribió.
Por último tanto el uruguayo Tabaré Vazquez como la chilena Michele Bachelet (Chile es país asociado) se despegaron totalmente del conflicto argento-venezolano y eligieron orientar sus discursos hacia otros aspectos debatidos en la Cumbre, como el combate a la pobreza y los posibles acuerdos entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico.
Justamente en 2016 Uruguay será Presidente pro tempore del primero y Chile del segundo y se esperan avances en una integración.