Enarbolando la bandera de la “transparencia y austeridad”, Kicillof logró sacarle a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el visto bueno para desplazar a los funcionarios que respondían a De Vido y copar el área energética con sus allegados y militantes de La Cámpora.
Tras haber colocado el año pasado a sus incondicionales en los principales sillones ejecutivos y financieros de la empresa estatal ENARSA, la administradora del mercado eléctrico CAMMESA y el ente regulador eléctrico (ENRE), Kicillof consiguió hace unas semanas dar otro zarpazo en el sector.
Sacó de circulación al histórico Daniel Cameron y colocó al frente de la Secretaría de Energía a un nuevo equipo de camporistas que encabeza la ingeniera Mariana Matranga, secundada por los subsecretarios de Energía Eléctrica, Paulo Farina -que llegó procedente de la CAMMESA- y de Combustibles, Gastón Ghioni, que se desempeñaba como tesorero de ENARSA.
Pero lejos del cambio de aire que prometía el “relato kicillofista”, el desembarco de los nuevos funcionarios vino con una llamativa sorpresa por el lado del subsecretario de Energía Eléctrica.
La semana pasada, justo en medio de la declaración de default, salió a la luz el decreto 1157 que estableció que Farina no va a cobrar peso alguno por su desempeño como subsecretario debido a que su designación “reviste el carácter de “ad honorem””.
Inicialmente, los empleados de Energía creyeron estar frente al primer caso de un funcionario del “modelo nacional y popular” que iba a trabajar sin sueldo. Pero, luego de algunas indagaciones internas, se dieron cuenta que el tema no era así y que se trataba de un mero espejismo.
De acuerdo con la información obtenida por los empleados que trabajan en el edificio de Energía de la Avenida Paseo Colón, Farina declinó cobrar el salario de “subsecretario” que promedia los $ 35.000 para seguir recibiendo su remuneración como “gerente” de la CAMMESA que supera los $ 65.000 mensuales.
La movida de Farina no es nueva ni desconocida en el ambiente. Ya la había puesto en práctica su antecesor en el cargo de subsecretario, Luis Beuret, que también estaba nombrado como gerente de la CAMMESA y cobraba un sueldo más alto en la administradora del mercado eléctrico.
Más allá de que puede justificar su accionar con el antecedente de Beuret, lo más paradójico de la actitud de Farina es que su desembarco en nombre de La Cámpora y Kicillof había sido, teóricamente, para terminar con ese tipo de práctica e imprimirle seriedad a la gestión energética.