La boleta con la que sueña Massa es cerrar un acuerdo con Costa, quien encabeza casi todas las encuestas que circulan en tierras pingüinas cuando se mide intención de voto a gobernador, y convencer a Peralta de plegarse al Frente Renovador como primer candidato a diputado nacional por Santa Cruz. Algo que, por más presión que ejerza Massa, o por más dulce que sea la oferta que pueda hacerle al mandatario, sería inaceptable para Peralta, quien está convencido de buscar la reelección con el sello del PJ. Incluya o no un acuerdo con el Frente para la Victoria de Santa Cruz (FVS).
La primera apuesta de Massa para desembarcar con su victorioso sello en tierras patagónicas fue el propio Peralta. Tuvieron encuentros privados y públicos y se mencionaba al gobernador como el referente y principal operador del massismo de Río Negro para el sur. Pero ese acuerdo se cayó, cuando el Gobierno nacional reinició los contactos con Peralta y firmó un pacto de conveniencia para mantener unido al peronismo santacruceño.
De hecho el “peraltismo” se adjudica ese acercamiento a Massa como una victoria: creen que desde Olivos vinieron “al pie”, temerosos de que Peralta cierre con el ex jefe de Gabinete. Algo que podría tener algo de cierto, aunque el principal problema del kirchnerismo en la tierra de Néstor Kirchner es la ausencia total de un candidato de fuste.
Caído Peralta, Massa se apuntó un plan B: Ariel Ivovich, ex jefe de Gabinete de Peralta, quien se fue del gobierno enemistado con el gobernador. A él le dio la foto y la reunión privada que tanto buscaba y le permite recorrer la provincia en nombre del Frente Renovador. La otra dirigente que quiere ser referente del massismo en su provincia es Elsa Capuchinelli, ex ministra de Gobierno de la provincia en la gestión de Sergio Acevedo.
Pero Massa, un pragmático de pulso firme, apuntó sus cañones a Costa. Revisó encuestas, vio los resultados de las legislativas pasadas (cuando el PJ de Peralta y el FPV fueron por separado y la UCR, con Costa a la cabeza, los barrio por casi 20 puntos de diferencia) y vio en el diputado nacional su mejor chance en Santa Cruz. De hecho, si algo une a Costa y Massa es, justamente, la pragmática. En 2011, Costa fue candidato a gobernador por la UCR, pero se colgó sin pruritos de cuatro boletas presidenciales: las de Ricardo Alfonsín, Hermes Binner, Eduardo Duhalde y Elisa Carrió.
Costa, además, es muy tentador para Massa por algo básico: cerrar un acuerdo con él significa garantizarse un candidato ya instalado en el electorado y con fondos frescos para financiar la campaña. El legislador y empresario figura entre los políticos más acaudalados de todo el país. “Mano a mano en declaraciones juradas, tiene 20 palos verdes más que (Francisco) De Narváez”, graficó una fuente santacruceña. Algo clave si se tiene en cuenta lo caro de la publicidad en una provincia de enormes dimensiones territoriales.
Según confirmaron fuentes locales, los contactos entre Massa y Costa ya se dieron en el seno del Congreso nacional. Y la relación iría sobre rieles. “Costa es radicalismo pero, antes que eso, es ´costismo´. Si tiene que hacer una colectora con el Frente Renovador para ser gobernador, ni lo va a dudar”, confirmó un operador santacruceño. Es decir que el empresario cerrará su propio acuerdo distrital, independientemente de la alianza nacional que geste la UCR, a la cual presuntamente pertenece.
Para muestra sobra un botón: en 2011, además de colgarse de cuatro candidatos a presidente, su equipo de campaña repartió unas 52.000 cartas entre los santacruceños donde afirma que “todos sabemos que Cristina va a ser reelegida”, que eso es “algo bueno para el país” y en la que invita a la tijera: “No tengas miedo, cortá la parte que quieras”.