Hasta ahora, este servicio era tercerizado y los casos de malformaciones arteriovenosas eran derivados para su tratamiento en el hospital Garrahan o el Fleni. “Ahora, ningún chico con esta patología que ingresa al Niños de la Provincia es derivado, sino que se lo diagnostica y se lo trata en el mismo hospital, con el consecuente ahorro de dinero, disminución de riesgo por traslado y mayor confort para el paciente y su familia”, explicó el ministro de Salud de la Provincia, Alejandro Collia.
Con la incorporación del especialista Eduardo Tejado, jefe de la Unidad de Diagnóstico y Tratamiento de enfermedades cerebrovasculares del Hospital provincial San Martín, se constituyó en noviembre del año pasado la Unidad de Neurocirugía Intervencionista en el hospital de Niños de La Plata.
Desde entonces, se empezaron a realizar procedimientos tanto diagnósticos como terapéuticos, es decir, embolizaciones de malformaciones arteriovenosas, aneurismas y tumores vasculares. “Para poder hacerlo, es fundamental contar con un buen servicio de hemodinamia y neurocirugía, y una buena terapia pediátrica bien equipada y con personal entrenado en neurointensivismo”, explicó el doctor Tejado.
Estos factores fueron determinantes a la hora de salvarle la vida a Micaela, la primera en ser operada. El jefe del Servicio de Neurocirugía del Ludovica, Marcelo D’Agustino, detalló que “primero se le hizo una tomografía que evidenció un hematoma, por lo que se decidió evacuar esa lesión y realizar una craniectomía descompresiva”. “Una vez constatada la ausencia del hematoma se le realizó una angiografía cerebral en la que se observó la malformación arteriovascular, por lo que procedimos a la embolización de la lesión”, agregó.
Para obturar la malformación de arterias y venas que tenía Micaela se usó un microcateter de menos de un milímetro de espesor “guiado por flujo”, que direcciona hasta el centro de la malformación. Una vez allí se inserta un material, en este caso un polímero llamado ónix, con el cual se obturan las arterias que no tienen un flujo adecuado. En otras palabras, se logra que la sangre no vaya por los caminos que no tiene que ir, para evitar hemorragias.
“La intervención duró alrededor de 45 minutos; luego Micaela estuvo una semana en terapia y una semana más en sala común, hasta que fue externada y pudo volver a su casa”, detalló Tejado, y agregó que “ahora tenemos que seguir monitoreándola porque hay que evitar que la malformación se recanalice”.
Las malformaciones arteriovenosas son defectos congénitos del sistema circulatorio y constituyen enredos de vasos sanguíneos anormales. De esta manera las arterias no tienen un flujo adecuado y depositan la sangre directamente dentro de las venas a través de un canal llamado fístula, una abertura anormal similar a un tubo.
De todos los casos de sangrado en cerebro que se producen en chicos, se estima que el 50 por ciento corresponde a malformaciones arteriovenosas cerebrales. En segundo lugar, se ubican las fístulas arteriovenosas cerebrales y en tercero los aneurismas cerebrales.
A medida que los chicos crecen y entran en la pubertad, son más propensos los aneurismas. Se calcula que entre el 3 al 10 por ciento de la población general mundial pediátrica tiene malformaciones arteriovenosas cerebrales, ya sean sintomáticas o asintómaticas.
Si bien los síntomas varían de persona a persona, entre los más frecuentes en los chicos se cuentan las crisis convulsivas generalizadas, es decir que comprometen todo el cuerpo, y las convulsiones parciales, las cefaleas y los sangrados cerebrales.