Por Gabriela Pepe
@gabyspepe
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Desembarcó en la Jefatura de Gabinete para darle aire al Gobierno nacional, y capacidad de gestión en ausencia de la Presidenta. Entusiasmó con conferencias de prensa diarias, mayor diálogo y un trabajo maratónico, pero el encanto se fue desmoronando. En poco tiempo, Jorge “Coqui” Capitanich empezó a sufrir los embates del poder. Recibió golpes desde adentro y afuera de la Rosada y fue desautorizado públicamente. Desde Chaco ya hay quienes especulan con que Jefe de Gabinete podría retornar a su provincia en marzo o abril, pero sus colaboradores más cercanos lo niegan. Mientras, el vicegobernador Juan Carlos Bacileff Ivanoff, en ejercicio del Ejecutivo, hace cambios en el Gabinete provincial.
“Lo quieren esmerilar, pero Coqui sabía que no venía a un jardín de infantes. Vino al Gobierno en un momento difícil, hay que tomar decisiones que no son del todo simpáticas y lo está haciendo. Las cosas que pasan son naturales de la gestión”, le dice a Letra P Néstor Avalle, mano derecha histórica de Capitanich, su reemplazo en su sillón en la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) y colaborador en la Jefatura de Gabinete.
La llegada de Capitanich a la Rosada generó rápidamente recelos en el gabinete. La Presidenta lo puso en la carrera para 2015 cuando, a fines de noviembre, lo convocó para poner la cara en la gestión mientras ella volvía paulatinamente a sus actividades tras su licencia médica. Desde el inicio, no contó con el visto bueno del histórico hombre fuerte del Gobierno, Carlos “Chino” Zannini, quien había promovido para ese lugar al gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri. Pero Capitanich no dio ni un segundo de ventaja y enseguida hizo gala de su implacable capacidad de trabajo. Su idea de dar conferencias de prensa diarias generó la celebración periodística aunque no política. En el seno del Gobierno no son pocos los que creen que su sobreexposición pública le terminó generando un efecto boomerang. “Habla todos los días, y eso produce un desgaste enorme. Por algún lado siempre lo van a embocar”, se lamente un hombre del kirchnerismo. Enseguida, quedó atrapado en las internas de la Rosada y los medios comenzaron a enrostrarle contradicciones y desautorizaciones: los episodios con la Gendarmería en Córdoba, el Fútbol para Todos, Bienes Personales, los cortes de luz programados, entre otros.
“Son tensiones normales que se generan en todas las gestiones. El aporte que puede hacer Coqui al gobierno es muy positivo, tiene un ritmo y una capacidad de trabajo muy importantes. Y no es un hombre que se caracterice por recibir memorándum de sus funcionarios y repetirlos, sino que él mismo estudia variantes, se mete en todos los temas. Eso genera celos, pero es normal”, explica Gustavo Martínez, ministro de Desarrollo Urbanístico de Chaco y otro histórico ladero del jefe de Gabinete.
Desde Chaco, sin embargo, no todos miran con tanto entusiasmo. “A Coqui le gusta la sobreexposición, él buscó esto. Y ahora estamos viendo su fracaso. Hay muchos funcionarios que apuestan a que en marzo o abril lo tenemos de regreso”, dice un hombre del peronismo provincial. En el entorno del chaqueño lo desmienten de manera categórica. “Si Capitanich tiene que volver a Chaco, es porque el país voló por los aires, y eso no va a pasar. Trabaja 16 horas por día, tiene capacidad y ganas de hacer su trabajo. Está en ese lugar porque lo puso la Presidenta y va a seguir haciendo su trabajo. Hay gente que espera que le vaya mal”, responde un funcionario de confianza de Capitanich.
En la provincia del jefe de Gabinete no sólo miran hacia la Rosada. Desde que Capitanich llegó a Buenos Aires, el vicegobernador Bacileff Ivanoff, con quien el gobernador en uso de licencia mantiene una relación bastante compleja, hizo en los últimos días varios cambios en el gabinete provincial, que se leyeron como una desobediencia a su ex compañero de fórmula. Nombró a nuevos directivos en el Nuevo Banco del Chaco (y cuestionó sus sueldos) y la Fiduciaria del Norte, recibió la renuncia del ministro de la Producción, Enrique Orban, y debe nombrar a nuevos ministros de Industria y de Infraestructura, ya que los anteriores titulares de esas carteras se mudaron a Buenos Aires con Capitanich. “No son funcionarios nuevos, sino que son reacomodamientos con gente del mismo proyecto”, aclara Martínez. Según el ex vocero Avalle, si bien los cambios no fueron consensuados con Capitanich, sino que son decisiones exclusivas de Bacileff, la comunicación entre ambos “es constante”. “El vicegobernador no está poniendo enemigos en el gobierno sino a gente del mismo proyecto político. Hay gente que está nerviosa pero es normal que haga cambios, porque su ritmo de trabajo es distinto al de Capitanich y tiene que delegar más”, dice Avalle.
La relación entre Capitanich y Bacileff, aunque tirante, nunca se termina de romper. Aun después de haber protagonizado escandalosos cruces públicos volvieron a compartir la fórmula de la gobernación y mantienen el equilibrio en el poder. Quienes conocen la relación dicen que las peleas son “pura espuma”, y que la relación entre ellos es explosiva, pero buena. Bacileff sabe, además, que ahora Capitanich está en el lugar ideal para conseguir recursos para la provincia. No es tiempo de rupturas. Mientras intenta mantener la armonía en su provincia, Capitanich trabaja sin freno que su gestión genere finalmente el éxito prometido. Sabe que volver a su provincia implicaría abandonar su sueño presidencial.