Política

Dios ya no vomita tibios: Domínguez y Scioli, felices en Chacabuco

En la recta final de la campaña para las PASO de este domingo, el gobernador Daniel Scioli sigue desfilando por toda la provincia de Buenos Aires acompañando al precandidato Martín Insaurralde. Así, fortaleciendo minuto a minuto su postura de dirigente ultra K, el ex motonauta visitó la ciudad de Chacabuco por el cumpleaños 148 y se mostró junto al presidente de la Cámara de diputados de la Nación, Julián Domínguez, quien hace dos meses le había dedicado durísimos términos, al tratarlo de “tibio”. “O se es frío o se es caliente, a los tibios los vomita Dios”, había dicho el chacabuquense en relación a las dudas que los kirchneristas planteaban acerca de la pertenencia de Scioli al proyecto nacional.

Juntos, Scioli y Domínguez celebraron la Fiesta Nacional del Maíz y el aniversario de Chacabuco, mostrándose juntos, reforzando la imagen de unión que luego del cierre de listas se multiplicó por cada rincón del territorio bonaerense, impulsando la candidatura del intendente de Lomas de Zamora.

 

Así, el mandatario provincial volvió a repetir las frases que día a día manifiesta en los actos de campaña. “El gran desafío es desarrollar el interior de la Provincia para generar más puestos de trabajo y arraigo”, dijo, y en relación al festejo por la Fiesta del Maíz agregó que se trata de una “política de Estado la industrialización de la ruralidad con el objeto de agregar valor a las materias primas”. Así, instó a “seguir trabajando para generar oportunidades e inclusión social”.

 

Lo llamativo –o no tanto-, es que hace exactamente dos meses, el mismísimo Domínguez había maltratado al Gobernador y claro, desde calle 6 respondieron los ataques. “La Presidente encarna los sueños mayoritarios de todos los argentinos, y ha demostrado los atributos del liderazgo que espera la sociedad. Por eso, la principal tarea de quienes formamos el equipo de conducción es trabajar y acompañar los tiempos que la Presidente va marcando, y defender a la Presidente. Esto es evangélico: o se es frío o se es caliente, a los tibios los vomita Dios”, había dicho el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, en lo que fue un claro mensaje contra quien fuera vice de Néstor Kirchner en 2003.

 

La relación entre Scioli y Domínguez tenía -en esos momentos de bombardeos constantes entre Provincia y Nación- directa influencia en la puja interna por el manejo del peronismo bonaerense, que venía de antes. El ejemplo exacto para describir ese panorama fue la reunión de jefes comunales que el chacabuquense convocó a principios de año en Santa Teresita, después de que en Villa Gesell se desarrollara “La Peña Justicialista”. Allí, 69 intendentes reclamaron bajo el sol que Scioli defina sus matices y su relación con Cristina.

 

Inmediatamente, todo el arco naranja salió al cruce. “Julián Domínguez hablando de lealtad y que hace falta dirigentes de origen peronista puro. Mira a tu alrededor Julián y comprate un espejo”, había dicho Baldomero “Cacho” Álvarez, al mismo tiempo que el vicepresidente Amado Boudou cuestionaba también la estrategia sciolista de pedir más coparticipación mediante una carta: “¿Qué tiene que ver Julián Domínguez, con una carta para hablar de un tema que tienen que resolver 24 gobernadores con la Presidenta?”.

 

El jefe de Gabinete bonaerense Alberto Pérez no soportó esas críticas y le apuntó directamente a Domínguez: “no está al nivel de ser un representante de la Provincia de Buenos Aires en el congreso nacional”. “Habla de un dirigente que no está al nivel de lo que está representando hoy, no está al nivel de ser un representante de la Provincia de Buenos Aires en el Congreso nacional y nada más y nada menos que ocupando la presidencia de la cámara”, concluyó.

 

Este lunes, ese capítulo –como tantísimos otros- quedó enterrado. Al menos por el momento.

 

Rodrigo de Loredo comunicó el rechazo del bloque radical a la postulación de Jessica Valentini para el Tribunal Superior de Justicia.
Javier Milei

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