“Massa antes era el pastor evangélico y ahora es una especie de boxeador”

¿Qué es lo primero que se busca a la hora de armar una campaña? 

Nosotros siempre dividimos el qué y el cómo: qué se dice y cómo se dice. El argen-tina y el de binner tienen el mismo qué; qué se dice. El gobierno es responsable de la división de los argentinos. Y el cómo difiere: uno son los chorizos, el otro el argen-tina. Yo pienso que confunde y la gente no es zonza afortunadamente. No transmite la cosa más importante que es que un país se divide en todo caso cuando viene un gobierno con aires transformadores, eso afecta intereses, genera resistencias, calumnias, polémica, no van al origen del problema. A la epidermis, al origen del problema.

¿Cómo se analiza el efecto Massa? 

Los de Massa, son campañas con muchas sonrisas, y vos tenes globos. La campaña de Macri era con globos igual que la de Massa. Cuando están los candidatos en cámara lenta bailando con globos es nada de nada, es no tener nada que decir.

Cuándo Massa aparece en uno de los últimos spot y se saca el saco ¿cambió?

Empezó a perder puntos entonces en lugar de analizar porqué perdió puntos dijo “hagamos todo lo contrario”. Massa antes era el pastor evangélico y ahora es una especie de boxeador y eso es porque empezó a perder puntos.

¿Por qué para usted los spot del FpV son los mejores?

El Frente Para la Victoria tuvo una resolución que ha sido interesante: usa un concepto que es elegir, con el cual se pueden limpiar un montón de otros conceptos. “Nosotros elegimos”; es un concepto muy hábilmente abarcador. Puede englobar todo; y aparte se está enfrentando a lo de Stolbizer con argen-tina y al Frente Renovador porque dice sí hay que elegir. Acá no somos todo lo mismo y vamos cantando canciones felices. Acá hay intereses en pugna y hay que elegir, permanentemente hay que elegir.

Para levantar la imagen de un candidato, ¿cuánto sirve el spot?

Si el spot es muy bueno, puede aportarle cinco puntos. Acá se esta eligiendo el futuro, los hijos, los abuelos: todo. Es mucho más importante, la gente va muchísimo más a los antecedentes de los candidatos que a los bla bla. Esos terminan siendo voluntarismos o expresiones de deseo nada más.

¿Cómo fue armar la campaña de Néstor Kircher para la elección del 2003?

Tengo recuerdos muy lindos; una de las cosas era que no había guita. Una de las cosas que hacíamos era recorrer el país con los equipos técnicos  trabajando en la actividad portuaria, minera, vial. Kirchner tenía expertos para todos, y se hacía lo que se podía con la guita que había. Fue muy lindo porque era una lucha contra el desconocimiento porque era muy desconocido Néstor, como Insaurralde ahora. En los grupos que armábamos, la gente se codeaba, es gobernador decían: de Río Negro, otros decía de Chubut, de Mendoza  y otros decían, ‘éste tiene la esposa que está fuerte. Es parecido a Tristán, que tiene un ojo medio raro’. Realmente era poco conocido, pero la estrategia salió redonda y fue presidente. Creo que era lo que hacía falta.

¿Qué le pareció el afiche del Papa con Insaurralde para la campaña?

El afiche suma; yo leí una editorial en La Nación que estaban odiosos, indignados. Cuando Durán Barba se mandó el chistecito ese con Filmus de hacer 200 mil llamados telefónicos calumniando y enchastrando al padre de Filmus, no vi un editorial indignado de La Nación. Cuando De Narváez empezó la campaña publicitaria 4 meses antes de lo que dice la Ley con los carteles de ella o vos, tampoco vi una editorial. Y ahora con esto se arma un escándalo. Acá en la argentina, mucha gente lo quiere y lo respeta al Papa; y después también están Scioli y Cristina que le están haciendo transferencia de imagen y conocimiento a Insaurralde. Ponen la confianza que el pueblo tiene en ellos y la ponen al servicio de Insaurralde.