Política

La “trampa mortal” que a Bruera nunca le importó

La situación que viven los vecinos a la vera del arroyo “El Gato”, uno de los flujos de agua indicados por Pablo Bruera como los responsables de la inundación el 2 de abril, refleja el abandono de un gobierno que comenzó en 2007. La falta de presupuesto y planificación, las claves según la Universidad Nacional de La Plata.

Mientras la búsqueda de responsabilidades políticas comienza a gestarse en la capital de los bonaerenses, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), a través de un fuerte comunicado, recordó que lo sucedido “no fue producto de la fatalidad, sino por décadas de desinversión”.

 

 

 “Se hizo todo un plan de estudios y un programa de cuatro módulos. El primero de ellos era sobre el arroyo “El Gato”, porque era justamente el que generaba más problemas. Eso se hizo por encargo, porque en el 2002 hubo una tormenta muy fuerte que dejó bloqueado los accesos de la ciudad de La Plata. Toda la zona norte del Casco Urbano, en Tolosa, el agua quedó retenida por mucho tiempo”, indicó.

 

 “Lo primero que dijimos fue que aun para tormentas muy menores, había que hacer un cambio estructural. Aumentar los puentes, el ancho del mismo arroyo, sacar alcantarillas que sólo embalsan el agua. Con esa salida preparada, todas las propuestas siguientes que eran para mejorar, iban a tener sentido, pero si eso no existía, no iba a servir nada.  Entregamos el informe en 2007, justo cuando llegó Bruera”, admitió Romanazzi, en una entrevista realizada el 9 de abril.

 

 Sobre el cambio de gestión, el docente universitario describió la transición cuando presentó el informe y planteó: “cuando llega un Intendente en reemplazo de otro, dice que todo lo que hizo el anterior es mala palabra”.  También, se refirió a otra tormenta, en febrero de 2008, “cuando la gran inundación de City Bell y Villa Elisa reaviva todo esto”.

 

 Así, quedó en evidencia el pormenorizado trabajo que tuvo cuatro módulos de estudio. El primero describía la situación del cuestionado arroyo “El Gato”; un segundo sobre el “Maldonado”; el tercero hablaba de los arroyos “Don Carlos” y “Rodríguez” y un cuarto, de los afluentes “Martín” y “Carnaval”.

 

 Según explicó, después de “audiencias públicas; presencia en la Expo Universidad, en los clubes de barrio o en dos oportunidades del Congreso Nacional del agua, se difundió en cuanto lugar se pudo”. Sobre lo que pasó en Tolosa, una de las áreas más castigadas, admitió que si se lleva a delante el proyecto no podrían evitar la inundación, sino que el agua “se vaya más rápido”.

 

 “Los equipos de rescate o asistencia pueden llegar mejor si esto se lleva a cabo. Son problemas fáciles de resolver, porque concurren factores que se encuentran: la presión inmobiliaria enorme, querer lotear hasta los sectores cercanos al arroyo. No existe una delimitación clara de lo que debe dejarse si o si, eso es importante porque directamente replantea la idea de ciudad”, admitió.

 

 “En definitiva, si se toma la decisión, es una forma de reducir la exposición de las personas al peligro porque la amenaza no la podemos modificar pero lo que podemos hacer es no exponer a las personas a ese riesgo. Si se combinan las cosas, es como que circulen dos trenes por la misma vía, en algún momento van a chocar. En la tormenta, está la gente metida en el lugar donde no debe estar”, dijo el ingeniero.

 

 Los factores de la catástrofe

 

 A pesar de que Romanazzi coincide con Pablo Bruera sobre la impresionante precipitación, la cual calificó “imposible de controlar”, desnudó una serie de factores que salieron a la luz antes, durante y después de la tormenta. El docente universitario se explayó sobre la falta de presupuesto, para luego apuntar directamente a la nula “gestión”.

 

 “Con un sistema hidráulico obsoleto que no acompañó el crecimiento de la ciudad, sin vía de escape preparada: es igual a una trampa mortal. La falta de un sistema de alerta, que era otra de las propuestas, también”, indicó el docente. Pero no se quedó ahí y recordó el trabajo que él realizó por años, descartado por la falta de presupuesto.

 

 “Puse tres estaciones pluviográficas, que mantuve durante 6 años y que por falta de presupuesto tuve que abandonar. Estas miden la precipitación, uno se puede anticipar, con los datos brindados, si va a haber inundación de más de un metro. Hay que tener personal organizado y entrenado, con un protocolo que Defensa Civil lo tiene. Hoy, una estación que mida la lluvia no es un inconveniente económico”, planteó.

 

 “No hay gestión, no existe permanencia de los programas porque deben existir personas que se dediquen permanentemente a gestionar el sistema hidráulico de La Plata. Acá corren peligro la vida de las personas y daños materiales enormes”, describió Pablo Romanazzi, desvistiendo aún más falencias de una gestión marcada por la tragedia.

 

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