Política

Mariotto y el síndrome de la estrella fugaz

Por * Daniel Bilotta.-

En un esfuerzo por rodear el espacio institucional que ocupa en el gobierno bonaerense de un halo que lo jerarquice como expresión de su poder territorial, Juan Gabriel Mariotto logró concitar al elenco estable que dispone el oficialismo para cumplir con actos protocolares en la segunda Jornada de Políticas Públicas que organizó en el predio que el club Banfield tiene en Luis Guillón.

 

Separado apenas por la cinta asfáltica de Camino de Cintura del campus de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, el vicegobernador volvió a sentir el vacío  de los intendentes de la Tercera Sección Electoral entre quienes no figuran los únicos dos que asistieron: Darío Díaz Pérez de Lanús y Jorge Ferraresi de Avellaneda  afectados del mismo síndrome de estrella fugaz que padece Mariotto en el firmamento K.

 

Acaso sus distritos se conviertan en un hecho excepcional a lo que prometen otros jefes de la región para el armado de la lista de diputados provinciales: negarle cualquier injerencia a La Cámpora, a la que observan “corrida” desde la misma Casa Rosada de la relación política que mantienen con ella.

 

De no haber sido por la inquietante presencia de Wado De Pedro y de Julián Domínguez, el acto habría merecido el rótulo de intrascendente para los jefes comunales que, a semejanza de los gurúes economicos, trabajan a destajo para que sus profecías alcancen el status de autocumplidas.

 

Pero el diputado más silente y efectivo del camporismo y del jefe de la Cámara de Diputados, logró conmoverlos: se trata de dos interlocutores de la presidente Cristina Fernández para resolver la estratégica cuestión electoral en la provincia de Buenos Aires.

 

Domínguez, no dejó lugar a dudas con su discurso, donde castigó elípticamente a Daniel Scioli por la supuesta relación que mantendría con los dueños de Medios de Comunicación sin que hiciese falta aclarar que aludía a los que no son afines al oficialismo.

 

Tampoco su intención de aprovechar cualquier tribuna para instalarse como el eventual sucesor del actual gobernador, en una carrera que parece definitivamente perdida para Mariotto que pierde protagonismo con su presencia. Las otras, se dijo, fueron mucho menos rutilantes a la luz de sus presentes.

 

Como la de Agustín Rossi, acuciado por María Eugenia Bielsa con su renuncia como diputada provincial en Santa Fe, en una estrategia de potenciar su condición de liderazgo alternativo al del jefe de la bancada K en esa provincia.

 

O Carlos Tomada que vería frustrado su sueño de abandonar el ministerio de Trabajo para ser diputado nacional. Proyecto menos seguro si, como se rumorea, el intelectual Ricardo Forster se convierte en la cabeza de esa lista en la Capital Federal: territorio indócil al oficialismo si los hay.

 

Lo de Andrés Larroque no merecería consideraciones luego de su último traspié con Laura Alonso en el plenario de comisiones por el acuerdo con Irán. O no tanto como Sergio Berni: tal vez el estado de parálisis de la oposición facilite sus planes de dar por finalizada su licencia como senador antes que se ponga en debate el vicio de irregularidad que podría anular la prórroga de mandatos de autoridades en esa Cámara.

 

Para algunos constitucionalistas, no puede seguir ocupando la vicepresidencia Primera del Senado si no reasume la banca que ocupa en su reemplazo Fabio Sorchilli, ex intendente de San Antonio de Areco. El comportamiento timorato de la oposición legislativa podría favorecer sus planes de dejar la secretaría de Seguridad y ocuparse de la representación del mandato popular que le confirieron los votantes, como le habría transmitido a personas de su confianza.

 

Berni redujo notablemente el perfil de exposición pública que venía manteniendo en cada operativo de seguridad liderado por efectivos de la Policía Federal y de Gendarmería Nacional.

 

“También es cierto que hace mucho que no realizan uno de importancia”, reflexionó con sorna un jefe comunal, que no miró con simpatía que el funcionario aprovechase esas ocasiones para mostrarse en el Conurbano.

 

Llamativa, en cambio, resultó la ausencia de José Ottavis. El vice primero de la Cámara de Diputados provincial es citado en algunas versiones como el sustituto de Mariotto en la tarea de captar las voluntades dispersas que el oficialismo podría reunir en el Gran Buenos Aires por fuera del blindado aparato de los gobiernos municipales.

 

Sí fueron de la partida Cristina Fioramonti y Santiago Carreras, dos protagonistas de la prórroga de autoridades en el Senado: se atribuye a la jefa del bloque del Frente para la Victoria la apertura de un debate sobre el lugar de Berni y a Carreras el hacerla caer en la realidad de una bancada con al menos cuatro fracciones – La Juan Domingo, La Cámpora, los seguidores de Sergio Massa y los K más alineados- sobre la que la esposa de Carlos Kunkel viene haciendo un equilibrio no siempre delicado.

 

“Si vamos a discutir los cargos, también discutimos el tuyo”, le habría dicho Carreras en la defensa oficial que La Cámpora ejerció por Berni. El dato es sugestivo: en el entorno de esa corriente se advierte que puesto en la disyuntiva de elegir, Carreras se inclinaría por Ottavis antes que por  Mariotto.

 

Se suma a este panorama que un viejo aliado en la Provincia como Aníbal Fernández evitó mostrarse en el acto y, hasta donde se sabe, habría instruido a los pocos de su tropa que asistieron a perderse en el anonimato de un número que lejos estuvo de los 8.000 concurrentes con los  que exageró el oficialista sitio web “Info Región.”

 

Consultado sobre cómo había apreciado el acto por otro, un colaborador del senador bonaerense dio una respuesta tan metafórica como sucinta: “No lo vi.”

 

* periodista, analista político

 

Rogelio Frigerio en su despacho en la Casa Gris.
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