Política

La oposición no puede capitalizar el efecto cacerola

Descartan que la protesta pueda tener correlato electoral. La crisis de representación de los partidos tradicionales, el desgaste de los partidos que representan a la clase media dirigencia y la incapacidad de sectores de la oposición para expresar “algo distinto donde la gente se vea representada”, son algunos de los conceptos que distintos politólogos y analistas realizaron tras la manifestación del 13 de septiembre.

La concentración de “cacerolazos” anti-gobierno, que tuvo el jueves 13 su epicentro en la Plaza de Mayo, marca la llegada de un nuevo actor al escenario político argentino: un segmento de clase media, sin filiación partidaria ni liderazgos visibles, que de todas formas quiere expresar su profundo rechazo a las políticas y al estilo del kirchnerismo. Según los analistas políticos, potencialmente, puede crecer hasta llegar a condicionar tanto al Gobierno como a la oposición.

 

Así lo sostuvo Sergio Berensztein –uno de los directores de Poliarquía- advirtió además que la marcha del jueves pasado “la oposición quedó opacada” y que la consigna fundamental era “la cuestión de la libertad”.

 

“Esto tiene que ver con la crisis de representación que existe en Argentina”, dijo Berensztein a Cadena 3 y agregó: “El desgaste de los partidos, sobre todo los que representaban a la clase media y en particular la UCR”.

 

Otro director de Poliarquía, Fabian Perechodnik, consideró que el cacerolazo del jueves 13  significa un fuerte llamado de atención para el Gobierno ya que tuvo una expresión federal y a lo largo de todo el país. En diálogo con FM Blue, el analista político evaluó la manifestación con “preocupación” porque fue “más importante de lo que me esperaba”.

 

 “La comunicación directa es de ida y vuelta, porque la Presidenta se comunica con la gente a través de la cadena nacional y la gente se transmitió con ella a través del reclamo. Hay una multiplicidad de mensajes en el cacerolazo del jueves. No hay nadie que haya podido capitalizar esto, ni centralizar el reclamo en un solo tema. La gente se moviliza de manera espontanea cuando siente que lo tiene que hacer y no podemos identificar las reales demandas”, expresó a El Cronista.

 

Además, analizó que hay un fracaso de la política porque la “dirigencia (de la oposición) no puede expresar algo distinto donde la gente se vea representada”.

 

Los analistas más cercanos al Gobierno, como Artemio López, fueron contundentes respecto de cuál es la versión oficialista: “Esto no es una sorpresa. Es la expresión de pequeños sectores de clase media-alta, que están fuertemente influidos por los medios de comunicación”.

 

El analista fue más allá y sostuvo que “que no se trata de algo con espesura política, no es comparable al fenómeno que en su momento lideró Blumberg contra la inseguridad”.

 

Lectura política de los cacerolazos

 

Ya habiendo transcurrido la manifestación “anti K”, el punto central pasa por cómo debe ser interpretada la misma desde el punto de vista político. ¿Será un movimiento que crezca hasta el punto de que el Gobierno tenga en cuenta tales reacciones y busque evitar el avanzar en medidas que puedan generar una mayor irritación?

 

Y, más lejos aun, ¿podrá mutar desde su condición de movimiento inorgánico, espontáneo y no-partidario hasta otro tipo de fenómeno político que pueda tener correlato en el plano electoral?

 

En principio, los analistas se muestran escépticos al respecto.

 

“En Capital Federal los partidos tradicionales ha desaparecido”, dijo el director de Poliarquía y advirtió: “En la implosión del sistema de partidos, el sector menos representado es la clase media”, consignó Sergio Berenstein.

 

“Para satisfacer demandas elementales, agua potable, acceso a la vivienda –si tenemos la valentía de llamar vivienda donde viven los sectores más postergados– requieren menos dinero que las demandas de los sectores medios, que son más caras”,  opinó Berensztein.

 

Para Julio Burdman, director de la consultora Analytica, estas manifestaciones no deben interpretarse, por ahora, como algo que cause un grave daño al caudal político oficialista.

 

“Lo que sí está emergiendo es un aumento en el malestar de los que ya estaban disconformes. Es decir, los que siempre estuvieron en contra del Gobierno y que ahora tienen una mayor disposición a salir a manifestar”, afirmó Burdman a El Cronista.

 

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