Sociedad

No me importa lo que digan, lo que digan los demás

En este país más que en ninguno, para el fanático es muy difícil abstraerse de la realidad, hacer como que nada le importa y analizar con ojo crítico y cabeza fría lo que pasó. Hoy lo padece el hincha de Boca, que se quedó sin Libertadores (y sin Clausura); pero ayer lo padeció el hincha de River, cuando Belgrano los mandó a la B; y más atrás en el tiempo Independiente, cuando -luego de ganar la Sudamericana- perdió una tras otra las finales que jugó (incluyendo a un equipo japonés que difícilmente recordemos el nombre); y aún más atrás todavía Racing, cuando jugó la promoción (primer equipo grande que la disputaba) o cuando anunció insólitamente que su DT sería el alemán Lothar Matthäus, y éste negaba todo vía mensaje de texto; y ni hablar San Lorenzo, que penó hasta hace muy poco cortando clavos para zafar, con un DT que se peleaba en la calle con una camisa rosa y daba vergüenza ajena por radio y TV. Así, decenas más.

El folklore del fútbol (argentino) -y acá es donde todos los hinchas somos absolutamente iguales- nos regala momentos muy gratos, y realmente disfrutables, tanto para unos como para otros. Al día siguiente de la catástrofe futbolística que a veces afecta a uno pero que mañana inevitablemente afectará al otro, el ingenio del simpatizante genuino pone mode on y le da vía libre a una catarata de originales cargadas y gastadas en formato de afiche que generan automáticamente dos reacciones totalmente inversas en sus receptores: risa y/o bronca.

 

Da igual. Lo que vale es precisamente esa chispa que aparece por arte de magia de abajo de la tierra, inmediatamente luego de una final perdida, de un gol en contra, de una declaración polémica, y demás. Los hinchas argentinos, en el fondo, tal vez muy en el fondo -para que nadie se enoje-, somos todos iguales. O bueno, muy parecidos. Y uno de los parámetros más claros que evidencian esta conclusión, son estas obras de arte post catástrofe o éxito deportivo.

 

Y este es el mensaje que vale. El de la picardía, el de la risa de la desgracia ajena, con onda, sabiendo que hoy le toca a él, pero mañana a vos.

 

¿No era que ganaban los 3 torneos caminando? ¿Cómo te da la cara para cargarme si te fuiste a la B? ¿No era que son el nuevo Rey de Copas? ¿Y vos qué me cargás si te estás por ir la B? Y así sucesivamente… Todas preguntas ofensivas/defensivas que en cierto punto todas son verdaderas, todas tienen razón.

 

Todos los hinchas tenemos argumentos necesarios para anteponer la pasión que sentimos por nuestros colores, por sobre la de los demás. Todos tenemos con qué defendernos y con qué atacar. Eso es lo sano, y lo que el hincha de verdad entiende. Hoy unos mastican bronca y otros se ríen de eso; dentro de poco será a la inversa. Esto es lo que hay que celebrar, darse cuenta de las diferencias, jugar con eso y hasta reírse de eso, entendiendo -valga la redundancia- que a todos nos puede pasar, y que de hecho, a todos nos pasa. Sería muy aburrido si así no fuera.

 

Matías Moscoso
tw @matomosco

 

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