La Ley no regula directamente nuestra actividad, porque no regula la industria gráfica. Es bueno que aclaremos este punto ya que durante las últimas semanas se echaron a correr versiones malintencionadas que buscan generar zozobra en la sociedad. El 8 de Diciembre como sucede hace mas de 100 años cada ciudadano va a poder elegir en libertad el diario que quiera leer. Y nosotros, los canillas vamos a seguir militando como lo venimos haciendo durante 365 días al año para recuperar cada uno de nuestros derechos.
Como colectivo de trabajadores no nos sorprenden las maniobras que durante todo este tiempo intentó llevar adelante el Grupo Clarín. Confundir, manipular, esconder y ocultar son verbos imperativos en el mundo de este grupo de comunicación. Nadie como nosotros para dar cuenta de esto.
Durante casi 50 años el Grupo Clarín determinó, directa o indirectamente las pautas y las reglas de toda la industria gráfica, precarizando a los vendedores, quitándoles sus ingresos, y pauperizando sus salarios. Lo hizo, -y esto es cierto también- con el guiño de los gobiernos de turno.
La expoliación de recursos de la masa trabajadora al sector empresarial fue la principal fuente de financiamiento de este grupo mediático. La compra irregular de Canal 13, el despido masivo de periodistas y la reducción del 20 por ciento del ingreso de los canillitas en el 2001 se transformaron en los miles de millones de pesos que Clarín necesitaba para hacer crecer sus empresas, sobornar políticos y acallar jueces.
Durante años también observamos como el resto de los medios de comunicación terminaban llevando adelante políticas tan o más confiscatorias de los derechos laborales de sus trabajadores que las del Grupo Clarín.
Es por eso que la Ley de Medios no es, ni debe ser, una ley más. No lo es para los canillitas, y tampoco para el resto de la sociedad. El 7 de Diciembre debe ser el principio del fin de todos los monopolios. En esa búsqueda se debe resguardar que, en la importante tarea de multiplicar las voces, no se terminen formando nuevos conglomerados mediáticos que más acá o más allá generen las mismas consecuencias que hoy buscamos erradicar.
La comunicación del siglo XXI debe ser concebida ya no como un servicio, sino como un derecho humano. El derecho que cada argentino tiene a elegir en un plano de igualdad y de oportunidades para todos.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual también viene a subsanar una deuda de la democracia y a empoderar al Estado como el garante último del derecho humano a la información. Y si se empoderar al Estado, se empodera al Pueblo, y si eso ocurre a partir del 7 de Diciembre todos seremos un poquito más libres.