A eso se debe que una gran mayoría haya resignado el último fin de semana largo de este año y de liberar su agenda de compromisos el mítico 7-D. Aunque no tanto por aquel enfrentamiento como por la prórroga segura de mandatos que se definirá en la reunión del PJ bonaerense prevista para ese día en que seguirán con atención los pasos que den Jorge Landau, Carlos Zaninni y Miguel Pichetto, legalmente facultados para actuar en su nombre.
También es posible que muchos aguarden un llamado de la Casa Rosada de donde podría exigírseles algo más que la movilización de fieles para los fastos del día 9 en la Plaza de Mayo Ninguno esquivará treparse a una tarima y compartir palco con Cristina que, en su interpretación, siempre garantiza la probabilidad de proyectar la escuálida imagen pública que recoge la mayoría de ellos en los sondeos.
Aunque por lo bajo deslicen críticas a los movimientos, a veces desencajados, que observan del oficialismo para aglutinar voluntades, en una estrategia que lograría un efecto inversamente proporcional al deseado y que explicaría el desbande del favor de la opinión pública a su alrededor. Por eso especulan con poner en práctica el juego que más le gusta al peronismo clásico: dejar el peso de la movilización en “Unidos y Organizados” y motorizar una adhesión casi simbólica al festival por la democracia y los derechos humanos.
La aceleración de los tiempos y con ellos, la pérdida de poder que creen percibir en el Gobierno, los obliga también a otra serie de definiciones: resulta paradójico que sean los jefes comunales los más interesados en postergar para fines del 2013 cualquier definición en el PJ y que el kirchnerismo se vea urgido exactamente por lo contrario.
De nuevo los sondeos se convierten en una suerte de revelación total: los votos que permanecen fiel al oficialismo coinciden con los que históricamente acompañan al peronismo. Núcleo duro sobre el que viene trabajando a destajo Sergio Massa y que constituye, además, la base más sólida para las pretensiones de Daniel Scioli, a quien el oficialismo se resiste cada vez menos a aceptar la única alternativa en la línea sucesoria.
Tal vez por eso tenga literalmente resuelto preservar a Alicia Kirchner, a quien no expondría a liderar la lista de diputados nacionales, y haya avanzado en la instalación de Martín Insaurralde como un candidato “presentable” del oficialismo para ese lugar. El entorno del intendente de Lomas admite con sonrisas que sin la debacle política de Juan Gabriel Mariotto esa posibilidad no estaría ahora abierta.
El vicegobernador, quien viene insistiendo sin fortuna en lograr una entrevista con Insaurralde, es caso testigo de las urgencias que atraviesa el oficialismo: resucitado por vía artificial su discurso incendiario ya no prende como antes en la agenda de noticias, donde ya no figura. Tampoco lo hace allí Eduardo “Wado” de Pedro, consolidado como jefe político de “La Cámpora” luego del derrape de Andrés “El Cuervo” Larroque en un terreno resbaladizo para iniciados en el arte de efectuar declaraciones.
De Pedro es el nexo de Insaurralde con la Casa Rosada, quien intercedió con Marcelo Tinelli para garantizar una alta exposición que lo posicione con el gran público. Al conductor se le atribuye el mérito de haber convertido sus visitas en un eficaz folletín, con el promocionado supuesto romance que el jefe comunal mantendría con la actriz Florencia Peña.
Si no es una inédita coincidencia, los números parecen darle la razón: coinciden las visitas de Insaurralde y la saga con Peña con el salto que experimenta el rating que pasa en esas veladas de los 20 puntos promedio a rozar los 28, otorgándole a “Bailando por un sueño” una derrota más digna frente al éxito de “Graduados” en Telefé. La muestra puede leerse también como un sutil mensaje de la teleplatea a los responsables de la comunicación del Gobierno: seduce más un amor de ficción que las declaraciones de guerra.
No fue la única repercusión. Atento a los intereses de su jefe en esa esfera, Alberto Pérez le recriminó a Omar Plaini las apariciones del alcalde con el dúo Peña-Tinelli. Fue la última semana de noviembre, en la reunión de consejeros del PJ convocada por Massa y Scioli, donde se vieron las caras el jefe del Gabinete y el diputado nacional, aliado de Insaurralde.
Más desconcertante fue la ocasionada en Mariotto. A instancias suyas, Tinelli habría mantenido una tensa conversación telefónica con Pablo Paladino, coordinador general de “Fútbol para todos.” Pese al hermetismo, trascendió que el diálogo giró sobre la actualidad deportiva de San Lorenzo de Almagro, club presidido por Tinelli y que viene con una racha de tres victorias consecutivas.
La de la última sobre Independiente, que derivó en la expulsión de Américo Gallego, su técnico, después de protestas airadas por el arbitraje el mismo domingo que circularon versiones del enojo de Julio Falcioni contra Juan Carlos Crespi, delegado de Boca Juniors en la AFA, a quien el DT le habría reprochado falta de incidencia en el sorteo de los pitos.
Paladino responde al senador nacional Aníbal Fernández y en su nombre mantiene una alianza en Lomas de Zamora con Mariotto para enfrentar a Insaurralde, quien el 7-D efectuará en el colegio Nº 1 de ese distrito la última entrega de notebook del programa “Conectar Igualdad” de la Anses junto a su titular, Diego Bossio, en otra intervención de De Pedro a quien se le atribuye sacar partido hasta de sus limitaciones.
A una de ellas, su tartamudez, acude para evitar hablar en público, lo que alguna vez le valió el reproche de un avezado en las lides de relativizar razones como fue Néstor Kirchner. “Y por qué no vas a hablar vos si yo soy tuerto y llegué a Presidente”, le habría espetado. La anécdota es reflotada por la melancolía de los desplazados con su desaparición. “Con Néstor esto no pasaba”, evocan.
De Pedro imagina un escenario donde el oficialismo nacional dispute la gobernación bonaerense frente a Massa si es que no termina encabezando la boleta oficial de diputados nacionales y se enfrenta a la del gobierno nacional, nucleados con Scioli en el “Frente Renovador.” A juzgar por la reunión de consejeros en Puerto Madero no parece la hipótesis más plausible.
Si el intendente de Tigre aceptarse el convite K, eso implicaría para Insaurralde cederle el primer puesto pero no salir de la carrera que comenzaría a ser, entonces, por el segundo término de la fórmula. Para decirlo más claro: quien aspire a la gobernación sabe que el paso previo es la Cámara Baja del Congreso Nacional como plataforma de lanzamiento.
Al menos desde lo gestual, Massa acepta el desafío de jugar duro en el terreno de los K y exigir definiciones también de los más cercanos, como Rubén Darío Giustozzi. El intendente de Almirante Brown es otro aspirante al supuesto binomio que lideraría. De un lado y del otro, a Giustozzi se le exige definiciones que terminen con los interrogantes que dejaría abierto el nivel de autonomía que exhibe en sus apariciones.
Algo por fuera del canon corporativista de los intendentes que explica, además, la falta de consenso unánime para consagrar a uno de ellos como jefe institucional del PJ. Fórmula sobre la cual, de forma paradójica, todos expresen acuerdo nominal.
Como parte de ese juego, se anuncia la presencia de Massa para el 11 de diciembre en la ciudad de Rafael Calzada de la mano del Mario “El Canario” Serrano, el más novel de los últimos que asistieron a Jorge Antonio Villaverde en uno de sus deleites personales: tener un chofer para no conducir su automóvil hasta el legendario estadio de Boca Juniors: “La bombonera.”
Ligado por el duhaldismo al suegro de Massa, Fernando Galmarini, el casi octogenario caudillo saldó por esa vía la puja entre Serrano y Daniel Raimundo, histórico secretario de Transporte del Municipio hasta la victoria de Giustozzi, para designar el candidato que enfrentaría al intendente en las elecciones del 2011. Ingeniosa fórmula para presentar en lo formal un conductor, aunque permeable a sus directivas.
Los 16 mil votos obtenidos por Raimundo parecen haber convencido a Villaverde de darle una oportunidad a Serrano: empresario dedicado al reciclamiento de envases PET, actividad contracíclica que reconoció su esplendor en el peor momento de la crisis del 2001 y 2002.