En la historia de la Confederación General del Trabajo (CGT) sólo una mujer logró llegar a la cúpula. En 2004, cuando Susana Stochero (antes Rueda) ocupó ese lugar, descubrió que para pasar al baño en el cuarto piso, donde están los secretarios generales, tenía que pedir permiso, atravesar la oficina de Hugo Moyano y conseguir la llave. No había baños de mujeres en esa parte del edificio.
Esta historia es el reflejo de una situación estructural desigual. La participación de las mujeres en los puestos de máxima decisión del sector sindical está lejos de la paridad: apenas llega al 20,9%, según datos del informe "Sexo y Poder", elaborado por Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
Si bien no existen estadísticas actualizadas sobre representación sindical femenina, hay historias que pueden dar cuenta de pequeñas transformaciones que se dan a paso lento, lugares conquistados. Una de estas historias es la de Natalí Cejas, una metalúrgica de 38 años, madre de tres hijos, oriunda de Elortondo, un pequeño pueblo en la provincia de Santa Fe. Ella se convirtió, hace dos años, en la primera mujer en sumarse a la mesa dirigencial de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), un sindicato que tiene 16.000 afiliadas por sobre 230.000 varones afiliados.
Empezó a participar en política en la escuela técnica, donde ya era la excepción: su curso fue el primer año en el que se abría la formación electromecánica para mujeres. Cuando egresó, empezó a trabajar en Cobra Equipamientos, una empresa que fabrica accesorios para camionetas 4x4. No había delegados sindicales y ella ocupó ese rol de hecho: asesoraba a sus compañeros sobre cómo leer un recibo de sueldo, los derechos que les correspondían y en 2017 se convirtió formalmente en delegada, una rara avis para un sector hipermasculinizado como la industria metalúrgica.
Las barreras para las mujeres sindicalistas
“Cuesta muchísimo que las mujeres quieran postularse, porque no nos alcanzan las horas del día. Es una triple jornada entre los cuidados, el trabajo en la fábrica y la participación sindical. Las reuniones del sindicato son siempre a la noche. Por eso son muchas las que tienen ganas, pero pocas a las que les seduce la idea de participar”, dice Cejas a Letra P.
Cejas, que es egresada de la carrera de Trabajo social, en 2022 asumió como Subsecretaría de Mujeres, Género y Diversidad de la UOM, un área que no existía hasta entonces y que hoy se vuelve una trinchera. “Los sindicatos tenemos que marcar la diferencia y seguir fortaleciendo estas áreas específicas que el gobierno desprecia”, apunta.
“La participación de las mujeres en el sindicato ha sido un proceso. La ley de cupo sindical posibilitó que todas las seccionales tengan a una compañera como directiva. A veces se llega por imposición, porque no queda otra”, relata la delegada de la seccional Firmat.
Desde 2002 la ley de cupo sindical femenino establece en Argentina la integración obligatoria de mujeres en cargos electivos y representativos de las organizaciones sindicales, determinando que ese porcentaje es de un mínimo de un 30% cuando el número de mujeres alcance o supere ese porcentual sobre el total de la plantilla. Esta normativa, según el informe "Sexo y Poder" de ELA, es ampliamente incumplida y la participación femenina en los espacios de representación sindical bajó.
Delfina Schenone Sienra es directora del Área de Políticas de ELA. Para ella, las negociaciones colectivas son un espacio clave ”para introducir mejoras en términos de igualdad de género en los espacios laborales”.
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“Son un instrumento más dinámico que las leyes laborales que han permitido elevar el piso de derechos a través de convenios colectivos, donde las mujeres sindicalistas han sido clave para introducir la agenda de género, de no discriminación y violencia y de cuidados. Son ellas las que viven la discriminación en el trabajo, y dentro de los propios espacios sindicales que siguen siendo espacios muy masculinizados y son ellas las que comúnmente logran meter estos temas en agenda. Por eso es importante que ocupen espacios de decisión y que participen de las mesas paritarias", reflexiona.
Para Schenone, "las negociaciones deben ir más allá que la discusión salarial" porque "la evidencia demuestra que son ellas las que impulsan políticas para hacer de los ámbitos laborales espacios menos violentos y mas inclusivos”.
La recesión de Javier Milei
La recesión que transita el gobierno de Javier Milei impacta en una caída en el sector metalúrgico, que se redujo un 7,3% interanual en septiembre, el peor registro para el noveno mes del año desde 2019. Además, si se compara con el tramo enero-septiembre de 2023, la contracción de la actividad alcanzó al 14,1%. “Este gobierno está afectando enormemente a nuestra industria. Tuvimos muchas bajas, talleres que cerraron, empresas que dieron vacaciones con tiempo indeterminado, despidos, retiros voluntarios y reducción de las jornadas laborales. Hay empresas pequeñas y familiares que no tenían respaldo y no pudieron sostenerse. Otras que tuvieron que reinventarse”, cuenta Cejas.
Para la dirigente metalúrgica, es momento de hacer pedagogía. “Los trabajadores votaron en contra de sus derechos. El sindicato recorrió el país, pero no alcanzó. Ahora es un momento para participar, explicar, escuchar y abrazar a esa gente que votó en su propia contra”, postula.
“Hoy la patronal se siente con otro poder y las compañeras lo piensan dos veces antes de sumarse a participar, pero las mujeres sindicalistas tenemos que empezar a ser protagonistas de la lucha y hacer alianzas con otros sectores: jubilados, estudiantes”, analiza. En este contexto complejo, mantiene la esperanza de que se reconfiguren nuevos espacios de resistencia y oposición.