Reconstruir la transversalidad es el norte de los feminismos en la era de Javier Milei. El desafío es cómo y, también y no menos importante, cuándo. La salida de la subsecretaria de Protección contra las Violencias Claudia Barcia precipitó reuniones, tertulias y asambleas.
En su texto de renuncia, Barcia afirmó que el secretario de Derechos Humanos, Alberto Baños, le había anunciado la disolución del área, algo que aún no se concretó oficialmente. Sin embargo, el primer paso para retomar un ida y vuelta que parecía perdido lo dio la Comisión de Mujeres y Diversidad de la Cámara de Diputados, que preside Mónica Macha (Unión por la Patria).
La semana pasada, mientras en ese ámbito se discutía cómo blindar programas como el desfinanciado plan ENIA de prevención del embarazo no intencional en la adolescencia, el anuncio sobre el vaciamiento de lo que quedaba del extinto ministerio irrumpió en la agenda informativa y también en la agenda de la comisión, junto con una nota de las trabajadoras pidiendo una audiencia en ese ámbito.
Transversalidad entre mujeres, cueste lo que cueste
El encuentro del martes pasado, en una sala del anexo de la cámara baja, incluyó un informe de las trabajadoras de ATE del exministerio y una convocatoria que incluyó no sólo a integrantes del bloque de UP, como ocurrió en una reunión/asamblea convocada en enero de este año, más catártica que estratégica.
Además de Macha y varias diputadas del principal bloque opositor como Paula Penacca, Gabriela Estévez, Natalia Zaracho, Julia Strada, Carolina Yutrovic, Leila Chaher y Ana María Ianni, estuvieron Esteban Paulon, de Hacemos Coalición Federal; Maximiliano Ferraro, de la Coalición Cívica-ARI, y Myriam Bregman, del Frente de Izquierda, en una de sus últimas participaciones en el Congreso, antes de ser reemplazada por Vanina Biasi.
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No hubo participantes del PRO ni del radicalismo. La macrista Silvia Lospennato, exvice de la Comisión y ahora vocal, y Carla Carrizo, de la UCR-Evolución y también integrante de la comisión, resolvieron no asistir a el reunión. En ningún caso, aseguran cerca de las diputadas, fueron decisiones personales, sino de bloque.
La discusión para varias de las legisladoras no peronistas que integraron el grupo de las llamadas sororas, “no pasa por defender el ministerio, sino las políticas para proteger y acompañar a las mujeres”. De hecho, tanto Horacio Rodríguez Larreta como Patricia Bullrich, las dos figuras que buscar llegar a la Casa Rosada representando a Juntos por el Cambio, habían prometido cerrar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.
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Carrizo, de hecho, presentó un proyecto de ley que insta al Ejecutivo a dar cuenta de qué manera “garantizará el cumplimiento de las obligaciones asumidas en la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres, entre otras, la conformación del organismo competente según sus artículos 8 y 9, el Consejo Nacional de la Mujer, y demás compromisos internacionales asumidos en la materia mediante distintos Tratados y Convenciones ratificados por nuestro país”.
Entre la partidización y la interpartidaria
Entre las feministas que no defienden la gestión de la cartera que condujo Elizabeth Gómez Alcorta en el gobierno del Frente de Todos se cuestiona la “partidización” de las políticas de género. Sostienen que ese aspecto forma parte de la desarticulación del movimiento de mujeres que logró transversalidad en el Congreso y en las calles para lograr las leyes de Paridad y de Interrupción Voluntaria del Embarazo. “Sacar el aborto legal fue lo último que hicimos juntas”, se sincera una diputada.
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Nina Brugo y Fabiana Túñez. Foto: Julianite Calcagno.
Aunque no todas acuerdan en que la Comisión de Mujeres y Diversidad deba ser el ámbito “paraguas” para la reconstrucción del movimiento feminista, sí coinciden en la necesidad de que volver a lo interpartidario en el Congreso y a lo transversal en la sociedad civil.
La reunión del martes tuvo dos partes. En la primera, las referentes de ATE leyeron un texto donde documentaron la línea de tiempo histórica de los organismos de género en el Estado y las políticas públicas llevadas adelante por el exministerio con sus resultados. Además, denunciaron la intención de vaciar el área.
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Virginia Franganillo. Foto: Julianite Calcagno.
La segunda parte es la que permite avizorar un principio de rearticulación a partir de las palabras de varias de las protagonistas de la historia de la institucionalización del feminismo en el Estado: desde Virginia Franganillo, presidenta del primer Consejo Nacional de las Mujeres, hasta Fabiana Túñez, directora ejecutiva de Instituto Nacional de las Mujeres durante el gobierno de Mauricio Macri, y Gómez Alcorta, primera ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad en la gestión de Alberto Fernández.
En todos los casos hubo puntos coincidentes: dejar de lado las diferencias partidarias y, en algunos casos, ideológicas, para recuperar la potencia del movimiento de mujeres.
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La participación de Verónica Baracat, de ONU Mujeres Argentina, habla de la importancia de defender las políticas de género para los organismos internacionales. No es habitual que una representante de Naciones Unidas participe en una suerte de asamblea y que además se ofrezca como intermediaria para “convocar a los mecanismos de género de las provincias para que tengan un espacio de diálogo, a la sociedad civil y a los partidos políticos”.
El objetivo de los feminismos: volver a enamorar
Aunque se mencionaron propuestas y líneas de trabajo, inclusive Mariela Belski de Amnistía Internacional Argentina, que mencionó una visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, una de las conversaciones pendientes tiene que ver con la disputa del sentido. Casi todas las dirigentes, aunque no públicamente, admiten que desarmar las políticas de género era una promesa de campaña del gobierno de Javier Milei y que el costo social, por ahora, es bajo. Cómo volver a enamorar para ser multitudes en las calles flota como interrogante, a la búsqueda de respuestas que, claramente, deben ser múltiples.
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Nelly Minyersky. Foto: Julianite Calcagno.
La presencia de pioneras del feminismo argentino como Nelly Minyersky, Nina Brugo y Dora Barrancos puso en perspectiva las conquistas de los feminismos argentinos. Barrancos contó que en sus recorridos por el país “hay algunas compañeras que se quejan de la falta de liderazgos”. “Ahí me pongo nerviosa y les digo: ‘déjense de joder, si no somos capaces de crear nuestros propios liderazgos, ¿de qué estamos hablando?”, concluyó.
Minyersky, abogada de 95 años, de las primeras integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, preguntó, sin esperar respuestas: “¿Qué haríamos si no luchamos?”.