ROSCA MUNDIAL

Claudio "Chiqui" Tapia y Alejandro Domínguez, el partido amistoso detrás de Argentina-Paraguay

La relación de los presidentes de la AFA y la Conmebol está en su mejor momento. De rivales a socios por la Scaloneta. Puente con la FIFA y alianza para el Mundial 2030.

Atrás quedó la guerra declarada a través de una carta enviada desde la AFA a la Conmebol luego de la eliminación polémica en semifinales de la Copa América 2019. Tampoco quedan rastros de los desplantes o reuniones a espaldas por la Copa América que iba a organizar Argentina y que la pandemia finalmente mudó a Brasil. Ahora, todo entra en una foto de Instagram: selfies, risas y abrazos.

El anuncio del itinerante Mundial 2030, puso a Tapia y Domínguez de vuelta en el rol de socios y defensores del continente; algo que ya habían ensayado después de que Argentina alzara la copa y que, casi en simultáneo, levantara la imagen y el poder de Domínguez en el concierto internacional de la pelota.

La Conmebol de Domínguez encontró en la Scaloneta -la épica final contra Francia, el idilio global por Leo Messi, la liturgia de su hinchada- un argumento casi tan sólido como el centenario del primer Mundial en Uruguay para convencer a la FIFA de que el Mundial debía realizarse acá, en Sudamérica. Las postulaciones de España, Portugal y Marruecos primero, y la de Arabia Saudita después, atentaron contra esa idea; aunque lo que más atentó fue la imposibilidad de organizar un Mundial como el que requiere la FIFA, sobre todo después del fastuoso Qatar 2022.

En todos estos meses, Domínguez y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino estuvieron en comunicación permanente para delinear las primeras bases y condiciones de ese evento. Lo reconoció el gerente de Competencias de la Conmebol, Guillermo Tobías, durante una conferencia de prensa que realizó en Colombia. Ahí, Tobías señaló que los tres partidos que se jugarán en Sudamérica fueron “una gestión directa de Alejandro Domínguez con la FIFA”. Quedarse sin nada no solo iba a significar una derrota política, también una cultural.

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El Chiqui Tapia puente con la FIFA

Después llegó el anuncio. Infantino diseñó un Mundial inédito que nadie sabe cómo saldrá, pero que conformó a todas las partes: a la dirigencia sudamericana encabezada por Domínguez, quien al menos tiene una partecita de lo que pedía; a España, Portugal y Marruecos, que lo organizarán; y a Arabia Saudita, que tiene el camino despejado para ser el anfitrión en el Mundial 2034.

Infantino y Domínguez tuvieron cortocircuitos a lo largo de todos estos años por una simple razón: no podían evitar mirarse y medirse como competidores eventuales al trono de la FIFA. Quien trazó un puente para mitigar ese recelo fue el Chiqui, ya en condición de presidente campeón del mundo.

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De enemigos a amigos y socios

Graduado en Economía en la Universidad de Kansas y con un MBA en la Universidad Católica de Asunción; heredero de una de las fortunas más grandes de Paraguay, con empresas de medios de comunicación, constructoras, hoteleras y tabacaleras; Domínguez transitó distintos estados de emoción con Tapia en estos años. Con orígenes antagónicos, la dirigencia deportiva los unió: uno llegó a la Conmebol en 2016 tras el escándalo del FIFAgate; el otro llegó a la AFA en 2017, luego de la acefalía e intervención que generó la elección fallida del 38-38.

Los primeros años fueron de desconfianza, atizada por la relación de amistad que unía a Domínguez con Mauricio Macri, quien nunca terminó de aceptar a Tapia como el titular del fútbol argentino; un área que el expresidente considera incluso más importante que muchos ministerios de su gestión gubernamental.

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Si la mudanza a Madrid de la final de la Copa Libertadores 2018 entre River y Boca generó discusiones, la carta incendiaria que denunciaba corrupción tras la eliminación de la Selección de la Copa América 2019 terminó de romper la relación. Desde ahí, el paraguayo planteó una guerra fría, cuyo cenit fue una reunión en la Quinta de Olivos con el presidente Alberto Fernández y el ministro Matías Lammens para organizar la Copa 2021, a la que Tapia no fue invitado.

La recomposición relacional Tapia-Domínguez comenzó a partir del triunfo de la Scaloneta en el Maracaná; y se galvanizó con la tercera estrella en Qatar. “Cuando Argentina jugó la final contra Chile en 2016 se había quedado literalmente sin dirigentes. Lo que uno más valora en la vida es quiénes están cuando las cosas están mal. Y el único que estuvo en ese momento fue Chiqui Tapia”, dijo Domínguez cuando tomó el micrófono en el predio de Ezeiza. En esa Copa América Centenario que se disputó en Estados Unidos, Domínguez y Tapia se vieron por primera vez.

Días después de ese elogio, ya en Asunción, Domínguez homenajeó a la Selección y condecoró a Tapia como “el mejor dirigente del mundo”. Para el Chiqui era un motivo para enorgullecerse: cuatro años atrás, en esa misma ciudad, Luque, la santa sede del fútbol sudamericano, lo habían expulsado del Consejo de la FIFA por convalidar las declaraciones de Messi. Una represalia que en estos días de Eliminatorias entre Argentina y Paraguay, los dos dirigentes se empeñarán en no recordar.

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