Así como en Argentina el divorcio entre el palacio y la calle vuelve a ser notorio, en Boca, Juan Román Riquelme experimenta por primera vez un antagonismo similar: en estos últimos días, los avances burocráticos para formalizar su candidatura firmados en las oficinas del club contrastaron con el enojo y la furia que surgió de las tribunas y plateas de la Bombonera, primero en la derrota contra Estudiantes, y después en el triunfo agónico ante Deportivo Pereira. El clima plantea algunas incertidumbres donde antes había certezas, y ayuda a Mauricio Macri a sumar adhesiones de viejas glorias de la institución a la mesa chica con la que apuntala la candidatura de su amigo y exministro de su gestión Andrés Ibarra.
Antes de esos dos encuentros en que el equipo expuso todos sus problemas futbolísticos, y la hinchada cierto hartazgo, Román había sonreído por la homologación de la comisión directiva a su agrupación, Soy Bostero, con la que seguramente participará en las elecciones de diciembre próximo. Fue el paso que faltaba para acelerar la carrera electoral de Riquelme, luego de la presentación pública de ese espacio que había organizado a fines de diciembre, y de la búsqueda silenciosa de firmas y avales entre la masa societaria en los alrededores de los partidos disputados en el predio de Ezeiza.
Sin embargo, la buena noticia duró poco. En un año electoral como éste, los gritos de desaprobación al equipo y los insultos en forma de canciones prendieron una luz de alerta, incluso más allá del círculo íntimo que conforma el Consejo del Fútbol, su hermano Cristian y su padre Cacho, quien se peleó con algunos simpatizantes el último martes. Quienes promueven y defienden la candidatura de Román porque consideran que es la garantía para bloquear el regreso del macrismo al club, empiezan a deslizar una preocupación que crece en cada partido: “Si esto sigue así, no va a ser tan fácil como se pensaba”, admiten.
Globos amarillos
El reparo del riquelmismo crece por el clima cada vez más caldeado, y crece también porque del otro lado, el grupo de campaña que comanda Javier Medin –y que llevará a Ibarra como candidato– empieza a cerrar algunos refuerzos que apelan a disputar ese pasado emotivo que representa Román. En el macrismo xeneize cuentan a Diego Cagna, Roberto Abbondanzieri, Rolando Schiavi, el Mellizo Barros Schelotto y el Vasco Arruabarrena como parte de ese armado.
El grupo del Boca macrista promete una noticia bomba para el 22 de mayo y asegura que está a punto de cerrar la inclusión de “una estrella”. La duda –o el mito– sobre la posible presencia de Carlos Tevez en ese Consejo de Fútbol opositor varía semana a semana. Tevez asegura que no quiere competir contra Riquelme, porque no se siente cómodo en esa disputa entre ídolos xeneizes; pero hay algo que podría torcer su postura, esa premisa de no confrontación con la que insiste Carlitos: el lugar que ocupe Macri en la lista.
La frase “Macri va a jugar fuerte” se repite y el expresidente de Boca y del país se encarga de estimularla cada vez que habla del club. Sin embargo, lo que finalmente fijará su posición en la lista serán las encuestas que maneja esa mesa que encabezan Ibarra y Medin, en la que también participan el vicepresidente primero del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, Francisco Quintana; el empresario y conocedor del mapa de peñas en las provincias Royco Ferrari; el bancario Rómulo Zemborain; el economista Daniel Artana, y la empresaria papelera Natalia Pompilio, hija del expresidente fallecido.
Mientras todo eso se cocina, la estrategia es polarizar con Riquelme y apuntarle por los resultados futbolísticos que motivaron el fastidio generalizado de la Bombonera. “Riquelme es el máximo responsable de esta mala gestión”, remarcó el exministro de Modernización en Radio Continental. Cuando la pelota no entra, siempre es buen momento para criticar.
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Avales
A las 10.500 firmas que junto el riquelmismo para que la comisión directiva del club le otorgue su personería a Soy Bostero según lo pautado en el artículo 14 del Reglamento General de Comicios (“toda agrupación de socios que se constituya con fines electorales deberá solicitar su inscripción en el registro electoral antes del 31 de agosto del año de la elección, por medio escrito y firmado por un mínimo del diez por ciento del padrón electoral vigente”), se le sumó otra noticia que también puede leerse en clave electoral: la comisión directiva que conduce Jorge Amor Ameal además renovó la personería vencida de otra agrupación, Por un Boca Mejor, presidida por Fabián Parra y referenciada en el círculo xeneize por su apoderado, Coti Nosiglia, uno de los aliados pesados que tiene Román para afrontar estos ocho meses que quedan de campaña.
Esa agrupación denunció una “proscripción” en 2019 ordenada por Daniel Angelici, quien rompió relaciones con Nosiglia –y generó un terremoto interno en el radicalismo porteño– cuando se enteró de que el Coti iba a apoyar la candidatura del extinto trinomio Ameal-Pergolini-Riquelme. Cuatro años después, Nosiglia mantiene su apoyo a Román. Pergolini y Ameal se acercan y se alejan. Y Angelici ofrece algunos guiños, aunque no termina de asimilar la candidatura de Ibarra. Sabe que el costo de no apoyarla sería demasiado grande.