GANÓ LA RABIA

El bridge del poder: Cristina Fernández de Kirchner perdió con Mauricio Macri la partida 2023

La vice bajó a un candidato propio para entronizar a Massa. Entregó el bastón de mariscal y se replegó para la campaña. El fundador del PRO reeditó la jugada electoral que lo dejó afuera en 2019.

El jueves anterior a las elecciones generales de octubre, Cristina Fernández de Kirchner cenó con Sergio Massa en su casa de Tigre. Los acompañaron Malena Galmarini, Sebastián Galmarini, Máximo Kirchner, Eduardo Wado de Pedro, Cecilia Moreau, Juan Manuel Olmos y la diputada Paula Penacca, que se sumó sobre el final. “¿Estás seguro de que vas al ballotage con (Javier) Milei, no?”, preguntó la vicepresidenta. El ministro de Economía la tranquilizó con números que lo daban ganador, ubicaban al libertario en segundo lugar y a Patricia Bullrich en el tercero, cómoda.

El plan de campaña había sido ejecutado a la perfección. La segunda vuelta auguraba una pelea entre la unidad de las fuerzas democráticas y el libertario, que después del 22 de octubre parecía abandonado a su suerte, mientras la sociedad asistía a la implosión de Juntos por el Cambio (JxC).

Como si fuera un partido de bridge, un juego de su predilección, Mauricio Macri apareció para ejecutar su venganza y arruinar los planes de Massa y de Cristina, que esta vez no pudo ser la arquitecta del triunfo peronista. Decidido a ganar la elección, el exmandatario cambió de caballo en la mitad del río, rompió la alianza con sus socios radicales, con Elisa Carrió y parte del PRO, y selló un acuerdo con Milei. En su nuevo rol, le dio al libertario sensación de gobernabilidad y le aportó su cuota de antiperonismo duro. En el cristinismo le reconocieron la habilidad. “Fue una jugada maestra”, dijeron.

El peronismo sintió el golpe, aunque Cristina mantuvo hasta último momento sus expectativas de triunfo. El miércoles, su equipo difundió que la vicepresidenta tenía previsto viajar esta semana a Italia para disertar en el aula magna de la Universidad de Nápoles. El tema de su ponencia será “La insatisfacción democrática”, el mismo eje que planteó en mayo de 2022, en Resistencia, cuando recibió el doctorado honoris causa de la Universidad del Chaco Austral (Uncaus).

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Fue la vicepresidenta la primera en advertir en público que algo se había roto entre la sociedad y la política durante la pandemia, en Argentina y en el mundo. En diciembre de 2020, cuando la plana mayor del Frente de Todos (FdT) celebraba el primer año de gobierno, Cristina decía en La Plata que había que poner esfuerzo para alinear “los precios de los alimentos, los salarios y las tarifas”. La canción siguió en sucesivas presentaciones en los años siguientes de gobierno.

Aunque intentó torcer el curso de las cosas, no lo logró. Cristina publicó cartas con críticas internas y mandó a los suyos a renunciar al gobierno después de la derrota electoral de 2021. La relación con Alberto Fernández, que venía golpeada desde el comienzo del gobierno, naufragó definitivamente cuando el Presidente anunció el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a fines de enero de 2022. Cristina estaba en Honduras, donde había viajado para la asunción de Xiomara Castro.

La vicepresidenta estalló cuando vio el anuncio público de Fernández, en la Quinta de Olivos, con árboles y pajaritos de fondo, como si se hubiera tratado de una buena noticia. Después, Máximo Kirchner renunció a la jefatura del bloque de Diputados. Todo el cristinismo votó en contra del acuerdo. Dijo que era inflacionario.

Desde entonces, el exbinomio electoral del FdT se habló solo por cuestiones puntuales. La interna azotó el curso del gobierno, impactó en la economía y hartó a la sociedad. En agosto de 2022, ambos acordaron la llegada de Massa al Palacio de Hacienda. Un año después, sellaron la candidatura del tigrense y le pusieron fin al frente, el artefacto exitoso que habían creado juntos en 2019 para ganarle a Macri y que había resultado una experiencia traumática para el peronismo.

En mayo, a contramano de lo que señalaba la mayoría del establishment político, Cristina dijo en C5N que la elección presentaba “un escenario de tercios". “Lo importante, más que el techo, es el piso para entrar al ballotage”, explicó. Así diseñó la estrategia del peronismo, con Massa como un candidato a quien podría transferirle su núcleo duro de votos y que debía arreglárselas para juntar el resto por fuera. Le costó convencer a los propios, pero lo logró. El 25 de mayo escenificó su despedida en la Plaza de Mayo y ubicó a Massa detrás suyo, para incomodidad de muchos propios, que le reclamaban un candidato puro. El bendecido por la militancia había sido el ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro. Cristina se puso en modo pragmático y apostó por Massa.

El ministro se dedicó a cultivar el vínculo. Se reunieron con frecuencia en la casa del ministro en Tigre y en el despacho de la vicepresidenta en el Senado. Se mantuvieron siempre en línea vía telefónica o por chat. Procuró que su relación fuera diametralmente diferente a la que Cristina mantenía con Fernández. Evitó las filtraciones de los diálogos, la mantuvo al tanto de decisiones y le dio un lugar de consultora permanente.

La vicepresidenta participó de la campaña con ajustes quirúrgicos. Tuvo protagonismo en la etapa inicial hasta que le garantizó el voto kirchnerista. Puso a trabajar a su equipo con el candidato e intervino para alinear a la tropa propia.

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Siguió con atención el desempeño de Massa en entrevistas en medios de comunicación y en los debates presidenciales. Lo felicitó más de una vez. A diferencia de muchos dirigentes de su entorno, celebró la concurrencia del candidato de UP a medios hostiles al peronismo, como LN+, el canal más ligado a Macri. Le gustó especialmente la entrevista que le dio a Luis Majul a principios de noviembre. Massa se sometió a preguntas sobre las causas judiciales de la vicepresidenta y evitó defenderla. Dijo que no ponía “las manos en el fuego por nadie”. Crstina celebró que Milei no tuviera el mismo ejercicio y se prestara solo a reportajes con periodistas amigos, vaticinó, se iba a notar en el debate del 12 de noviembre. Se jactó, después, de haber tenido razón.

El análisis minucioso de los votos que Massa cosechó en octubre reveló que el ministro de Economía había perdido una pequeña porción de los sufragios que Juan Grabois obtuvo en las PASO. El sábado 28, la vicepresidenta mandó un cariñoso mensaje al Congreso Nacional del Frente Patria Grande. “Este es un saludo especial para que de acá al 19 pongamos todo, pero todo el esfuerzo personal en la militancia social para el triunfo de UP. Estoy segura de que lo van a hacer”, dijo, en un audio que Grabois difundió en sus redes sociales.

No alcanzó. Esta vez, no hubo pase de magia como en 2019. La vicepresidenta se enteró este domingo en Santa Cruz de la derrota de Massa. A algunos de los propios no les sorprendió. Aunque se entusiasmaron con Massa, vaticinaron desde el principio que la elección estaba perdida. Enojada, hastiada, la sociedad había decidido castigar al peronismo y abrazarse a la bandera del cambio con rumbo desconocido. Ella no lo esperaba. “No trabajamos con esa hipótesis”, le dijo a Letra P en los días previos a la elección una figura del entorno de la vice.

Para la vicepresidenta vienen tiempos turbulentos. Cristina se aseguró en el Congreso una tropa propia de leales. Su protegido, Axel Kicillof, gobernará la provincia de Buenos Aires y La Cámpora estará a cargo de 12 municipios bonaerenses. Será la corriente interna del peronismo con mayor poder territorial y representación parlamentaria.

Con Macri en el poder en las sombras, el frente judicial se perfila como turbulento. Cristina Kirchner ya tiene una condena por seis años en la causa Vialidad. El Poder Judicial reabrió hace dos meses las causas Hotesur-Los Sauces y el Memorándum con Irán. En su entorno aseguran que no es su mayor preocupación. “A Cristina lo que más le importa es lo que pasa con Argentina. Sus causas las resolverá en la Justicia, en el país o en instancias internacionales. No está preocupada por las causas”, dice un integrante de su círculo de confianza.

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macri 2023 - cristina 2019: imagen y semejanza

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