El Banco Central cambió la tasa de interés de referencia, que ya no será la de las Letras de Liquidez (Leliq) sino la de los pases, un modo de licuar vía inflación la llamada "bomba" de los pasivos remunerados.
La autoridad monetaria comenzó con el desarme del instrumento que obsesiona al presidente Javier Milei, quien inicialmente había confiado en la capacidad del ministro de Economía, Toto Caputo, de darlo de baja a través de su canje por nueva deuda. Frustrada esa posibilidad, optó por resolver la cuestión a través de su licuación.
Una salida a este problema es, en opinión del Gobierno, una condición para terminar con la emisión monetaria que, dice, genera la inflación. Asimismo, sería una condición para una eventual dolarización de la economía, posibilidad que parece desactivada en el corto plazo.
La tasa de política monetaria dejará de ser la de las Leliq, ahora en 110%, y pasará a ser la de los pases pasivos, en 100%, un instrumento similar con menor plazo de renovación (28 días contra solo 24 horas). Ambos porcentajes están por muy debajo de la inflación anual, que corre a un ritmo del 185% , y de esta manera los pesos pasarán a rendir en negativo.
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Según explicaron fuentes del Central a Letra P, la decisión del Directorio busca "simplificar y perfeccionar la tasa de política monetaria" y que los bancos "busquen otra fuente de financiamiento".
Salvador Vitelli, jefe de Research de Romano Group, consideró que la medida "apunta a que los bancos trasladen su riesgo atado al Banco Central a un 'riesgo Tesoro'. Eso es así porque si siguen captando depósitos a plazo fijo, colocar esos pesos en el Central les produciría un quebranto. En cambio, al pasarse a títulos del Tesoro, podrían obtener retornos mayores".
Más allá de su plazo, una diferencia entre las Leliq y los pases es que las primeras están atadas a los plazos fijos de los ahorristas, mientras que los segundos lo están con el giro diario de las entidades.
La disposición del Banco Central reduce la tasa mínima de 133% a 110% para los plazos fijos e insta a las entidades comerciales a seguir ofreciendo colocaciones UVA, esto es actualizadas por inflación más una sobretasa. Sin embargo, como estos plazos fijos se realizan a 90 días, el contexto tasas en baja, inflación en alza e incertidumbre podría poner a los ahorristas ante una disyuntiva: colocar efectivamente su dinero a tres meses u optar por una protección más inmediata.
El analista financiero Christian Buteler explicó en diálogo con este medio que dada la baja de tasas esperada, quienes pagarán la licuación de las Leliq serán los ahorristas.
"Si un plazo fijo rinde 9% y la inflación de diciembre apunta a más del 30%, más temprano que tarde los tenedores no se van a quedar a esperar a que su dinero se licúe. Esto les abre dos posibilidades: pasarse al dólar o salir a gastar esos pesos", agregó.
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El riesgo es que ese reflejo lleve a un desarme de plazos fijos y a una dolarización lisa y llana de carteras, que podría convertirse en un aumento de las cotizaciones paralelas a partir de enero, después del mes en curso, cuando aumenta la demanda estacional de pesos por el pago de aguinaldos y los gastos por las fiestas.
La segunda alternativa, podría ser un retiro de fondos para su destino a anticipo de consumos, tratando de ganarle a la expectativa de inflación futura. Claro que esto, de concretarse, supondría una aceleración aun mayor del IPC.