El machetazo de Javier Milei a la obra pública ya no sólo se evidencia en la sangría de los despidos en el sector de la construcción, sino también en los movimientos de las constructoras para poner torniquetes. Las obras que licita el gobierno de Maximiliano Pullaro en Santa Fe se posicionan como caja de resonancia de las constructoras, ávidas para mover la estructura.
El ejemplo que grafica la situación fueron las 52 ofertas que recibió el gobierno provincial en la licitación para obras de sellado de fisuras en rutas, una obra menor. Si bien se dividió en ocho grupos, por lo que varias empresas pueden participar de los distintos ejes, y al ser en varios puntos de la provincia se amplían los oferentes, igualmente demuestra que los huesos de la provincia vienen bien.
Las empresas constructoras disminuyeron el ritmo de obra a partir de lo que sucede a nivel nacional y están con dotación de equipamiento sin usar, con gastos de estructura que requieren movilizar de la mejor manera. La situación facilita a que quieran cotizar.
Este tipo de trabajos, tiempo atrás, nadie los quería agarrar, porque las empresas estaban con plena utilización de la capacidad instalada, o eran determinadas las que jugaban en ese tipo de obras. Hoy es lo contrario, hay avidez por estos contratos porque tienen equipamiento disponible y la estructura para utilizar.
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El ministro de Obra Pública, Lisandro Enrico (izq.) y el gobernador Maximiliano Pullaro preocupados por la poda de Javier Milei.
Esa obra puntual no requiere de mucha maquinaria pesada como puede ser alguna reconstrucción de trazas, por eso hubo más demanda. En la provincia entienden que es un signo de la época y se preparan para que se repita, según recogió Letra P. Incluso ven que algunas cotizan por debajo de los precios oficiales, por lo que creen que se mantendrá la cantidad de oferentes en los distintos proyectos que puedan licitar.
“La alta participación de empresas describe en parte el interés de los contratistas de querer trabajar con un estado provincial que es transparente para las asignaciones y no concentra las obras en pocas empresas. Representamos un gobierno que se compromete a cumplir con los contratos de pago en tiempo y forma”, dijo el ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico, en un claro contraste con la Nación.
La oportunidad
La problemática de la obra pública empezó a traccionar parte de la agenda de la provincia y en lugar de bajar la persiana ante la negativa de la Nación, la provincia trata de sacarle provecho y se muestra activa. La cuestión es qué posibilidades de financiamiento logra. “Partimos de la base de que la regla general de la Nación es no hacer obras públicas”, reconoció Enrico.
La misma pared se chocan las empresas constructoras. “Nos juntamos con el grupo de los cordobeses (NdR. funcionarios del exministerio de Infraestructura de la Nación) y son buenos en lo técnico, pero no definen la plata para mover la rueda, por eso dicen de avanzar muy despacio”, comentó el dueño de una constructora rosarina.
Por lo pronto el gobierno de Pullaro está cocinando un nuevo esquema para el mantenimiento de rutas nacionales y los accesos a puertos que traerá repercusión y alguna que otra tensión. Es que van a avanzar en una mesa con la Nación, privados y municipalidades para analizar la forma de financiar los proyectos y allí se cuela la disputa con las localidades portuarias que cobran una tasa vial.
Para eso lograron que se designe al santafesino Javier Picinato como el nuevo director de Vialidad Nacional de Santa Fe, quien hasta ahora era parte del gobierno de Pullaro como director de Vialidad provincial. Es decir, trabajaba codo a codo con Enrico. Se verá qué peso específico puede tener, al margen de este trabajo, en la ejecución presupuestaria.