LESA HUMANIDAD

La historia detrás del nieto 133 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo

Se acercó por su cuenta para conocer su identidad. Es hijo de Cristina Navajas, desaparecida tras parir en el Pozo de Banfield, y Julio Santucho, uno de los pocos sobrevivientes del clan santiagueño fundador del PRT-ERP.

“Parece que la vida nos quiere regalar alegrías en momentos tan duros para nuestro país”, abrió Estela de Carlotto la conferencia de prensa que encabezó este mediodía para informar que el nieto 133 había “llegado a la verdad”. El joven es hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho, hermano menor del principal referente del PRT-ERP Roberto Santucho, quien también participó de la conferencia de prensa junto a otro de sus hijos, Miguel Santucho.

Miguel acompañó a su abuela materna, Nélida Gómez de Navajas, en la inmensa búsqueda de Cristina y de su hijo, que hasta hoy no se sabía si era varón o mujer. Estela no pudo terminar de leer el comunicado, pues la “ganó la emoción”. Lo hizo su hija y titular de la Comisión Nacional por la Identidad, Claudia Carlotto: “Bienvenido querido nieto, sos un triunfo de nuestra democracia”, concluyó.

Abuelas de Plaza de Mayoanunció esta mañana la restitución del “nieto 133”, pocas horas antes de la conferencia de prensa en la que informaron sobre el caso desde la Casa por la Identidad, la sede del organismo en la ESMA. A un lado de Estela de Carlotto se sentaron Julio Santucho, el padre del joven que hace dos días conoció por las autoridades de la Conadi que era hijo de él y de Cristina. Al lado de Julio, Miguel, “el Tano”, uno de sus hermanos. Parados detrás, Diego Genoud, María Ofelia y Mario Santucho, primos y parte de la inmensa familia que le espera para abrazarlo.

“Cristina tenía la voluntad de que buscaran a su hijo. Nélida honró esa voluntad y murió buscando a su hija y su nieto. Hoy, su compañera, los nietos y nietas encontrados, sus hermanos, honramos a Nélida y a todas las abuelas que nunca perdieron la esperanza de encontrar a sus seres queridos”, apunta el comunicado de Abuelas en el que, además de resumir el caso, hace hincapié en lo que significa éste y cada uno de los hallazgos de bebés que fueron apartados de sus familias biológicas y apropiados por los responsables del genocidio de la última dictadura.

“Las restituciones ponen de manifiesto que esta lucha es de todos, cada día debemos defender y sostener esta lucha que es contra el odio, el negacionismo y la construcción del otro como enemigo”.

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Un acercamiento voluntario a las Abuelas

La titular de la Conadi contó que el joven hijo de Navajas y Santucho se acercó por voluntad propia a Abuelas de Plaza de Mayo con dudas fuertes acerca de su identidad. Su papá añadió luego que le dijo que hacía “cuatro o cinco años que era consciente de que podía ser hijo de desaparecidos, pero que entonces sin demasiados elementos comenzó una búsqueda que fue complicada por la pandemia". Y agregó: "Pero mi reconocimiento es hacia él por hacer todo lo posible para recuperar su identidad”.

El nieto 133 había sido anotado como hijo propio de “un integrante de fuerzas de Seguridad y una enfermera como nacido el 24 de marzo de 1977”. Su hermana de crianza, 20 años mayor que él, fue la que le dijo que no era hijo biológico del matrimonio. “Dos veces enfrentó al hombre que lo crio y éste negó todo”.

En abril de 2023 aportó su muestra genética al Banco Nacional de Datos Genéticos que confirmó compatibilidad con el grupo familiar Navajas-Santucho. La Conadi se lo informó antes de ayer, el 26 de julio, y recién después, a la enorme familia que tiene desperdigada por todo el país. “Seguro no se imaginaba lo que se fue a encontrar”, sostuvo entre risas su hermano, que recién hoy lo conoció.

Se refería al enorme clan Santucho, que fue blanco específico del Terrorismo de Estado previo y contemporáneo a la última dictadura. El “Robi” y la mayoría de sus nueve hermanos, más cuñados y cuñadas, como Cristina, fueron asesinados o están desaparecidos, varios sobrinos corrieron la misma suerte, o fueron secuestrados –muchos de ellos siendo menores– también, obligados luego al exilio. “Esto es una derrota de la dictadura, que nos quiso quitar los hijos”, concluyó Julio.

La historia del nieto 133

Cristina Navajas fue secuestrada la noche del 13 de julio de 1976 junto a su cuñada Manuela Santucho, hermana del “Robi”, y Alicia D’ambra, compañera de la organización. Estaba “de casualidad” en el departamento de la calle Warnes 735 que habitaba Manuela junto a sus dos hijitos, Camilo de tres años y Miguel, de nueve meses, y el hijo de Manuela, el periodista Diego Genoud, que también era bebito.

La patota se las llevó a las tres y dejó a los niños en la vivienda. Cristina alcanzó a dictarle el número de teléfono de su mamá, Nélida Gómez de Navajas, a una vecina del edificio, que llamó a la señora para que viniera a buscar a los niños. Miguel y Diego lloraban a grito pelado cuando Nélida llegó a rescatarlos. Camilo dormía. La puerta del departamento estaba forzada.

“Estaba aterrorizada, pero como pudo buscó pañales y ropa para nosotros y algunas pertenencias que estaban ahí”, contó el “Tano” en su primer y hasta el momento único testimonio que ofreció ante un tribunal por los crímenes de lesa humanidad que sufrió su mamá y la apropiación de su hermano.

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Cristina Navajas junto a uno de sus hijos.

Cristina Navajas junto a uno de sus hijos.

Fue en junio de 2021, en el marco del juicio Brigadas que revisa los hechos que tuvieron lugar en las Brigadas de Investigaciones de la Bonaerense de Banfield, Quilmes, Lanús y San Justo. Entonces, narró que entre las cosas que tomó su abuela de aquella vivienda revuelta estaba la cartera de su mamá, en donde había una carta en la que le contaba a su compañero y papá de sus hijos que “tenía un atraso, que estaba con náuseas y que estaba segunda de que estaba embarazada”, relató.

Por testimonios de sobrevivientes, se pudo reconstruir que Cristina, Manuela y Alicia –que también estaba embarazada al momento de su secuestro– fueron llevadas a Automotores Orletti, en donde fueron fuertemente torturadas. Luego, las trasladaron a Proto Banco, y en diciembre de 1976 al Pozo de Banfield. Los testigos confirmaron, también, que el embarazo e Cristina continuó y que posiblemente parió en la maternidad clandestina del Pozo de Banfield, se calcula, entre enero y febrero de 1977.

Miguel pudo hablar con Adriana Calvo, quien llegó a Banfield a mediados de abril. La trasladaban desde Pozo de Arana, en el camino parió a su hija Teresa con quien pasó algunos días en campo de concentración en donde compartió cautiverio con varias otras mujeres, parturientas o embarazadas. “Adriana estuvo con Manuela y con mi mamá, que ya no estaba embarazada para entonces. Me habló de la fortaleza envidiable que tenían las dos”, testimonió el segundo hermano del nieto 133. Fue Calvo quien le confirmó que el traslado final de Cristina sucedió a fines de abril.

La búsqueda

Durante su declaración en el juicio Brigadas, Miguel Santucho citó uno de los tantos relatos sobre el cautiverio de su mamá. Uno de una mujer a quien Cristina, durante su cautiverito en Proto Banco, le dijo su nombre, que era cuñada del Robi Santucho y que estaba embarazada. “Eso para mí significó la voluntad de decirnos a nosotros que la busquemos, que busquemos a ese bebé. Un pedido que mi abuela honró de una forma extraordinaria, porque ni bien se enteró la buscó, presentó hábeas corpus, se sumó a Abuelas y se murió buscándola a ella y a su nieto o nieta".

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Nélida Gómez de Navajas, abuela del nieto recuperado (en el medio), junto a Estela de Carlotto.

Nélida Gómez de Navajas, abuela del nieto recuperado (en el medio), junto a Estela de Carlotto.

A Miguel y a Camilo los crio unos meses su abuela Nélida, mientras activaba la búsqueda de su hija embarazada. El padre de los chicos, que se encontraba en el exterior por orden del PRT-ERP, trabajó para encontrarse con sus hijos. Lo lograron finalmente en Cuba. Se radicaron en Italia, donde crecieron. En 1985 Miguel regresó por primera vez a Argentina, cuando su abuela materna ya integraba la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo. Se radicó de forma permanente casi una década después, en 1993. Años después se sumó a H.I.J.O.S, fundó la Comisión de Hermanos y se sumó a la lucha de Nélida, a quien acompañó en la búsqueda hasta el día de su muerte, en 2012.

“Esperé tanto este momento que me cuesta creer que sea cierto. Mi primer pensamiento fue y siempre va a ser para mi mamá y mi abuela que son siguen viviendo en mí y en todas estas búsquedas”, dijo este mediodía Miguel.

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