Yamandú Orsi llega con promesa de "unidad", "diálogo" y "larga vida" a la democracia. Orden macro sin discusión, Mercosur más abierto y foco en la seguridad.
Carolina Cosse y Yamandú Orsi, una izquierda moderada para gobernar Uruguay.
Yamandú Orsi se impuso en el ballotage presidencial y la izquierda volverá al poder en Uruguay. El hombre del Frente Amplio (FA), donde milita en el mujiquista Movimiento de Participación Popular (MPP, ex-Tupamaros), obtuvo 49,8% de los votos positivos frente a 45,9% de su rival, el oficialista Álvaro Delgado (Partido Nacional - Coalición Republicana). El resto correspondió a sufragios en blanco y anulados.
El resultado agudiza la soledad ideológica y política de Javier Milei en América Latina, donde convive con administraciones progresistas en Brasil, México, Chile, Colombia, Bolivia y, desde el 1 de marzo próximo, también Uruguay.
Esto, con todo, podría incrementar el valor geopolítico del gobierno nacional a los ojos de Donald Trump, quien ocupará la Casa Blanca a partir del 20 de enero y quien –espera la Casa Rosada– podría mantener a la Argentina fuera de su anunciada política comercial proteccionista y ayudar a la negociación de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que entrañe la llegada de deuda nueva.
El electo prometió, usando uno de sus eslóganes de campaña: "Sabremos cumplir". Saludó a los votantes y simpatizantes del oficialismo derrotado y prometió gobernar "con diálogo". "Triunfa una vez más el país de la fraternidad y del respeto a las opiniones de los demás", añadió.
"Así se construye una república democrática. Larga vida a los partidos políticos y a nuestro sistema democrático. No hay futuro si le ponemos un muro a las ideas", postuló.
"El Uruguay somos todas y todos" y "venimos a unir, compatriotas", había dicho y reiteró minutos antes, a modo de presentación del próximo mandatario la vice electa Carolina Cosse. Hay allí un mensaje para la política argentina; ¿se lo entiende realmente?
Delgado, por su parte, reconoció el resultado sin las rabietas tan comunes en otros países del barrio apenas pasadas las 21:30 en lo que definió como "el discurso más difícil" de su vida. Sentó, también, el tono político que viene al enviarle "una felicitación con sinceridad y de corazón a quien ganó". "Un fuerte abrazo y gran saludo" para Yamandú Orsi, dijo, enviando otro mensaje –el de una derecha democrática– a través del Río de la Plata. Ciertas conductas de las dirigencias le mejoran la vida a las sociedades.
Contra lo que sugerían las encuestas inmediatamente posteriores a la primera vuelta del mes pasado, Orsi se impuso a la sumatoria de sufragios de los cinco partidos que integran la Coalición Republicana, que van desde el centroderecha hasta la derecha dura de la agrupación Cabildo Abierto. Eso fue posible por la adopción de un discurso moderado que le permitió ocupar el centro político, lo que lo ayudó a desactivar los temores a un revival de izquierda radical estimulados por la campaña oficialista.
Con esa impronta moderada, replicó, en un contexto diferente y en base a una alianza consolidada desde hace décadas y no con un armado nuevo, la estrategia que le valió a Luiz Inácio Lula da Silva un tercer mandato en Brasil.
Para eso, Orsi apostó por no agudizar las diferencias ideológicas en el FA, reforzando la política de integración de las minorías que ya es tradición en la coalición progresista… todo un reverso de lo que se observa hoy en el peronismo argentino. De hecho, la precandidata derrotada en las primarias, Cosse –abanderada en esa instancia del ala izquierda de la coalición, esto es de los partidos Comunista y Socialista– fue incluida por Orsi como compañera de fórmula.
De 57 años, Orsi fue intendente del departamento de Canelones durante diez años y contó en esta campaña con el decidido apoyo de su mentor, el expresidente Pepe Mujica.
Mayor inclusión social –sobre todo para la infancia–, mejoras en educación y salud, crecimiento económico con mejor distribución del ingreso y más énfasis en la seguridad fueron los principales ejes de la plataforma de la izquierda. El mantenimiento de la estabilidad macroeconómica es ya una política de Estado en Uruguay, donde el FA había gobernado ininterrumpidamente entre 2005 y 2020. El quinquenio de Luis Lacalle Pou culmina constituyendo apenas un interregno en esa hegemonía.
En tanto, en lo que también supone una continuidad, Orsi pretende una apertura mayor del Mercosur hacia el libre comercio con más bloques y países, aunque sin llegar a los coqueteos rupturistas que mostró el presidente saliente.
Esto tiene sentido para un país pequeño, de 3,5 millones de habitantes y cuya estructura productiva se basa en un puñado de actividades: producción agrícolo-ganadera y de alimentos en general, servicios financieros, turismo y una industria reducida. Para Uruguay, abaratar la importación de productos de consumo implica mejorar el poder de compra de los salarios.
Esto es relevante dado que la condición de país caro en dólares le pone un techo al poder adquisitivo de los salarios, más allá de la recuperación que estos han tenido a lo largo de los diferentes gobiernos de la mano de un crecimiento moderado y estable.
El desempleo se ha venido reduciendo, pero sigue ubicado por encima del 8% de la población activa.
Otro tema de debate es la generosidad del sistema tributario para con los empresarios y los ricos, lo que incluso ha llevado a no pocos argentinos a buscar la residencia fiscal en el país vecino. Marcos Galperin, ceo de Mercado Libre, es el ejemplo más rutilante de esa tendencia. Para amplios sectores de la izquierda, urge equilibrar los tantos en ese ámbito, aunque las resistencias a la introducción de cambios serían elevadas.
El éxito del discurso social de la izquierda se vincula también con un modo de abordar lo que emerge en las encuestas como la principal preocupación de la ciudadanía: la inseguridad. Una clave del éxito de Yamandú Orsi fue su disposición, poco común en la izquierda regional, a abordar una problemática que suele resultarle incómoda al progresismo.
La habitual tranquilidad del país se ha deteriorado desde hace tiempo por la acción de mafias vinculadas al narcotráfico, lo que elevó el año pasado la tasa de homicidios a 11,2 cada 100.000 habitantes, 55% de los cuales se registra en Montevideo. Como comparación, cabe señalar que dicho indicador fue mucho menor, de 4,4%, en la Argentina en el mismo período.
Para abordar esa y otras cuestiones, Orsi necesitará dialogar con la oposición dado que el Frente sólo controlará la mayoría del Senado y por poco margen: 16 de las 30 bancas. En Diputados, la relación de fuerzas refleja la dispersión del voto de la primera vuelta, que no arrojó mayorías.