Antes de irse a su rancho “La chingada”, Andrés Manuel López Obrador traspasa el poder a Claudia Sheinbaum en México con más del 60% de aprobación, un apoyo ciudadano que desconcierta a las fuerzas de derecha y ultraderecha que no pudieron vencerlo y que son la envidia de la mayoría de los presidentes latinoamericanos que no lograron la reelección.
Las razones de la continuidad del primer gobierno de izquierda de la historia de México, una anomalía para una región de alternancias políticas, son múltiples. Para entender, hace falta un repaso por las claves del modelo exitoso del progresismo mexicano, un progresismo que mucho se parece en esencia al peronismo que no pudo continuar en Argentina, quizás por haber abandonado aquello que lo constituía. A diferencia de Alberto Fernández, AMLO avanzó con determinación, sin serpentear ni retroceder.
La comunicación permanente
Contra todo pronóstico en tiempos de TikTok, scrolleo y economía de la atención, las diarias y extensas conferencias matutinas de AMLO conocidas como “las mañaneras” son un pilar fundamental para explicar la reelección. Con esta estrategia, tradicional, simple, de la vieja política, logró centralidad y evitó la dependencia de los medios de comunicación tradicionales. Transmitidas por canales de televisión pero también por Youtube y Spotify, estas conferencias tuvieron récords de audiencias. Una estrategia similar había tenido Hugo Chávez con su programa de televisión de los fines de semana “Aló presidente”, en Venezuela.
A López Obrador le permitió también acortar la distancia con el pueblo mexicano. Lejos del hermetismo y encierro de otros mandatarios, AMLO mantuvo un vínculo diario. Fue el primer presidente en la historia del país azteca que conversa y ofrece información cotidiana a periodistas sobre gestión, temas de coyuntura y análisis político. Para hablar todos los días es necesario tener algo para decir y AMLO tuvo mucho para contar de gestión.
El superpeso
El peso mexicano es fuerte, tanto que lo llaman “superpeso”. En marzo, el dólar frente al peso mexicano se acercó a la zona del 16,50, un registro que no pisaba desde diciembre de 2015.
Voltear la pirámide en serio
“Por el bien de todos, primero los pobres”, fue su lema de campaña que después se transformó en insignia de gestión y en realidad efectiva. A diferencia de Argentina, donde en los cuatro años de mandato de Alberto Fernández las cifras de pobreza e indigencia subieron 6,2% y 3,9%, respectivamente; México registró entre 2018 y 2022 el mayor logro en más de dos décadas en la lucha contra la pobreza.
Aunque los índices de desigualdad todavía son muy altos (el 36,3% de la población es pobre) la situación ha mejorado. Más de 5 millones de habitantes salieron de la pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Esto se debe al aumento del índice del salario mínimo y la creación de nuevos puestos de trabajo. La tasa de desocupación tuvo su registro más bajo desde que se tienen registros en la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) del Inegi: bajó de 2,5 a 2,3% en marzo de 2024.
Analistas políticos también destacan dos programas sociales como pilares fundamentales para esta sinergia económica virtuosa: las Pensiones del Bienestar para Personas Adultas Mayores y las becas para estudiantes.
Estabilidad macroeconómica y crecimiento
La consigna y la política de austeridad republicana se enlazó a la llegada de inversiones extranjeras directas (IED), que este trimestre tocó un récord histórico de 20.313 millones dólares, según números oficiales. También hay que mencionar la estrategia del denominado nearshoring, la relocalización de empresas a distancias más cortas del país de origen.
Estabilidad política, el principal legado para Claudia Sheinbaum
La proyección de continuidad y el apoyo categórico a la próxima presidenta es otra de las claves. A contrapelo de lo ocurrido en Argentina, donde las internas políticas del Frente de Todos provocaron más ruido y tensión, en México el presidente saliente apoyó a Sheinbaum desde que fue confirmada como ganadora de la interna en septiembre pasado. De hecho, AMLO le traspasó un “bastón de mando”, símbolo indígena del poder máximo. En esa misma ceremonia, la nombró su sucesora y líder del movimiento de “la Cuarta Transformación”, la “4T”. Para él, esta gestión simboliza cambios tan profundos que se equipara a la Independencia de 1810, la guerra de Reforma del siglo XIX y la Revolución de 1910.
Las deudas: más balazos que abrazos
AMLO había prometido pacificar el país y una política de “abrazos no balazos”. Sin embargo, creó un nuevo cuerpo policial militarizado, la Guardia Nacional y el ejército tomó tareas civiles en infraestructura y cuidado del ambiente. La evidencia de que el crimen no mermó es la campaña electoral que fue letal, la más violenta de la historia: los números extraoficiales hablan de 35 candidatos y candidatas asesinados, aunque el gobierno contabiliza 23. Los números de la fragilidad ciudadana con la que se habita este país son tenaces: en la administración de López Obrador ha desaparecido, en promedio, una persona cada hora. En abril, México superó la cifra de 100 asesinatos por día, según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
Con una transición ordenada a contrapelo de lo que pasa en la región, el próximo gobierno, el primero con una mujer al frente en la historia de México, tendrá el reto de empezar a desatar el gran nudo que enlazan la violencia cotidiana y el narcotráfico. Y, a su vez, el desafío de sostener los índices que mantuvieron durante seis años la estabilidad en la segunda economía más importante de América Latina y el Caribe.