CON EL MAZO DANDO

Javier Milei escala su guerra al periodismo

El Presidente le advirtió a la prensa que debe "bancarse el vuelto". El caso Longobardi y una referencia odiosa: la escuelita chavista de Diosdado Cabello.

Con el mazo dando no es sólo un refrán que les recuerda a quienes tienden a confiar demasiado en las fuerzas del cielo la importancia de actuar en el plano de la realidad. Es, también, el nombre de un programa de televisión que realiza desde hace diez años Diosdado Cabello, virtual número dos del régimen chavista y referente del ala militar del sector hegemónico de la política venezolana. El título resulta elocuente sobre el tenor de las opiniones que allí se vierten sobre todo tipo de enemigos y sería perfecto para que Javier Milei ensayara en la Argentina una nueva forma de comunicación directa con su base. Acaso la idea le interese al chavista de derecha que gobierna el país a las patadas.

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Diosadado Cabello, el dos de Nicolás Maduro, acaso una inspiración para Javier Milei.

Diosadado Cabello, el dos de Nicolás Maduro, acaso una inspiración para Javier Milei.

¿"Chavista de derecha"? ¿Qué es eso? No una nomenclatura ideológica, pero sí un modo de llamar la atención sobre el hecho de que ciertas formas hacen al fondo de la política: la violencia siempre anticipa ensayos autoritarios.

Igual que Cabello y Nicolás Maduro, el Presidente encuentra enemigos en todo lo que le resulta diferente o crítico. Además de sus habituales ataques a los "zurdos", "progres", "libertarados" y "econochantas", entre otras categorías indeseables, sumó en los últimos días una escalada superior a lo conocido contra los ambientalistas, los militantes LGBT y los feminismos. Asimismo, si se presta atención, enfatizó –él en lo personal y también el equipo de comunicación paraoficial montado en la Oficina del Odio– un ataque indiscriminado contra "los periodistas". ¿Qué le pasa?

Javier Milei vs. la prensa: la batalla recrudece

El tema no debería dar lugar a reacciones corporativas, porque en ningún ambiente –y por cierto no en el periodístico– "todo es lo mismo" y porque, efectivamente, los hombres y las mujeres de prensa no deben tener coronita. Sin embargo, el clima resulta elocuente del modo en que la derecha radical que, se suponía, encarnaba el mileísmo va mutando de modo cada vez más decidido en una derecha extrema, antiliberal y potencialmente antidemocrática.

La idea de "la prensa" como enemiga –en un 85%, dice el Presidente; el resto sería todo suyo– se instaló con especial fuerza desde el lanzamiento de la agrupación el lanzamiento de la agrupación Las Fuerzas del Cielo, en el que Daniel Parisini –alias Gordo Dan– habló de "brazos armados" y "guardias pretorianas" de "nuestro líder" en medio de una iconografía asumida como nazi-fascista –se supone que sólo para generar visibilidad– incluso por el ideólogo oficial Agustín Laje, jefe asimismo de la nueva Fundación Faro para la batalla cultural.

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En el discurso que aceptó dar en medio de esa puesta en escena imperial y fascistoide, que mereció una denuncia judicial de los diputados socialistas Esteban Paulón y Mónica Fein, Laje se encarnizó con Marcelo Longobardi, personaje destacado desde hace años de la radio matinal en el país, que se define como liberal y ha sido un severo crítico de Milei desde el principio.

Eso, parece, derivó para él en la campaña de acoso que habitualmente monta la Oficina del Odio en las redes sociales y, por consiguiente, en una reacción justificada del periodista.

El hostigamiento venía de largo y, de hecho, el propio jefe de Estado lo ha tildado –sólo en la última agresión que se recuerda– de "farsante mentiroso".

La ofensiva oficial está rompiendo casi todo en el sector periodístico, algo que no sorprende a Letra P, que previó estos acontecimientos antes de la elección de Milei y lo sigue haciendo ahora.

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Este miércoles, Longobardi no se prestó al pase que realizaba habitualmente en Radio Rivadavia con Jonatan Viale. Las causas ya habían quedado claras en un martes de furia, en el que aquel primero interrogó sobre la violencia oficial a Guillermo Francos, quien no atinó más que a emitir balbuceos– y luego al militante mileísta Viale por su falta de solidaridad.

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"Nunca trabajé en un medio de comunicación que no dijera una sola palabra" sobre agresiones de ese tipo, reprochó, probablemente anticipando su salida. "Ni mis compañeros ni el medio para el que trabajo", precisó.

Los "vueltos" de Javier Milei

Con independencia del enfrentamiento personal entre periodistas tan influyentes, la cuestión tal vez no habría recibido la atención de este medio si no fuera porque el propio Milei se trenzó en la disputa con argumentos que merecen análisis.

Sin mencionar a Longobardi, pero aludiendo claramente a él, señaló, en un largo posteo, que "a gran parte del periodismo le gusta el boxeo duro con dosis extremas de violencia, con la particularidad que su rival tiene que estar atado de pies y manos". Al menos esta vez no dijo también "envaselinados"…

"A estos pseudoperiodistas les quiero decir que les llegó el momento de tener que bancarse el vuelto por haber mentido, calumniado, injuriado y hasta haber cometido delitos de extorsión", añadió.

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¿Qué significará para el Presidente bancarse el vuelto? ¿Implicará, en su idea del ojo por ojo, soportar ahora las mentiras, calumnias, injurias y extorsiones de las que dice haber sido víctima en primera instancia?

Javier Milei, ni un paso atrás

No aprovechó para confirmar o desmentir esa presunción la extensa entrevista que le realizó este miércoles La Nación +, difundida por la noche. Molesto, ratificó los términos de ese posteo e insistió en el enfrentamiento, pero negó estar reaccionando a críticas. Lo más saliente, luego, fue el "decreto" de pase a retiro de Victoria Villarruel, otra que enroló en las filas enemigas de "la casta".

Un cruce más llamativo que el de Longobardi y Viale fue, por las posturas conocidas del hombre en cuestión, el de Eduardo Feinmann con Gordo Dan. Primero, por las referencias a la violencia armada en el lanzamiento de Las Fuerzas del Cielo, repudiada por el periodista; luego, por la costumbre de la familia Parisini –dijo– de "vivir del Estado".

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El agitador replicó desde su streaming en el canal Carajo que "para poder hablar de la mujer de otro" –la esposa de Gordo Dan, Belén Casas, es jefa de Gabinete en la Subsecretaría de Política Universitaria– "primero hay que tener el culo limpio". O sea, no explicó nada sobre el estado de su trasero, sino que le exigió al oponente certificado de limpieza propia para poder hablar.

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La libertad –condicionada– que se busca imponer estalla.

Dolores Reyes, Gabriela Cabezón Cámara, Aurora Venturini y Sol Fantin, las autoras señaladas como peligrosas por el gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel.
Las Fuerzas del Cielo, la agrupación de Javier Milei.

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