Paso 2023

Javier Milei, el ultraderechista que ruge para superar 20 puntos de voto rabia

El economista "anarcocapitalista" apuesta a la bronca y a una rebelión juvenil que tendrá su test en las primarias. Quiénes lo acompañan. Sus propuestas.

El precandidato a presidente por La Libertad Avanza, Javier Milei, tiene 52 años, uno más que su rival de Unión por la Patria Sergio Massa, pero una trayectoria política mucho más corta: la inició recién en 2021, motivado por una rebelión juvenil que abrazó las ideas liberales que repetía con elocuencia en los medios de comunicación.

Para este domingo, su objetivo es superar la barrera de los 20 puntos porque, sólo así, quien hasta hace poco se ganaba la vida dando clases de Economía y cumpliendo horario como empleado de Corporación América (la empresa de Eduardo Eurnekián) podrá soñar con llegar, a partir de lo que coseche en octubre, a un ballotage o, al menos, a ganar una buena cantidad de bancas en el Congreso, donde tiene todo para crecer.

El lunes, tras el acto de cierre que protagonizó en el Movistar Arena, en la tropa libertaria circuló una encuesta propia que le asignaba 23 puntos. Su fortaleza está en la franja sub 30, suma entre las clases bajas y sorprende en el norte del país, tal vez porque predominan jóvenes y clases populares. Decae en la población adulta mayor, en zonas rurales y en algunos segmentos de votantes urbanos de mediana edad que no lo toman en serio.

Si alcanza los 20 puntos, Milei podrá asemejarse a Massa, quien en 2015 resistió presiones para bajar su candidatura presidencial y en las elecciones generales llegó a esa cifra. Al precandidato libertario, los clásicos ataques mediáticos y políticos que reciben las terceras fuerzas le llegaron al inicio de la campaña, cuando tuvo que explicar quiénes le armaron las listas y cómo se integraron.

Lo acusaron de pactar las nóminas de la provincia de Buenos Aires con Massa y lo denunciaron en la justicia por supuesta venta de candidaturas. Armar el frente electoral no fue sencillo: no pudo inscribirlo en Santa Cruz y recibió impugnaciones en La Pampa, Entre Ríos y Misiones, donde no habrá aspirantes liberales al Congreso.

Milei sintió el impacto de tanta carga negativa, pero no se detuvo. Cansado de la hostilidad en los estudios de TV que había usado de plataforma de lanzamiento, redujo sus apariciones mediáticas y apostó a una recorrida federal en un colectivo junto a los talismanes de su campaña: los influencers liberales, jóvenes que emergieron en la pandemia, cuestionan un sistema de país que no los contiene, difunden sus ideas en las redes sociales y acumulan miles de followers.

Algunos son candidatos a legisladores provinciales, como Agustín Romo; otros se dedican full time al activismo, como el youtuber Mariano Pérez, protagonista del canal Break Point, elegido por Milei para pedirles a los centennials que convenzan a sus familiares mayores de votarlo. Otro referente juvenil es el diputado provincial Nahuel Sotelo, líder de La Julio Argentino, conocida como La Cámpora liberal. El lunes llegaron al Movistar Arena en caravana, con bombos, cornetas y banderas.

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Las juventudes libertarias representan el anarquismo juvenil que emergió hace unos años, se mueven cerca del candidato a jefe de Gobierno, Ramiro Marra, y su crecimiento en el espacio no tiene techo. No obstante, no componen el círculo íntimo de Milei, al que solo llegan su hermana Karina y los dos armadores nacionales del frente electoral, Carlos Kikuchi y Julio Serna, quienes se mantuvieron a su lado pese a los reproches internos por incluir en las listas a figuras polémicas como Pablo Ansaloini, del gremio de peones rurales (UATRE) y exaliado de Massa en Diputados, donde volverá en diciembre como liberal.

Villarruel también pagó el precio de la compleja negociación por las listas y afronta una denuncia de sus ex compañeros del Partido Demócrata de Buenos Aires, la fuerza que preside desde el año pasado. Hubo otros episodios insólitos en el armado del frente electoral, como la exclusión del Partido Libertario de la Ciudad, en cuya sede Milei sortea su dieta de diputado todos los meses.

El economista ya no escucha reclamos por esas desprolijidades. "Lo único que le importaba era el instrumento jurídico para competir", minimizan a su alrededor. Obligado a adoptar una postura defensiva, este mes jugó a la política, aunque desprecie esa definición: eligió como enemiga a la precandidata del PRO Patricia Bullrich y, en su discurso de cierre, se cuidó de no pegarle a Mauricio Macri y se definió como la tercera oportunidad liberal del siglo. No era momento para clases de economía.

El sueño liberal

Los avatares de la campaña no cambiaron la hoja de ruta de Milei, que propone un recorte drástico en el presupuesto, pero quirúrgico: no plantea echar empleados públicos ni reducir planes sociales y, para evitar tarifazos, carga en las empresas concesionarias de servicios públicos el costo mayor de reducir los subsidios.

La eliminación de las transferencias a las provincias y de las empresas públicas completan un ajuste que, en los planes liberales, antecede al objetivo principal: cerrar el Banco Central e impedir la emisión monetaria para, imaginan, olvidar para siempre la inflación.

En el resto de los temas, Milei no tuvo los mejores asesores. Tanto, que la semana pasada se vio obligado a anunciar un plan de gobierno para corregir algunos de los errores groseros de la plataforma electoral, en la que ignoró cuestiones básicas como la autonomía de las provincias.

Por caso, en ese documento propone el uso de las regalías de recursos naturales y eliminar impuestos provinciales y municipales, como el inmobiliario, ingresos brutos y tasas, y enumera políticas de salud y educación como si los hospitales y las escuelas siguieran siendo nacionales.

En sus anuncios de hace un semana, Milei aclaró que, si llega a presidente, negociará esas medidas con las provincias. Remarcó que los vouchers educativos serán para las universidades y se los propondrá a las gobernaciones para sus colegios. No apareció la eliminación de la ley de Educación Sexual Integral (ESI), una medida que está propuesta en la plataforma. Es un tema que tensa la interna de LLA.

Villarruel dejó su impronta en el programa de gobierno con una jerarquización de las fuerzas armadas para darles más poder en el área operativa y de inteligencia, además de facultarlas a evitar la usurpación de tierras, una tarea que también requiere la intervención inicial de los gobiernos locales. Será una corrección para octubre, cuando Milei espera seguir siendo una esperanza ultraliberal.

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