Santiago del Estero protagonizará el año que viene una elección a dos puntas. Deberá ir a las urnas para definir en los comicios provinciales quién sucederá al gobernador Gerardo Zamora y también pondrá en juego seis de los diez escaños que el distrito posee en el Congreso en la instancia legislativa nacional. En ese doble turno, el único mandatario del país que hoy controla todas las bancas parlamentarias que representan a su provincia afrontará un desafío que altera la hegemonía local que instaló hace 20 años: el armado de una alianza opositora con incidencia libertaria.
Con todo, Zamora no confirma su faltazo al Pacto de Mayo ni termina de romper lanzas con un oficialismo que claramente se ubica en las antípodas de su pensamiento. La razón parece estar en el año electoral en ciernes, el momento en que deberá volver a cambiar de piel para abandonar la gobernación justo en cuando la irrupción de Javier Milei modificó por completo el mapa político sobre el que se movió con destreza durante las últimas dos décadas.
Nadie imagina que Zamora se vaya a descansar. Con La Libertad Avanza armándose en todo el país y el juego político nacional que obliga al oficialismo a negociar con las provincias, la capacidad del santiagueño de origen radical para meter la cola en las conversaciones opositoras aparece como un elemento en el horizonte que, sólo por ahora, los referentes de ese espacio eligen desestimar.
El desafío opositor en Santiago del Estero
Como sucede en muchas provincias con armados oficialistas afianzados, la oposición local sabe que no tiene chances de aspirar a modificar el rumbo político de Santiago del Estero si no es a través de una unidad amplia. Para eso, el PRO, el radicalismo y el naciente espacio de La Libertad Avanza comienzan a moverse buscando sellar una alianza que los pare en un mano a mano con el Frente Cívico en 2025.
Diferentes fuentes consultadas por Letra P aseguran que no saben qué carta estará dispuesto a jugar Zamora para garantizar la continuidad de su frente en la provincia, ya que la Constitución provincial le impide un tercer mandato consecutivo. No obstante, aseguran que no será una elección fácil y que estará también determinada por el clima nacional.
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Para prevenir impactos externos, los que ya tienen algunos años enfrentando al zamorismo insisten en la necesidad de no concentrarse en la crítica a un proyecto ratificado a lo largo de dos décadas por las urnas y proponen una base de acuerdos básicos para avanzar en la construcción de una propuesta alternativa.
Zamora fue uno de los pocos gobernadores que le pudo aportar un triunfo provincial a Sergio Massa en el ballotage y Santiago del Estero es la provincia en la que la imagen de Milei encuentra su piso, que de todos modos se acerca al 40%.
Sin embargo, la oposición santiagueña se apoya en los antecedentes de armados amplios que vencieron a oficialismos fuertes y citan como ejemplos recientes los que protagonizaron Leandro Zdero, que le ganó a Jorge Capitanich en Chaco; y Maximiliano Pullaro, que logró unir a toda la oposición en Santa Fe.
Gerardo Zamora y el Pacto de Mayo
El caudillo santiagueño es uno de los dirigentes que por estas horas mantiene el misterio respecto de su participación en el encuentro de los gobernadores con el Presidente que está convocado para realizarse, si no hay cambios, en la provincia de Córdoba el 25 de mayo.
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Claudia Ledesma Abdala y Gerardo Zamora durante su última visita al Vaticano.
Hasta el momento, Axel Kicillof (Buenos Aires), Sergio Ziliotto (La Pampa), Ricardo Quintela (La Rioja), Gildo Insfrán (Formosa) y Gustavo Melella(Tierra del Fuego) avisaron que no los esperen. En medio de la discusión en la cámara alta, el ministro del Interior, Guillermo Francos, deslizó la posibilidad de que el encuentro no se concretara si es que la ley ómnibus XS no llega a buen puerto.
De origen radical como su par fueguino, Zamora es considerado por el grueso del arco político nacional como uno de los referentes de la tropa de “gobernadores kirchneristas” que se ubican naturalmente en la vereda opositora.
Sin embargo, en las últimas semanas el mundo libertario inició una serie de acercamientos con el fin de hacerse con los tres votos de la provincia que, en un caso único en el Senado, responden al gobernador.
El juego con Javier Milei
“Zamora va a hacer todo lo que pueda para que a Milei le vaya mal”, dicen en la oposición santiagueña y le bajan por completo el precio a los intentos nacionales por sumar al gobernador a los acuerdos para aprobar el megaproyecto libertario. No obstante, reconocen los acercamientos, pero aseguran que los rumores respecto de un posible acuerdo no tienen “sustento”.
“Son dos concepciones políticas totalmente distintas. Lo que para Milei es blanco, para Zamora es negro, y por esa razón no le conviene a su proyecto político el éxito del Presidente”, explican y reconocen que el juego del gobernador siempre se las arregló para contar con los fondos nacionales que le permitieron avanzar en acciones provinciales que luego utilizó para cimentar su poder en el norte del país.
En foco, una de las principales preocupaciones del gobernador pasa por el recorte en la obra pública, que en la política santiagueña reconocen como la marca registrada de las gestiones del Frente Cívico. Incluso en la presidencia de Mauricio Macri, el zamorismo tuvo la inteligencia como para poder gestionar esos fondos que nunca cortaron su flujo y permitieron continuar un plan de infraestructura que, aseguran, transformó la provincia.
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Gerardo Zamora con Guillermo Francos, su clave para la relación con Javier Milei.
Todo cambió con la llegada de la motosierra a los fondos destinados a la obra pública. El último dato del Instituto de Estadística y Registros de la Industria de la Construcción registra una caída en la provincia cercana al 50% interanual.
Para amortiguar esa debacle, la provincia continúa ejecutando obras con fondos provinciales, a un ritmo que podría permitirle a Zamora llegar con algo de aire a las elecciones del año que viene. "Santiago puede sostener el plan de obras gracias a su equilibrio", es el mensaje oficialista que circunstancialmente conjuga con críticas a la gestión nacional, con el debido cuidado de no terminar de romper los lazos por completo.