CON MELCONIAN NO PUDO

Era Javier Milei: quién es el plan B de la Fundación Mediterránea para meter mano en el Gobierno

Juan Manuel Garzón es el nuevo subsecretario de Programación Económica. Premio consuelo para la entidad cordobesa, que había apostado por Patricia Bullrich.

Juan Manuel Garzón quedó designado oficialmente como subsecretario de Programación Económica, bajo la órbita de la Secretaría de Política Económica, encabezada por Joaquín Cottani. La incorporación del economista jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea representa un nuevo desembarco del cavallismo cordobés dentro del gobierno de Javier Milei.

Luego de imponer su impronta en el seno de las decisiones económicas de los gobiernos que en Córdoba encabezaron José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, la Fundación Mediterránea decidió trabajar abiertamente en la campaña de Juntos por el Cambio en las presidenciales de 2023.

La confirmación definitiva de esa alianza fue la incorporación de Carlos Melconian, en ese entonces al frente del think tank liberal del centro del país, como cabeza de los equipos económicos de Patricia Bullrich.

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Ese experimento -que significó un quiebre público con Schiaretti, que vio como uno de sus aliados sustanciales en Córdoba elegía apoyar otra lista en plena carrera nacional- terminó mal.

Otro minguito en el gabinete de Milei

Como oportunamente contó Letra P, desde su estructura inicial, el gobierno libertario se llenó de funcionarios que habían tenido relación con el dos veces ministro de Economía de la Nación, Domingo Felipe Cavallo. Córdoba, cuna del "Mingo" y la Fundación Mediterránea, fue la usina principal desde donde partieron esos refuerzos, que hoy ocupan espacios centrales en el armado político y económico de la gestión.

No resulta extraño entonces, que más allá de la formación específica de Garzón, la cartera desde donde haya recibido el llamado para sumar su trabajo sea la que comanda Cottani, un histórico funcionario de Cavallo, a quien el propio Toto Capauto definió como “uno de los artífices silenciosos de los mejores momentos de la década del 90”.

Economista recibido en la Universidad Nacional de Córdoba, Garzón tiene el mismo perfil ideológico. Como posiblemente tampoco lo haya hecho Caputo, no votó a Milei en la primera vuelta presidencial.

Sus posicionamientos oscilaron entre el voto para Bullrich y el apoyo a Schiaretti, con las consecuentes críticas a las propuestas libertarias que, entre otras cosas insistían con la idea de dolarizar la economía. Sin embargo, primó la crítica al gobierno vigente entonces, razón por la cual no tuvo dudas cuando la discusión quedó en un mano a mano de Milei con Sergio Massa.

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Es magíster en Economía egresado del Centro de Estudios Macro Económicos (CEMA), la pata académica de la usina liberal que Carlos Rodríguez y Roque Fernández fundaron a finales de los setenta y que tuvo su auge definitivo durante el gobierno de Carlos Saúl Menem; fue reconocido por la Bolsa de Comercio de Córdoba como “Joven Sobresaliente” en el año 2005 y hasta ayer integró el equipo de investigadores del IERAL. Es decir, una carrera continuada en formación y desarrollo profesional abrazado al Círculo Rojo del centro del país.

Qué piensa

Cuando la gestión Milei daba sus primeros pasos, Garzón anticipaba una mejora en los números generales de la producción agropecuaria del 2024 y advertía que el plan del libertario tardaba en arrancar. “A la motosierra no la estamos viendo, se parece más a una tijerita”, dijo días después que su nuevo jefe anunciara el DNU que entró en vigencia el 29 de diciembre.

“El gobierno recibió la economía en un estado muy delicado, con el paciente intubado y con las defensas muy muy bajas. Pero está tratando de acomodar la parte financiera mientras que al plan fiscal todavía no lo estamos viendo. La mitad del ajuste se está haciendo vía impuestos y la otra parte por la baja de gastos, algo que no era lo que había prometido y mucho menos lo que se esperaba”, decía por entonces el flamante funcionario nacional en una entrevista con Radio Colonia.

“Uno hubiese esperado un arranque con los equipos más armados”, dijo en aquella conversación con un programa llamado Colonia Agropecuaria.

Entre sus ideas, expresadas públicamente en entrevistas e intervenciones públicas, Garzón anticipaba que el Congreso no aprobaría una suba general de las retenciones y que, entonces, al equipo de Caputo le quedarían dos opciones: o encaraba una baja general del gasto tal como lo prometió en campaña o se verían obligado a salir a buscar financiamiento. Es decir, tomar deuda.

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Al igual que casi todo el arco político con el que se formó, con el que trabaja y con el que se codea, el nuevo subsecretario de Programación Económica espera que la actual gestión nacional pueda hacer “los cambios estructurales” que la Argentina “vienen necesitando desde hace ya demasiado tiempo”.

Llega al gobierno en un momento clave, con la tensión social en alza, y con el horizonte político en veremos. No apuesta a la originalidad y reconoce que los primeros meses de la experiencia libertaria “serán duros”, aunque espera que eso no impida “avanzar”.

En su etapa como analista se animaba a decir que el apoyo a Milei fue el resultante de un puñado de promesas que ahora el libertario está obligado a cumplir, con los riesgos que implica el no poder hacerlo.

Con la discusión de la ley ómnibus en medio del tire y afloje final, con un paquete fiscal que se niega a correrse del todo de la escena, ahora tendrá la oportunidad de discutir ese redireccionamiento desde adentro del esquema libertario.

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