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UNA DÉCADA EN EL VATICANO

Emilce Cuda: "Queda mucho papa Francisco por delante"

La teóloga argentina, mujer cercana a Jorge Bergoglio en el Vaticano, dice que Francisco está mejor que nunca.

No son muchas las mujeres que llegaron a ocupar lugares relevantes en el Vaticano y hay sólo una argentina que ha conseguido integrar la mesa chica del papa. Es la teóloga Emilce Cuda, una académica de trayectoria destacada a la que en 2021 Francisco llevó a Roma como jefa de oficina de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) y que en 2022 ascendió a secretaria. En diálogo con Letra P, analizó los diez años de pontificado de Jorge Bergoglio y aseguró que "ha logrado marcar la agenda y poner al catolicismo como discurso teológico en la academia, la política y el debate público”.

-¿Cómo llega el papa Francisco a esta década como jefe de la Iglesia Católica?

-Mejor que cuando empezó. Francisco es un papa que no llegó desde la curia romana, es decir que no hizo una carrera dentro del Vaticano, sino que vino desde afuera, sin conocer el funcionamiento de la estructura de la Santa Sede, que es el gobierno de la Iglesia a nivel globales. Yo llevo dos años y puedo decir que, si uno logró estar diez años ahí, biológica y emocionalmente, está mucho más fuerte que cuando llegó.

-Poco después de asumir, hubo una tapa de la revista Rolling Stone que hablaba de “la revolución de Francisco”. ¿Cumplió esa expectativa?

-La palabra revolución a mí me encanta, porque el cristianismo es una revolución: el cristianismo nace como teología, como discurso, para poner en cuestión a las religiones, que son funcionales a los fines del Estado. Desde esta mirada, digo que un pontífice que no sea revolucionario hace el cristianismo una mera religión funcional a los poderes de turno. Cada pontífice en su momento ha cumplido esa función revolucionaria, que no es que lo cambia todo, sino que lo que hace es sacar del medio aquello que impide el cambio. Es el movimiento que le permite a una institución vivir 2 mil años y no morir a los cuatro, como un poder terrenal. El papa no lo llamaría revolución sino conversión, que es como poner la reversa en el auto para tomar envión y pasar el pozo. Poner la Iglesia delante de la crisis. Eso es lo que está haciendo el papa.

-¿Francisco consiguió recuperar fieles en América Latina, el gran bastión católico?

-Absolutamente. Un ejemplo: no hay una universidad laica pública nacional en Latinoamérica donde no se toque el tema de la Laudato si, donde no haya una cátedra, un congreso, una clase, ni hay ningún país que no tenga hoy políticas públicas que tengan que ver con la crisis ecológica. Eso es una vuelta y una recuperación de la Iglesia Católica. No hablo de cantidad de católicos, porque nosotros no hacemos proselitismo. Lo que recuperó es otro tipo de católicos: en Latinoamérica hay un 80% de bautizados, pero, si uno hace una encuesta, muchas de esas personas no se reconocen como creyentes, pero resulta que ahora se sienten representadas y hasta pueden reconocerse católicas por Francisco.

Eso es una vuelta y una recuperación de la Iglesia Católica. No hablo de cantidad de católicos, porque nosotros no hacemos proselitismo. Lo que recuperó es otro tipo de católicos Eso es una vuelta y una recuperación de la Iglesia Católica. No hablo de cantidad de católicos, porque nosotros no hacemos proselitismo. Lo que recuperó es otro tipo de católicos

-Aunque no vayan a la iglesia.

-Claro, no hablo de gente en las parroquias ni de la participación en la liturgia, porque el catolicismo es un discurso teológico que hace hincapié en los derechos sociales y la dignidad humana y no en la mera liturgia estetizada. Entonces, para quien quiere la religión como un momento estético, como un spa... esa gente se ha pasado a otros modelos cristianos, pero hemos recuperado un catolicismo efectivo, porque es el catolicismo que está en las academias y que en los lugares de decisión política. Eso es lo que no se está contabilizando, porque esas personas que dicen no ser practicantes son las que hoy están poniendo el cuerpo para llevar adelante el magisterio social de este pontífice.

-¿Es Francisco o es la Iglesia a través de Francisco quien puso esos temas en el debate público?

-Cada momento histórico tiene sus propias crisis y cualquier pontífice que hubiese llegado en este contexto se hubiese tenido que hacer cargo de los temas, que también surgen de un equipo de personas y especialistas a nivel mundial que colaboran en los documentos de la Iglesia Católica. O sea, va en paralelo a los desafíos de la agenda política y científica. Es lo que hace que el cristianismo sea una teología.

-¿Cuál es la originalidad del papa Francisco en la historia de la Iglesia Católica?

-La dislocación. Esto que el papa llama “salir a las periferias”, en términos de teoría política es dislocar, desubicar el poder, relocalizar. Hasta que llega él, la mayoría del gobierno de la Iglesia son los cardenales, casi todos italianos, que además llegan ya siendo arzobispos, es decir, con una carrera política dentro de la Iglesia. Hoy, Francisco está nombrando cardenales de los países de la periferia, gente que nunca había venido a Roma, que no se conoce entre sí y que necesariamente no son arzobispos. Esto es la gran novedad del papa, que por primera vez en dos mil años los cardenales no son curiales, sino que vienen de afuera. Además, él se presenta como el obispo de Roma, se pone como primo entre pares y pone a todo el pueblo de dios en asamblea a discutir. Esto, que en la Iglesia se llama la sinodalidad, no ocurre a nivel secular: no lo hace ningún partido ni ninguna alianza. De esto habla cuando habla del poliedro, que nadie entendía: hablaba de que el poder está en todos lados. Cada parroquia es toda la Iglesia y, al mismo tiempo, no está la iglesia ahí.

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-¿Qué es lo que le preocupa hoy al papa?

-La paz. Parece un tema trillado, ¿no? La diferencia es que él va a las causas, a por qué no hay paz. Entonces, mientras todo el mundo está esperando que condene a Vladimir Putin abiertamente, el papa está denunciando la venta de armas. No se trata de tomar partido por una de las partes, sino de garantizar la paz y no hay paz porque la guerra es un gran negocio. Entonces, todos están hablando con una banderita en la mano por la paz de Ucrania y se rasgan las vestiduras por los chicos que mueren en la guerra, pero festejan que Occidente está enviando armas y tanques sofisticados. ¿Qué paz les interesa? Al papa le interesa la paz en todos los sentidos. Por ejemplo, hace un mes fue a África y les dijo: les están robando las riquezas naturales, organícense, aunque den la vida en eso y defiéndanlo políticamente. Ese es el modo real de garantizar la paz. Lo ha dicho mil veces: la paz es paz social o no es paz.

-¿Cuánto le interesa la Argentina al papa?

-Le interesa la Argentina, pero no le interesa ni más ni menos que otros países, porque es el papa para todos los países del mundo. Lo dijo hace poco, que no va Argentina porque no quiera sino porque han surgido cosas más urgentes. Lo que no creo es que participe de las internas argentinas, como muchas veces se dice en la prensa. Hay situaciones en el Vaticano que yo conozco, que sé cómo fueron, y luego, cuando las leo en los diarios, veo cómo con datos reales se arman notas que son verosímiles pero no veraces. Todo el tema del papa y la Argentina se ha manipulado y es insólito haber puesto la opinión pública en contra cuando para cualquier país en la historia de la humanidad tener un papa es una ventaja diferencial que no se compara con nada.

-¿Se enoja con la prensa argentina? Por ejemplo, con el último debate acerca de si es o no peronista.

-No creo que le moleste porque le pregunten si es o no peronista, sino porque hacen otro tipo de asociaciones. También pasa en Italia y en otros países. Habría que preguntarle a él, pero se debe divertir mucho por cómo se construyen los imaginarios. Él ya dijo que no está afiliado al peronismo, pero también dijo que qué tendría de malo si lo estuviese. Es decir: no soy, pero no hay problema con serlo, y así se pone por encima de esto que vemos hoy en el mundo, que es la criminalización del adversario.

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-¿Cuánto queda de Francisco para adelante?

-¡Queda un montón! No hay manera de pensar lo contrario porque cualquiera que lo haya visto recientemente sabe que está bárbaro, con mucha energía, y que su cabeza está perfecta. Francisco tiene una capacidad de alegría y sentido del humor que es fundamental para haberse sostenido estos diez años y enfrentar como lo hizo lo que tiene que enfrentar, que es mucho. Es un hombre que nunca está deprimido ni angustiado, que le quita tensión a los momentos críticos… Sólo tiene mal la rodilla, pero camina. Así que hay Francisco para rato.

-Si se quedara diez años más, ¿cuáles serían los desafíos de la Iglesia para la próxima década?

-Nosotros decimos que la Iglesia está conducida por el espíritu santo, así que el espíritu la puede conducir a lugares que todavía nosotros ni imaginamos, pero, si la pienso como una institución secular, es consolidar todos los cambios que Francisco ha hecho: descentralizar, habilitar las periferias, dar visibilidad a las mujeres... No hay que dejar caer eso, este espíritu de cambio que permitió adaptar la Iglesia a una crisis.

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