La mayoría del gabinete de Lula Da Silva está compuesta por varones blancos. De 37 ministerios solo 11 quedaron en manos de mujeres, pero si se compara con el gobierno anterior, el de Jair Bolsonaro, es un número record en diversidad.
Margareth Menezes, una cantante negra, estará a cargo de Cultura, una cartera anulada por el bolsonarismo. Marina Silva estará nuevamente al frente de Medio Ambiente, mientras que Planificación quedará en manos de Simone Tebet, candidata por el MDB en las presidenciales de 2022 y aliada al PT para la segunda vuelta, igual que Silva. El Ministerio de Salud, estará por primera vez a cargo de una mujer: Nísia Trindade, quien hasta ahora conducía la Fundación Oswaldo Cruz, un organismo público con mucha presencia durante la pandemia por su rol en la producción de decenas de millones de vacunas. Turismo será otra de las carteras a cargo de una mujer: Daniela do Waguinho, diputada federal de Río de Janeiro, y una de las referentes de Unión Brasil en el Gabinete. El Partido Comunista estará representado por Luciana Santos, vicegobernadora de Pernambuco, en Ciencia y Tecnología. Gestión también tendrá a la cabeza a una mujer, Esther Dweck, economista y profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro, igual que Deportes, con Ana Moser, exjugadora de vóleibol, medallista olímpica, activista del deporte inclusivo.
“Estamos refundando el Ministerio de las Mujeres para demoler ese castillo secular de desigualdad y preconcepto”, sostuvo Lula en su discurso del 1° de enero. “Es inadmisible que las mujeres reciban menos que los hombres, realizando la misma función. Que no sean reconocidas en un mundo político machista. Que sean asediadas impunemente en las calles y en el trabajo. Que sean víctimas de violencia dentro y fuera de la casa”, agregó. Cida Gonçalves, exsecretaria de Lucha contra la Violencia contra las Mujeres durante los gobiernos de Lula y Dilma Roussef, tendrá la responsabilidad de esta refundación.
Raza, género y clase
A esos nombramientos se suman dos, sumamente simbólicos: el de la dirigente indígena Sonia Guajajara en el Ministerio de los Pueblos Indígenas y el de Anielle Franco, al frente del de Igualdad Racial. Ambos son promesas de campaña y fueron creados en el primer día de gobierno.
Franco no es cualquier apellido en la política brasileña. Activista por los derechos humanos, periodista, educadora y jugadora de voley, Anielle es hermana de Marielle, concejala de Río de Janeiro por el partido Socialismo y Libertad, brutalmente asesinada el 14 de marzo de 2018. Marielle era feminista, bisexual, negra y “favelada”. Desde su asesinato, su hermana fundó el Instituto Marielle Franco, dedicado a promover políticas en defensa de las mujeres, las personas afro, la comunidad LGTBIQIA+ y habitantes de las favelas y los barrios periféricos. Uno de los principales objetivos de la organización es impulsar la participación política de las mujeres negras.
“Es inaceptable que negros y morenos sigan siendo la mayoría pobre y oprimida. Creamos el Ministerio para la Promoción de la Igualdad Racial para ampliar la política de cuotas, además de retomar las políticas dirigidas a negros y pardos en salud, educación y cultura”, sostuvo Lula el 1° de enero sobre el área a cargo de Franco.
A sus declaraciones, Lula sumó un gesto importante. La encargada de colocarle la banda con los colores de la bandera brasileña, uno de los atributos presidenciales, fue Aline Sousa, una mujer negra de 33 años, que se dedica al reciclado desde los 14. Además, Sousa preside una red de cooperativas de coleccionistas y es una de las articuladoras nacionales del movimiento.
Con la esperanza de abrir camino a otras mujeres negras y de origen humilde, Anielle escribió en el prólogo del libro Siempre fue sobre nosotras. Relatos de la violencia política de género en Brasil, en el que Manuela D’Avila compila los testimonios de 15 mujeres políticas: “El día es 14 de marzo de 2018, un miércoles marcado por una tormenta de lluvia y vientos que arrasaron las calles de Río de Janeiro. Una tormenta que para mí y mi familia aún golpea hasta el día de hoy, y que definimos como ‘el día en que nos arrebataron a mi hermana de manera brutal y cobarde’. El asesinato de Marielle y Anderson expuso al mundo las grietas estructurales presentes en la frágil democracia de Brasil. Esta violencia brutal evidenció la importancia de identificar la violencia política de género como un problema con raíces estructurales en la sociedad brasileña. Desde aquel marzo fatídico, me enfoco en proteger y apoyar a las mujeres negras, LGBTQIA+ y marginadas en sus múltiples trayectorias de ocupación de la política institucional”.
Nacida, como su hermana, en la favela de Maré, en Río de Janeiro, hija de una familia de mujeres negras del Nordeste, Anielle estudió en Estados Unidos, gracias a distintas becas deportivas obtenidas por destacarse como jugadora de vóley. Se graduó en Inglés y Literatura en la Universidad del Estado de Río de Janeiro y en periodismo en la Universidad estatal de Carolina del Norte.
Desde ahora, Anielle tendrá a su cargo las políticas públicas destinadas a luchar contra la violencia de género y el racismo en su país. Así anunciaba su compromiso a fines de diciembre en sus cuentas de redes sociales: “Necesitamos más de nosotras en todos los espacios de toma de decisiones en la sociedad y continuaremos inspirando, conectando y empoderando a las mujeres negras, LGBTQIA+ y personas periféricas para seguir moviendo estructuras”.