La educación no formal en Argentina forma parte del entramado social al que miles de alumnos acceden en pos de una mejor calidad de vida. La posibilidad de acceder a una capacitación flexible y rentable es la prioridad.
En apenas un muestreo sobre los socios de la Cámara Argentina de la Formación Profesional y la Capacitación Laboral se desprende que durante 2022 se matricularon más de 40 mil estudiantes nuevos, la mayoría se concentra en servicios administrativos, salud, estética, oficios y gestión. Que se suman a las más de 900 mil personas que ya se capacitan en la educación permanente o no formal.
La búsqueda de optimizar tiempos y acceder a trabajos de rápida salida laboral forman parte de las motivaciones de miles de estudiantes, haciendo que la educación no formal o permanente gane terreno en términos de impacto en materia de educación como parte del entramado social y productivo del país, acompañando los profundos cambios que se están sucediendo en el ámbito de la capacitación.
El impacto social puede visualizarse también por la selección de modalidades a la hora de estudiar. La educación a distancia empieza a ser la modalidad más utilizada a la hora de incorporar nuevos conocimientos para el desarrollo personal y profesional. En este sentido, la virtualidad -que logró su mayor jerarquización durante la Pandemia- conforma un determinante decisivo que motiva la educación permanente como opción preponderante. Sin embargo, aún no ocupa el lugar de prestigio social que merece, ya sea por cierto tradicionalismo o por un imaginario que aún perdura.
La forma de vincularse para obtener nuevos conocimientos repercute socialmente. Por un lado, las opciones y el acceso se incrementan exponencialmente, pero también cambia la relación con las personas con las cuales nos capacitamos. Se trata de relaciones mediadas por la tecnología. Esto también implica mayor adaptabilidad a formas de trabajo remotas en conjunción con lo que está sucediendo en el mercado laboral. Adaptabilidad y conexión son dos términos indisociables y prioritarios que hoy forman parte de la vida socioproductiva.
A esto se suma la inmediatez del avance y resultados, ya que el 83% de las capacitaciones que buscan hoy los estudiantes rondan entre los tres y nueve meses de duración, lo que flexibiliza aún más el recorrido educativo con elecciones muy diversas. Es que la continuidad del proceso de formación en una persona es muy diferente al de otra, los caminos son distintos y también las experiencias.
La selección de cursos o capacitaciones elegidos es diversa, con lo cual el orden del aprendizaje también lo es, lo cual obliga al sector de la educación no formal a adaptar permanentemente sus modelos pedagógicos para que la trayectoria sea viable y naturalmente transitable. Se trata de un terreno propicio para el desarrollo de la creatividad.
Aún queda un interesante y extenso camino por recorrer. Sin embargo, ya se evidencia que un sector de la población vulnerable está buscando capacitarse profesionalmente y no en todos los casos logra el acceso. Es importante tratar esta situación que, correctamente abordada, implicaría no solo beneficios sociales en lo inmediato sino que promovería una inversión rentable a mediano y largo plazo.
La versatilidad de la educación permanente permite ampliar a todos y todas los beneficios de la formación profesional, la capacitación laboral y la educación en general. Estamos a las puertas de una gran oportunidad producto del desarrollo de un sector en auge, que genera optimismo y la posibilidad de elegir la sociedad del conocimiento por sobre la sociedad del mero consumo.